La adultez como tema existencial me abre a un mar de vivencias, recuerdos y pensamientos y me pierdo tratando de encontrar cómo mejor podría definir el concepto. Lo primero que evoco es mi niñez, cuando deseaba ser adulta para hacer “cosas de grande”, observaba la vida de mis padres y consideraba que era perfecta porque iban y venían sin pedirle permiso a nadie. Por supuesto no demoré mucho en aprender que esa libertad idealizada conlleva una gran responsabilidad.
Con un poco más de reflexión se me ocurre asociar la “adultez” con “madurez”. Pero es raro… porque en ese caso nuestra madurez no se podría comparar con la de una fruta, por ejemplo, que cuando está madura ya está lista para comerla y hasta ahí llega…. En verdad la misión de la fruta es aportar con semillas para dar nueva vida y continuidad a su especie. Entonces la fruta adulta/madura, en verdad está sólo en la mitad del camino y el verdadero objeto de su existir aún no se ha alcanzado. ¿Han siquiera descubierto o se han aproximado al sentido de su existencia los humanos adultos? ¿Están maduros antes de eso?
Ser adulto ¿sería algo así como haber conseguido la madurez o solo cierta madurez de algo en especial? Bueno….ahí ya recurro a la RAE y me sorprendo con que el concepto de “madurez” referido a una cosa, persona o fruta, supone un “para qué” o en “relación a algo”. O sea, una fruta está madura para ser consumida, un objeto o proyecto madura hasta poder ser llevado a cabo. Y una persona puede alcanzar madurez suficiente para actuar en un rol determinado o para ejecutar alguna tarea.
Ya me va quedando claro que la adultez como etapa de vida, sugiere la culminación de algo y lo que implica, naturalmente, estar maduro para ciertas cosas, pero en relación a otras, aún es posible que tengamos mucho camino que recorrer.
Si tomamos como referencia lo que dice la Psicología del Desarrollo, la adultez temprana es la época en que algunas capacidades físicas alcanzan su máximo nivel: fuerza, desarrollo muscular, coordinación, destreza y agudeza sensorial. La mayoría de ellas empiezan a declinar en la madurez. De hecho, la mayor cantidad de literatura sobre el Desarrollo Humano, está concentrada en las primeras etapas de la vida y la adultez temprana y, en general, en este periodo no se menciona “madurez” sino como un fenómeno tardío hacia el final de la vida adulta, ya cerca de los 60 años; y entonces se habla de “Senescencia”, “Tercera Edad”, “Adultez Tardía” o directamente, “Adultez Madura”: En resumen, en el ser adulto no está incluido el ser maduro, ni al revés. La madurez sería un proceso que se completa tardíamente en la vida, que no aparece simultáneamente con el inicio de la adultez.
Probablemente los adultos coincidimos en que a nivel vivencial, la adultez tampoco es fácil. En nuestra sociedad, la etapa viene asociada a una gran cantidad de tareas, responsabilidades y expectativas sociales. Se viven relaciones de pareja, la propia familia, el trabajo, los roles de ciudadano/a, amigo/a, apoderado/a, padre/madre, etc. Sin duda, es una etapa de apogeo en cuanto a la relación con el mundo donde se pone mucha energía en la consecución de proyectos, por lo que a veces los fracasos y frustraciones también se hacen sentir y nos pueden llevar a desajustes importantes. El Análisis Existencial nos invita a una vida plena, en que seamos capaces de elegir libremente el curso de nuestras vidas. Se nos plantea el hermoso desafío de tomar en nuestras manos la propia identidad y plasmarla en acciones auténticas, poner en marcha la persona que en nosotros reside. Esta etapa nos regala una oportunidad para que, en coherencia con lo que somos y reconocemos como personal, pongamos en el mundo nuestro propio sello a través de acciones libres, con sentido y respeto con nosotros mismos y los que nos rodean.
Les invitamos a disfrutar de este nuevo número de “Existencia”, en el que, a través de los artículos que hemos seleccionado, podrán ampliar más la mirada para comprender esta hermosa etapa de nuestras vidas y también a compartir comentarios e impresiones.
Saludos a todos!