APEGO, INTERVENCIÓN TEMPRANA Y ANÁLISIS EXISTENCIAL

Attachment, Early Intervention and Existential Analysis


Ha sido una hermosa vuelta de tuerca, de la vida, estar trabajando en intervención temprana. En el recorrido teórico que desde la psicología he hecho, ha sido muy gratificante encontrar corrientes e investigaciones que coinciden sobre el pleno desarrollo del ser humano. El sostén teórico se ha ido engrosando, enriqueciendo y entrecruzando desde el Análisis Existencial (AE), la teoría del apego, las neurociencias y el posracionalismo básicamente. Todas comienzan desde una metodología, una práctica intersubjetiva que valida y considera al otro, no sólo en el trato psicoterapéutico, sino que también creen que la persona se forma gracias a un “tú” que le ha antecedido al “yo”. Dicho de otro modo, todas estas corrientes consideran lo intrapsíquico, pero le dan una renovada importancia a lo interpsíquico.Este último término explicita el hecho de que la propia psiquis se construye principalmente por las relaciones que establecen las personas, los bebés, los niños. Éste es un hecho bastante revolucionario para la psicología en general. Además, las cuatro áreas mencionadas plantean cada una, una organización de la propia teoría que en todas coincide en cuatro partes. En éstas definen (no determinan) como cada persona de acuerdo a los contextos, la propia biología y el trato de los cuidadores principales va organizando (o desorganizando) la percepción, la conducta, la autoestima, el sentido de la propia vida y por ende, también la personalidad y las relaciones. El AE, la teoría del apego, el posracionalismo y las neurociencias ven lo dinámico en la persona, la plasticidad del cerebro y la personalidad. Abordan como experiencias y reflexiones pueden cambiar sinapsis, neurotransmisores, hábitos y todo un ser-y-estar-en-el-mundo. Con todo esto, se vuelve muy sólido el trabajo terapéutico en relación a la crianza.

Desde los postulados e investigaciones abocadas a la crianza respetuosa, todos coinciden plenamente con el AE. Se trata de dar al niño seguridad, protección y buenos tratos, que en palabras propias del AE serían principalmente las condiciones de la primera Motivación Fundamental: sostén, protección y espacio. Con estas tres primeras condiciones en juego, la percepción del niño acerca del mundo, de sus cuidadores y el reflejo que éstos producen de sí mismo, lo habilitan a construir la confianza fundamental en la vida. Esto se va configurando por regularidades en las relaciones que a su vez conforman apegos, los cuales se vuelven patrones que forjan al final una personalidad. 

¿Pero en la práctica qué es el sostén? En la crianza: cuidar, dar una respuesta adecuada a la demanda, contener, decir la verdad, regular las emociones, construir estabilidad cubriendo necesidades, fijando horarios (y flexibilizándolos también), pautas de interacción anticipables, un piso (material y psicológico), permitir una exploración ajustada a la edad del niño, ir modificando progresivamente los límites establecidos en familia, rediscutirlos de tanto en tanto con los hijos, estar principalmente disponible.

¿Qué es la protección en la práctica? En la crianza: cumplir con los derechos del niño y abrigar, abrazar, contener, consolar, la salud, mostrar otros puntos de vista, dialogar, la higiene, un techo, la propia flexibilidad.

¿Qué es el respeto en la práctica? En la crianza: considerar al hijo o hija como una persona, distinta a las propias expectativas, con derechos, obligaciones, fortalezas y vulnerabilidades, que necesita de un otro para aprender, para construirse, de otro que sea amoroso y así poder ser amoroso con otros y sí mismo. El respeto aparece como un ingrediente fundamental que le da un encuadre a la crianza. No permisivo, ni autoritario, sí respetuoso; ni intrusivo, ni indiferente, sí amoroso, no violento, sí un modo único con cada hijo o hija. Ya sabrán los padres y madres de más de un hijo, lo demandante que se vuelve a veces descubrir los diferentes temperamentos y lograr ser eficaces tanto en la disciplina como en el tipo de cercanía con cada hijo o hija.

Por otra parte, la seguridad y la protección habilitan de por sí a la exploración es decir, al despliegue del ser en el espacio. Esto permite que los niños se abran al mundo, a conocerlo, a pedir ayuda, pudiendo desenvolverse mejor en el entorno y conociéndose progresivamente mejor a sí mismos, si y sólo si la seguridad y la protección se mantienen proporcionales a los riesgos. Por otra parte, en relación a los cuidadores, éstos atraviesan por una enorme transformación del espacio físico (el hogar), corporal (la madre principalmente) y relacional luego de la llegada de un hijo. En sesión nombramos y validamos esos cambios que muchas veces no fueron anticipables. Le damos realidad e importancia al sí mismo de cada uno, a la pareja, ampliamos el abanico de roles de la parentalidad (la función educativa y de delimitación tiende a hegemonizar otros roles más amorosos en casos de padres en crisis o de padres con crianzas autoritarias en sus propias infancias). Muchas veces también, la rutina necesaria para todos los bebés y niños comienza a disecar el gustar vivir de cada uno de los cuidadores y su relación. Así, reconocer lo que es estresante para cada uno y conocer al otro en el estrés y sus formas de reaccionar y protegerse en situaciones que lo desbordan, habilitan una mirada contextual y comprensiva, recíproca.

¿Cómo intentamos hacer consciente y poner en práctica todo esto?

En el Centro de Intervención Temprana (CIT) donde trabajo, atendemos a padres, madres y otros cuidadores principales de niños y niñas entre los 0 y los 6 años. Recibimos (digo “recibimos” porque atendemos en duplas) a padres con chicos de todas las edades, pero el modelo demuestra su eficacia por la perseverancia de los padres respecto de los cambios que acordamos en sesión juntos. Con la intervención temprana, nuestra apuesta es que antes de que se fije un patrón de personalidad en el niño (condicionado en gran parte por el trato recibido por sus cuidadores y los distintos contextos en los que se desenvuelve), realizar un ejercicio reflexivo con los padres para mejorar la salud mental de todos. La reflexión comprende principalmente el ser más conscientes acerca de sí mismo a través del análisis del trato que éstos le dan a sus hijos, entregando así herramientas y un marco teórico reforzado por las neurociencias (y el cambio reflejado en la conducta de los niños) para prevenir la psicopatología. Los padres llegan voluntariamente o derivados por el colegio o el jardín infantil. 

Además de la “intervención temprana” ofrecemos una “intervención breve” donde en cinco sesiones vamos analizando el caso, sugiriendo cambios, miradas alternativas, todas acordadas por un equipo de ocho profesionales de la salud mental. La entrevista con los padres, la observación del niño en el colegio o jardín y una video-grabación de la interacción de la familia en su casa, entregan elementos suficientes para tomar perspectiva, conocer la reactividad de cada miembro de la familia en situaciones de estrés, esbozar sus personalidades o las formas de vincularse que los amenazan o regulan, sus distintos niveles de consciencia y autoconsciencia, su juicio respecto de su propia crianza, los desgastes dados por los contextos por los que atraviesan un largo etcétera. La intervención breve nos suma un nuevo grado de exigencia, que para mí se resume en encontrar el modo más asertivo y personalizado a cada padre y madre para que tomen distancia y así comprendan como avanzar, para que tanto ellos como sus hijos sean más felices. También, el modular en ellos la ansiedad por soluciones mágicas.

A casi dos años de ejercicio terapéutico en el CIT, tengo algunas conclusiones que coinciden muchas veces con la de los propios padres luego de algunas conversaciones: la conducta, como los síntomas de los niños, son una señal, la punta de un iceberg, de todo un sistema de relaciones que no ha sido visto o concientizado del todo. Muchas veces también, es el reflejo del clima emocional en la casa o del estado de la relación de pareja. El trabajo terapéutico consiste en iluminar mediante la consciencia, lo que quedaba en la oscuridad (sentimientos, situaciones, patrones aprendidos, estrés…) y tender en familia hacia los buenos tratos, la comprensión, el respeto y la consideración por cada uno. La idea es modificar las relaciones antes de que condicionen con mayor determinación a los niños.

¿Pero y qué pasa cuando no se tuvo sostén, protección y respeto en cantidades adecuadas en la primera infancia? ¿O cuando una catástrofe, una tragedia que no se repara, de la que no se habla, se presenta y merma el sostén previo de la propia vida? ¿Qué queda por hacer? Mary Main al desarrollar la teoría del apego incluyó una categoría para los resilientes: el “apego seguro ganado”. ¿Cómo poder modificar un apego inseguro o desorganizado y poder beneficiarse de un “apego seguro ganado”? En su libro “El apego” la Dra. Inés Di Bártolo señala –en otros términos- algunas condiciones para reparar la confianza existencial: 

1.- Sostener una relación con alguien seguro (o tender juntos a la seguridad, porque ¿sabía usted que la seguridad es contagiosa?), 

2.- Una psicoterapia consistente y extendida en el tiempo (o un par). 

En varios casos en el CIT, la intervención breve con foco en el hijo, se vuelve una introducción natural para una posterior psicoterapia para alguno de los padres. O una terapia de pareja o una terapia vincular con el hijo. O el alta o un acompañamiento cada cierto tiempo. Hemos tenido experiencias con el trabajo sistémico y sistemático de hijos y cuidadores cada uno en psicoterapia en casos tan graves como los de abuso sexual intergeneracional, logrando cambios profundos y definitivos en tres meses.

La parentalidad es una transformación hipercompleja, que obliga al intento por lograr un equilibrio personal e intersubjetivo lo más consistente posible y alcanzar los correctos cuidados que comprende la crianza. Un giro total en la propia vida. Puede llevar a un compromiso existencial. Así mismo, es la oportunidad de desarrollar una toma de posición personal trascendental para dejar como la herencia más rica que se pueda entregar a los hijos y al mundo. 

Elisa Broussain

Psicóloga
Formación en Consultoría en Análisis Existencial (ICAE)

elisabroussain@gmail.com

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Infancia - Childhood
N° 19 - 2017