“Ética para Amador” es un libro pequeño y simple, en el que un padre invita a su hijo a una reflexión sobre ética. La primera pregunta que se podría plantear, la más básica, es a la vez la más difícil de contestar: “¿Qué es la ética?”. Savater, consciente de lo pesados que resultamos los adultos para nuestros hijos adolescentes, muestra a su hijo de un modo muy práctico el sentido de la ética. Lo primero que destaco aquí es justamente eso: La ética tiene que ver con cosas prácticas. ¿Cómo así? – La ética tiene que ver con cosas prácticas porque trata sobre el ejercicio de nuestra propia libertad. Y el ejercicio de nuestra libertad ocurre siempre como una acción en el mundo
Lo anterior, me plantea una cuestión personal, esencial: nuestra condición de libertad. Quizás hay quienes cuestionan esta condición, y frente a la libertad, pueden argumentarse un sinnúmero de condicionamientos y determinaciones externas que coartan nuestra libertad. Pero, sin embargo, nuestra libertad, la libertad de elegir, está presente en todo momento y junto con ella, la contradicción de la libertad: No somos libres de ser libres. La libertad “obliga”, pues incluso si no la queremos, si la damos a un tercero, si elegimos “no elegir” ni ejercer nuestra libertad, incluso entonces ya la estoy ejerciendo.
Por otra parte, dentro de la niñez y de la adolescencia vemos intercambiarse el capricho, la funcionalidad, la obligación y la costumbre en un momento y otro: Mi hijo de 5 años quiere una galleta de chocolate porque se le antoja, mi hijo de 14 años pide un helado en un día frío porque independiente del clima, lo “quiere”. Ambos van a estudiar porque es su obligación, ambos se despiertan a tales horas y se duermen a otras porque es una costumbre. Ambos intentan conseguir sus objetivos por distintos medios. Quizás mi hijo menor hace gestos dulces y de ternura, y dice “por favor” muy amorosamente. Mientras mi hijo mayor puede ofrecerme algo a cambio de un permiso: “Mamá, yo limpio el living y tú me das permiso para quedarme donde mi amigo”. Y todos estos modos se superponen unos con otros, y son naturales.
La ética tiene que ver con eso que ocurre en la adolescencia, cuando nos damos cuenta de la existencia de otros “yoes” y cuando todo puede estar en tela de juicio. Es el momento, también, en el que los otros y la persona misma comienzan a entrar en un conflicto, porque se dan cuenta de que no están solos en el mundo, y que éste no gira en torno a ellos. Comienzan a haber cuestionamientos sobre lo vivido hasta ahora, y surge de a poco una voz que ya no es la de los padres, si no la propia, y dice algo como “¿por qué las cosas tienen que ser así?, ¿quién dice?”. Esa voz también dice “esto no va conmigo”, y “esto sí va conmigo”, pero es un proceso lento y largo, en el cual hay prueba y error constante de parte de los propios adolescentes, y de parte de los padres. Esta época de la adolescencia trae un despertar, un gran darse cuenta. Todo puede ser sometido a juicio, e implícitamente, es la libertad la que se nos aparece, y mi propia libertad en medio de un mundo lleno de otras personas que también poseen libertad, ¿cómo compatibilizamos las dos?. De eso trata este libro, de eso trata la reflexión y la invitación que hace Savater a su hijo: ¿cómo harás que tu camino, en libertad, sea un camino propio?, pero a su vez ¿cómo tratarás a los otros hombres y mujeres que tienen la misma libertad de acción que tú?, ¿cómo actuarás frente a las decisiones difíciles que te toque afrontar en la vida? y finalmente ¿podrás ver tu propia libertad en medio de las condiciones del mundo?.
Sin saberlo, nuestro autor nos lleva a temas que se encuentran de lleno con el Análisis Existencial: El polo de la Persona, y el polo del Mundo. Mis hijos, mis padres, mis compañeros, y yo misma, estamos todos condicionados por algunas cosas: yo no elegí tener el pelo de tal color, no elegí a mis padres, ni elegí ser chilena, ni elegí el año en el que nací. No elegí mis genes. Hay condiciones del Mundo que tampoco elijo, y que pueden ocurrir en cualquier momento: terremotos, loterías, enfermedades, accidentes buenos y accidentes trágicos, entre otros. Estas condiciones que no elegimos, vienen desde el Mundo y no dependen de mi Libertad. Lo que sí depende de mí, es mi modo de Actuar frente a estas cosas. Mis decisiones, mi comportamiento, mis elecciones. De eso sí puedo Responder, no así, de las condiciones del Mundo.
Para terminar, Savater nos recuerda algo que, desde mi punto de vista, es fundamental. La importancia de las relaciones humanas para el desarrollo y constitución del ámbito personal. Ambos se co-determinan, pues para constituirnos como seres humanos necesitamos de la relación con los otros, y del buen trato que doy y recibo; y los otros necesitan de mí para el mismo efecto. Ningún ser humano se crea por sí solo, ni se cría por sí solo. Necesitamos la mirada justa de los otros, pero los otros también necesitan de esta mirada tan mía que puedo dar a los otros. El autor recuerda esto a su hijo, y en esta observación, muestra a su vez, lo bello que es el proceso de ir constituyéndose como un “Yo”. Los conflictos necesarios de la adolescencia, la separación, la diferenciación, las amistades, la rebeldía, la identificación y el aventurarse por sí mismo; ¡todo esto es tan necesario!, “haz lo que quieras”, dice por ahí Savater. Pero esta frase ya no es un capricho, sino el reconocimiento de Sí-Mismo, más allá de todo condicionamiento, más allá de toda funcionalidad. Entonces nace la intimidad, y la capacidad de reconocernos como esa singularidad irrepetible que somos cada uno de nosotros.