HOMBRE LENTO – J.M Coetzee. Edit: Random House Mondadori, 2005


Hombre lento es sin duda una pausa necesaria para ser tocado por la vivencia del adulto mayor. Más aun cuando ésta es acompañada de una dependencia de otros por motivos de salud, lo cual empuja a la persona a las posibilidades y la difícil aceptación que conlleva las nuevas condiciones donde se sostiene el ser. Coetzee, premio Nobel de Literatura nos vuelve a sorprender con su agudeza para describir con sus palabras la realidad tal cual es, invitándonos a darle voz, a aquellos que por años buscan su interlocutor interno.

En la historia que nos convoca, el personaje Paul se ve enfrentado a un cambio radical en su vida ante un accidente. Es como que el golpe lo hubiera consternado sin posibilidad de reaccionar y obligándolo a tomar posición ante su disgusto. Difícil describir su disgusto hacia lo que está referido; ¿la nueva vida? ¿La antigua vida? ¿La vida que no vivió? Preguntas que cruzan en su interior y parecen obligarlo a decir algo de sí: “Nunca le quitaría importancia a aquel suceso, a aquel golpe. Fue una terrible desgracia. Redujo su mundo y lo convirtió en prisionero. Pero escapar a la muerte tendría que haberlo reanimado, tendría que haber abierto ventanas en su interior y haber renovado su sensación de lo valiosa que es la vida”.

A sus 60 años había vivido sin grandes preguntas, pero al despertar y darse cuenta que ya no contaba con una de sus piernas, es inundado de sentimientos difusos que van y vuelven como golondrinas que planean de lado a lado. El doctor le dice que a su edad consideraron mejor amputarle la pierna, ya que otras opciones no tenían mucho sentido. Se siente pasado a llevar, ultrajado de su dignidad y atrapado en esta nueva vida, tal como sale en el libro: “Angustiado de corazón y de mente, angustiado hasta la médula y a decir verdad, harto de sí mismo, harto incluso antes que la ira de dios, enviada a través de su ángel Wayne Blight, lo fulminara”.

Wayne Blight es el chico que lo atropelló, despreocupado y sin mucha noción de todo lo que causó en la vida de Paul, pasa a disculparse pero parecen palabras de quien quiere zafar con velocidad de una culpa no genuina. Esta situación para Paul no es más que otro evento que se suma a su mala suerte, de la cual quiere escapar sin mucho éxito. Aquel nuevo contexto lo obliga a depender de otros, en este caso de la enfermera Marijana quien será una de sus últimas esperanzas para poder tomar la vida en sus manos.

El libro toca con mucha sutileza la fragilidad del adulto mayor, quien busca en los cuidados mantenerse firme ante la mirada del otro. Es el mismo caso de Paul quien a través de una personalidad hermética busca mantener soberanía sobre sí mismo, pero encuentra en los cuidados de Marijana una confusión de sus sentimientos hacia ella, situación que lo tensiona en lo más interno de su ser. ¿Quién es? ¿Qué está haciendo? ¿Qué busca? Todas preguntas que intenta responder: “¿dice eso algo de él, esa preferencia innata por el blanco y el negro y los tonos de gris, y esa falta de interés por lo nuevo? ¿Es eso lo que las mujeres echaban en falta en él, y su mujer en particular? ¿El color, la apertura?

Son preguntas que aparecen con más frecuencias de las que él quisiera, sin embargo parece ser una buena oportunidad para reflexionar sobre su vida, cuán valiosa ha sido y en estas nuevas condiciones de existencia, como puede seguir escribiendo su historia. Para esta tarea aparece Elizabeth Costello famosa personaje de las novelas de Coetzee, quien desordena e interpela a los personajes a actuar, tomar posición y jugárselas por sus pasiones. En un dialogo le comenta a Paul: “¿Cómo se sintió mientras volaba por los aires? ¿Pasó su vida entera ante sus ojos? ¿Qué le pareció en retrospectiva, la vida que estaba a punto de dejar?”.

Paul Rayment busca respuestas, pero sobre todo un mayor acceso a su ser más íntimo que parece esconderse ante su mirada. Logra contactarse y buscar nuevos horizontes, puede mirar su vida hacia atrás con una mayor apertura, al parecer aquel suceso fue una oportunidad para volver a sentir la fuerza de la propia vida. Una invitación que todos tenemos, a trazar aquel camino para que salga ese ser interior a contar su propia historia, tal como le dice Elizabeth Costello sin mucho cuidado: “Paul. Viva como un héroe. Eso es lo que nos enseñan los clásicos. Sea un personaje protagonista. De otra forma, ¿Para qué sirve la vida?”.

José Martín Maturana

Psicólogo clínico
Formación en Psicoterapiaen Análisis Existencial (ICAE)
Chile

josemartinmaturana@gmail.com

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N° 18 - 2017
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