Unidad del cuerpo y sí-mismo: Perspectivas existenciales y feministas.

Body-self unity: Feminist and existential perspectives


En mayo de este año se llevó a cabo el Segundo Congreso Mundial de Terapias Existenciales, el cual tomó lugar en Buenos Aires, Argentina. Con motivo de esto, me solicitaron dar una presentación en un simposio titulado “Reconociendo a la mujer en la filosofía existencial y en la psicoterapia”. Como mis colegas demostraron en el simposio, ha habido un silenciamiento desafortunado en la historia respecto a las mujeres filósofas y terapeutas (Zymnis, 2019). Aún ahora las mujeres continúan encontrando barreras significativas para establecer su autoridad teórica y adquirir credibilidad como filósofas, psicólogas, y académicas (vanDuerzen 2019). Por mi parte, en este simposio colaborativo elegí considerar el tópico desde un ángulo un tanto distinto, destacando la unidad que hay entre el cuerpo y el sí-mismo como un interés común, tanto en el discurso feminista, como en la filosofía existencial y psicología  (Kwee, 2019)[1].  Aunque quizás en la superficie pudiese parecer una “amistad” poco probable, creo que, respecto al tópico del cuerpo, la filosofía existencial y el feminismo debieran considerarse en diálogo el uno con el otro. Específicamente, sugiero que la filosofía existencial y la psicología están alineadas para apoyar las metas feministas por posicionarse en contra de las perspectivas dualistas y patriarcales respecto al cuerpo. Como feminista y psicóloga analítica-existencial, las intersecciones y oportunidades en estas áreas del pensamiento y activismo me resultan muy llamativas. Este breve artículo sintetiza mis reflexiones mencionadas oralmente en el simposio.


[1] En H. & Kwee, J. (Eds.). (2018). Embodiment and eating disorders: Theory, research, prevention and treatment. New York, NY: Routledge, se encuentra una reflexión extendida respecto al feminismo y a las perspectivas existenciales del cuerpo.

El fenomenólogo Canadiense-Americano, James Mensch, manifiesta “aún estamos recuperándonos de la aguda separación entre mente y cuerpo que ha creado el lenguaje Cartesiano” (Mensch citado en Weber, 2018, p.54). Personalmente, argumentaría que no sólo estamos sufriendo de esta dominancia e impacto del lenguaje cartesiano en la separación de la mente y el cuerpo, sino que también hay una omnipresente dominancia patriarcal hacia las mujeres y una consecuente objetificación de sus cuerpos.

Para comenzar a pensar de modo más concreto acerca de nuestra relación con nuestros cuerpos, quiero invitarlos a recordar un momento en el que su atención se volcó a sus cuerpos como algo a lo cual controlar, o cuidar, algo separado de nosotros. Quizás puedas recordar alguna visita reciente al médico, o un momento en el que te enfocaste en su apariencia física, quizás cuando estabas comprando ropa o ejercitándote en el gimnasio. Ahora los invito a observar el estar consigo mismo en sus cuerpos, en este momento. Pon atención al ritmo de tu respiración. Siente como eres sostenido(a) en la silla o en el suelo donde estas sentado(a), o de pie. Nota tu temperatura, y cómo tu cuerpo sostiene y expresa cualquiera de las emociones que estás vivenciando ahora. ¿Como y dónde te sientes vivo(a) en tu presencia encarnada? ¿Puedes vivenciar ese en tu cuerpo en este momento? Es, a estas alturas, algo tan obvio, sin embargo, es difícilmente comprensible en su totalidad: Sin un cuerpo, uno no existe; tu cuerpo te entrega el acceso al mundo, y también el acceso del mundo a ti. A pesar de los momentos en los que tendemos a pensar en nuestros cuerpos como algo separado, en realidad sólo aparecemos completamente en este mundo en nuestros cuerpos.

En efecto, la persona se hace visible y es expresada a través del cuerpo mismo. El sufrimiento del cuerpo es esencialmente, el sufrimiento de ser persona. Hay una unidad integral entre cuerpo-mente y el sí-mismo(a). Mientras hay cuerpos que son un sitio de opresión y dominancia, también hay otros que son un sitio de libertad y agencia. A través de muchas culturas, los cuerpos de las mujeres, en particular, han sido un sitio dominado por la gobernancia de los discursos de género patriarcales. A las mujeres se les da el mensaje que sus cuerpos son algo separado de otros aspectos de sí-misma, de sus pensamientos, emociones, agencia, energía o espiritualidad; que son valoradas por sus cuerpos, y que sus cuerpos existen para otros. Cuando la mujer cumple con los estándares de belleza y son más pequeñas, más tranquilas y deseables, les dicen “¡Guau, te ves increíble!”. A las niñas se les dice más a menudo que se ven “bonitas”, en lugar de invitarlas a conversar sobre sus ideas, pensamientos e intereses.  

Estos discursos patriarcales de género respecto a los cuerpos de las mujeres, tienen consecuencias devastadoras, incluyendo una baja autoestima (Richetin, Xaiz, Maravita, & Perugini, 2012), trastorno dismórfico corporal (Neziroglu, Khemlani-Patel, & Veale, 2008), y desórdenes alimentarios (Levine & Piran, 2004; Neumark-Sztainer, Paxton, Hannan, Haines, & Story, 2006).  Lamentablemente, la vasta mayoría de niñas y mujeres (70-80%) experimentan una insatisfacción corporal, lo cual hace que esto sea considerado como la norma (Kenardy, Brown, & Vogt, 2001; Spitzer, Henderson, & Zivian, 1999; Cash, 2002). Es, comúnmente, mas aceptable socialmente que las mujeres hablen sobre lo “malo” de sus cuerpos, a que lo hagan desde una perspectiva de aceptación y fuerza respecto a sus cuerpos. Como una mujer blanca de edad madura en Canadá, a diario se me recuerda esto, personalmente. Veo anuncios dirigidos a mi potencial insatisfacción corporal, que prometen “esconder” o “arreglar” los aspectos negativos de mi cuerpo con ropas especiales, dietas, o cirugías; esto -lo sé-, es parte de una industria masiva que perpetua los discursos patriarcales de la objetificación del cuerpo, particularmente en las mujeres. Comúnmente observo como las mujeres alrededor mío expresan un aborrecimiento hacia su cuerpo que está enmascarado como una preocupación por la salud, la belleza o el fitness. Veo a mi hija de 12 años navegar por las apariencias y las expectativas de convertirse en una mujer en esta sociedad, sabiendo con algo de trepidación que el simple hecho de ser mujer aumenta el riesgo de que ella sufra las consecuencias dañinas del discurso de género patriarcal, descrito anteriormente (Piran, 2010).

¿Cómo sería, me pregunto, si pudiésemos verdaderamente sumergirnos en el milagro de la vida que nuestros cuerpos nos ha dado, y que continúa dándonos cada día? Veo un atisbo de respuesta en mis propias reflexiones al volcarme hacia mi existencia encarnada. En este cuerpo, fui acunada por mi madre cuando entré a este mundo, en total dependencia; a través de esto, aprendí a confiar y a esperar calidez, conforte, y alimento de los otros. En mi propio cuerpo, aprendo a sentarme y a apoyarme en mi misma, separada de las manos que me sostuvieron. En él, aprendí a coordinar mis brazos y piernas para gatear hacia adelante en un movimiento dirigido desde mí. Aprendí a correr, a reír y a llorar. En mi cuerpo, aprendí a sentir el asombro y la curiosidad de ser yo, y aprendí desde el sentimiento profundo dentro de mí, a expresar mi propio y personal “sí” y “no”. En este cuerpo, experimenté la fuerza y el intrínseco conocimiento encarnado para llevar a mis dos preciosos hijos en mi vientre y darlos a luz, aprendí a escucharlos y a volcarme a ellos, a alimentarlos y apreciarlos. En este cuerpo se me ha dado espacio, soporte y protección para ser en el mundo; en él, yo amo y recibo amor; en mi cuerpo tengo la capacidad de saber y expresar mi propia unicidad, y puedo ser conocido por otros; y en mi cuerpo tengo la capacidad de ejercer mi libertad y agencia. Sin lugar a duda, algo se hace más claro en mi mientras participo en este ejercicio reflexivo: Cuando vuelco mi completa atención a sentir el milagro de ser en este mundo una persona encarnada, es considerablemente más difícil identificarme con esta violenta dualidad que tiene el discurso patriarcal respecto a la feminidad, lo cual está tan omnipresente en mi cultura.

Esto me lleva a mi tesis principal para la presentación del simposio en el congreso, y para este breve artículo: Tomar nuestro encarnamiento como posición de resistencia frente al silenciamiento del patriarcado. Ser completamente sí-mismas en nuestro cuerpo es un rechazo de la objetificación dualista que ve el cuerpo de las mujeres como una mercancía. Es en nuestro cuerpo, y no a pesar de él, que uno reclama sus propios derechos, agencia y libertad para ser persona. En este encarnamiento, procuramos tener agencia, completa, expresada, visible, y realmente tomar nuestra existencia personal como propia.  La filosofía y psicología existencial ofrecen la mirada de que el cuerpo, y más específicamente, el ser un cuerpo, es una dimensión existencial esencial para ser persona. Por lo tanto, la desconexión del cuerpo perturba nuestra existencia, el cómo vivimos, y quiénes somos como seres encarnados. Las cuatro Motivaciones Fundamentales (MF) del Análisis Existencial (Längle, 2012) ofrecen un marco más específico para las dimensiones existenciales del cuerpo (Ver Launeanu & Kwee, 2018). 

El tema existencial de las de la 1MF es el cuerpo como la estructura física de la existencia humana. El tema existencial y la pregunta de la 1MF es ¿puedo ser? Más específicamente, ¿puedo ser con mi propio físico, como un cuerpo en este mundo? La 2MF explora el cuerpo vivido; más allá de ser una estructura física de protección, el cuerpo vivido (Sartre, 1943) o el sujeto-cuerpo, es vivenciado como una emocionalidad vibrante, sensual y de experiencias interactivas. La pregunta de la segunda MF es ¿me gusta ser? En mi cuerpo, esto significa, ¿me gusta mi existencia encarnada? La dimensión corporal de la 3MF enfatiza el rol del cuerpo como un aspecto nuclear en quién es uno como persona. Yo no soy solo un cuerpo, pero yo soy mi cuerpo. La pregunta por el cuerpo en la 3MF es ¿me permito ser en mi cuerpo, o ser mi-mismo(a) en mi cuerpo? La cuarta motivación fundamental es la dimensión del sentido y del devenir. En nuestro cuerpo está la libertad para crear, la actividad y la agencia. Las preguntas relacionadas con el cuerpo en la 4MF son, ¿para qué es mi cuerpo? ¿para quién es bueno? ¿qué debo hacer con mi cuerpo?

El concepto existencial de encarnamiento ofrece la perspectiva de un sí-mismo(a) integrado, el cual no sólo no puede existir sin el cuerpo, sino que existe en tanto que cuerpo. La mente y el cuerpo están inextricablemente conectadas, y en recíproca influencia mutua. Las dificultades con el cuerpo son dificultades inherentemente existenciales, con el dolor de ser una persona viviendo en un cuerpo finito (Heidegger, 1962; Merleau-Ponty, 2012). La mente no puede, de modo efectivo, trabajar en contra o fuera del cuerpo porque nuestro propio sí-mismo(a) como persona, esta materialmente encarnado. Reclamar la agencia a través del cuerpo y en el cuerpo es necesario para reclamar y reintegrar a nuestro sí-mismo(a) en el mundo. Desde una mirada feminista, fomentar el encarnamiento representa una resistencia cultural para la objetificación de las mujeres. Sumergirse interiormente dentro de nuestro propio cuerpo, resiste la internalización de la objetificación del cuerpo femenino porque, en la vida de una existencia encarnada, nos reintegramos con lo que es nuestro, habitando plenamente el espacio al cual tenemos derecho de habitar en nuestro cuerpo, tal como es. Habitar intencionalmente nuestro cuerpo en un contexto sociopolítico que nos prepara para disociarnos de nuestro cuerpo, es un profundo acto de resistencia política y no cumplimiento social, acto que nos da vida. En la psicoterapia analítico-existencial, tenemos la oportunidad de ayudar a los(as) clientes a restaurar la confianza en la capacidad que tienen sus cuerpos de sostenerlos y apoyarlos, de reconectarlos(as) con la emocionalidad a través de sus cuerpos, de fortalecer su noción de sí-mismos(as) y promover una existencia consciente y creativa. Cimentada en una mirada holística respecto a la unidad mente-cuerpo, sueño con un mundo en el cual la presencia encarnada plena se haga cada vez más contagiosa para las mujeres y hombres, de modo que los discursos patriarcales de una feminidad objetificada sean vistos como algo absurdo más que normal

Referencias

Cash, T. F., & Pruzinsky, T. (Eds.). (2002). Body image: A handbook of theory, research, and clinical practice. New York, NY: Guilford Press.

Heidegger, M. (1962). Being and time. Oxford, UK: Blackwell Publishers Ltd.

Kenardy, J., Brown, W., & Vogt, E. (2001). Dieting and health in young Australian women. European Eating Disorders Review, 9, 242–254.

Kwee, J. (2019). Embodiment: Intersections between feminism and existential philosophy and psychotherapy. In Tantum, D. Acknowledging women in existential philosophy and psychotherapy. Symposium at the 2nd World Congress of Existential Psychotherapy, Buenos Aires, Argentina. May 10, 2019

Längle, A. (2012). The Viennese School of Existential Analysis. The search for Meaning and Affirmation of Life. In: Barnett L., Madison G. (Eds.). Existential therapy: Legacy, vibrancy, and dialogue. New York: Routledge, 2ß12, 159-170.

Launeanu, M. & Kwee, J. (2018). Embodiment: A non-dualistic and existential perspective on understanding and treating disordered eating.  In McBride, H. & Kwee, J. (Eds.). Embodiment and eating disorders: Theory, research, prevention and treatment. New York, NY: Routledge

Levine, M. P. & Piran, N. (2004). The role of body image in the prevention of eating disorders. Body Image: An International Journal of Research, 1, 57-70. doi:10.1016/S1740-1445(03)00006-8

Merleau-Ponty, M. (2012). Phenomenology of Perception. (D. L. Landes, Trans.). New York, NY: Routledge. (Original work published 1945).

Neumark-Sztainer, D., Paxton, S. J., Hannan, P. J., Haines, J., & Story, M. (2006). Does body satisfaction matter? Five-year longitudinal associations between body satisfaction and health behaviors in adolescent females and males. Journal of Adolescent Health, 39, 244–251.

Neziroglu, F., Khemlani-Patel, S. & Veale, D. (2008). Social learning theory and cognitive behavioral models of body dysmorphic disorder. Body Image: An International Journal of Research, 5, 28-38. doi:10.1016/j.bodyim.2008.01.002

Piran, N. (2010). A feminist perspective on risk factor research and on the prevention of eating disorders. Eating Disorders, 18, 183-198. Doi:10.1080/10640261003719435.

Richetin, J., Xaiz, A., Maravita, A. & Perugini, M. (2012). Self-body recognition depends on implicit and explicit self-esteem. Body Image: An International Journal of Research, 9, 253-260. doi:10.1016/j.bodyim.2011.11.002

Sartre, J. P. (1943). Being and Nothingness. New York, NY: Washington Square Press.

Spitzer, B.L., Henderson, K.A., & Zivian, M.T.(1999).Gender differences in population versus media body size: A comparison over four decades. Sex Roles, 40, 545–565.

vanDuerzen, E. (2019). On theoretical authority and credibility. In Tantum, D. Acknowledging women in existential philosophy and psychotherapy. Symposium at the 2nd World Congress of Existential Psychotherapy, Buenos Aires, Argentina. May 10, 2019

Weber, B. (2018). From having a body to being embodied: Phenomenological theories on embodiment. In McBride, H. & Kwee, J. (Eds.). Embodiment and eating disorders: Theory, research, prevention and treatment. New York, NY: Routledge

Zymnis, K. (2019). Women philosophers and therapists. In Tantum, D. Acknowledging women in existential philosophy and psychotherapy. Symposium at the 2nd World Congress of Existential Psychotherapy, Buenos Aires, Argentina. May 10, 2019

Dr. Janelle Kwee, Psy.D.

Registered Psychologist (R.Psych., BC)
Existential Analysis Society of Canada
Trinity Western University 

janelle.kwee@twu.ca

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N° 27 - 2019