Educación y Migración. Una mirada apreciativa sobre Infancia


Llega marzo, y debuta la gratuidad en la educación, respuesta somera del gobierno de turno a uno de los aspectos al que se ha dado uno de los mayores énfasis como parte de la Gran Reforma Educacional, lo económico. Paralelamente, crecen en el mundo movimientos de padres y jóvenes que critican la educación y que se oponen a la escolarización, que luchan por la autoformación y autoinstitucionalización, aspectos que los gobiernos se niegan a considerar como legítimos o buscan castigar.

La educación ha sido hasta ahora uno de los ámbitos centrales en la formación de los ciudadanos y de las personas que somos. Mutuamente se impregna con los proyectos de país de los gobiernos, sus políticas públicas que se plasman en diversos programas y proyectos sociales según la concpeción de ser humano que se sostenga. Pero, desde mi percepción en educación persiste una mirada de transmisión de conocimientos, entonces ¿Qué hay de la formación de personas y de ciudadanos?, ¿Qué tipo de ciudadanos se configuran con modelos de transmisión verticales?, ¿Qué sujeto puede haber ahí?, ¿Y la persona?

En la globalización, marcada por continuos y veloces transformaciones, mundo, personas y sus relaciones se han tornado de mayor complejidad. Por tanto, ya no sería posible continuar educando con fórmulas añejas que suponen como sostén principal el aspecto económico, con contenidos predeterminados y distantes de la realidad de los niños y niñas, y con formas de relacionarse que los pasivizan. Requeriríamos de nuevas formas de pensar, de vernos y de ver al mundo y a los demás, formas que permitan incorporar dimensiones de lo humano que han sido desdeñadas por el conocimiento científico, la racionalidad, el positivismo, e intereses mezquinos, entre otras cegueras.

En nuestro mundo tales cambios obligan a muchas familias a transitar por diversos territorios, culturas y experiencias. La migración atañe también a la infancia…infancia que se ve afectada por políticas de educación e infancia que se tejen según la imagen de niño y niña que se sostenga.

Sorpresivamente, durante mis vacaciones pude encontrar a muchos extranjeros adultos y niños en zonas rurales del sur del país. Uno de esos niños no pudo el año pasado, ni podría probablemente este nuevo año asistir regularmente a clases. Por tal razón las autoridades expertas en infancia de esa zona están a punto de separarlo de sus padres argumentando que sus derechos fueron vulnerados, culpabilizando a sus padres.

Sin embargo, ese niño sufre, porque aparte de sus padres, no tiene más familiares en nuestro país, sufre porque su madre a quien él ama y significa alguien valioso para él está muy enferma, y por tal razón, él dedica gran parte de su tiempo a su cuidado, ya que su padre, por trabajar largas jornadas en el campo no puede…sufre porque sabe que quieren separarlo “por su bien” de sus padres, se siente amenazado. Él, con afirmación, señala que quiere cuidar a su mamá, que no se le ocurre otra cosa sino estar con ella, a quien le da comida, le lee; dentro de sus posibilidades juegan e interactúan; además intuye que ella pronto morirá…sufre porque teme ser alejado de su familia.

Estas escasas palabras que parecen una narración melodramática son una realidad de la diversidad de infancia en el mundo hoy. Con esta realidad me cuestioné sobre quién o qué vulnera a este niño ¿Sus padres o los expertos que buscan su bien?, ¿Ser sacado de su hogar o permanecer en él bajo tales condiciones? No pretendo zanjar una cuestión que encuentra diversas posiciones, ni tampoco minorizar la conquista de los Derechos de los Niños, ni la posición como sujeto ocupa. Desde mis preguntas pretendo manifestar mi mirada apreciativa de la infancia valorando lo que un niño puede, repensar algunos aspectos de la formación/eduación y contenidos que inspiran las políticas de infancia que muchas veces vulneran con una actitud, no de derecho, sino asistencialista y/o paternalista al niño como sujeto, tornándolo un ser pasivo, victimizado.

En el contexto de la migración muchos niños y niñas se ven enfrentados a momentos críticos, a duras realidades, y en incontables casos -como el que parcialmente narro- es posible observar cómo consiguen hacer frente a esas situaciones, tornándose muchas veces actores principales no sólo de su propia vida, sino de su vida familiar, destronando a los adultos de un lugar históricamente asignado, desafiando las concepciones y representaciones que tenemos del mundo, la vida, la infancia, los otros, de nosotros mismos.

En Análisis Existencial uno de los temas de interés central es la motivación, es decir, aquello que mueve o moviliza a las personas a actuar. En ellas, veo cómo se manifiesta aquello que se ha teorizado, es decir, la tridimensionalidad antropológica del ser humano, y especialmente su espítritu. En el caso del niño de quien hablo veo un irrefutable poder, poder de su espíritu, una fuerza, un sentimiento, una convicción y una sabiduría que brota internamente en su adversidad y poder así vivir su propia existencia, es decir, la posibilidad de vivenciarse libre, mediante tomas de posición auténticas en un trato responsable con él mismo y con el mundo, sobre la base de elegir la mejor posibilidad ante su situación.

Esta fuerza está en nosotros, muchas veces brota de forma inconsciente, pero ella también puede ser encontrada, ejercitada y reforzada. En parte, el poder de su manifestación depende de ciertas condiciones que, por un lado deben ser dadas externamente desde una mirada atenta de otros (padres, educadores) a través de una acatitud dialógica, por otro lado, halladas y reforzadas por nosotros mismos y nuestras experiencias y vivencias mediante la capacidad que tenemos de diálogo interno y autodistanciamiento.

Tener presentes estas ideas en el ámbito educativo ofrecería, según mi entendimiento, una posibilidad de acompañar la gratuidad, y de poder revertir la calidad, trasnformar el modo de mirar y comprender al mundo y a nosotros mismos como personas vivas, actores activos de nuestra propia existencia y realidad insertos-en-el-mundo, para poder-ser-allí, donde somos requeridos.

Según Frankl, la psicología, disciplina que gana terreno en el plano educativo y en el diseño e implemetación de políticas públicas y discursos expertos de infancia, se ha nutrido de dos grades corrientes de pensamientos con una particular visión del ser humano. Por un lado, una mirada mecaniscista, que ve al ser humano con tendencia al deseo de placer que logra mediante la satisfacción de su vida pulsional para alcanzar equilibrio; equilibrio que no hace sino pasivizar, apaciguándola. Por otra parte, por una mirada humanista, según la cual el ser humano tiene como objeto de vida la autorealización, centrándose en sí mismo, ya que posee dentro de sí todo material de su potencia. Así, plantea una tercera comprensión del ser humano, incluyendo el deseo o voluntad de sentido (no sólo el deseo de placer). Incorpora también la capacidad personal de autotrascendencia, para dar cuenta de su deseo y necesidad de ir más allá de sí mismo, porque el hallazgo de sentido para la existencia está en el mundo, en la relación con el mundo.

De este modo la tranquilidad, el placer, la felicidad por satisfacción o la autorrealización no serían sinónimos de persona sana, aspecto que imagino buscan proteger los expertos en infancia. Lo sano, se manifiesta también en la tensionalidad, en la crisis, cuando un niño en su adversidad puede tratar con el mundo, eligiendo “libremente” cómo actuar. Pero ¿Cómo desarrollar esa capacidad de manifestación espiritual?

Según Längle, el hallazgo de sentido para una existencia plena, se fortalece mediante las condiciones de la existencia (4MF), pero primariamente, mediante 4 pasos y capacidades del ser humano de lidiar consigo y el mundo en diversas situaciones: percibir, valorar, decidir, actuar.
Considero, que en este proceso, del niño inmigrante que vive en el campo, sucedió de forma espontánea.

Mediante su capacidad de percibir, se percató de su situación real de vida, su madre está enferma y puede perderla, dando cuenta de haber tomado distancia de sí, para ir más allá de sí.

El valor que significa su madre y su familia surge en él cuando se contacta con haber sido afectado por su situación y surge un sentimiento por lo valioso de estar con su madre, por sobre su deseo de ir a clases y jugar con amigos.

Dentro de sus posibilidades, incluso la de ser sacado de su hogar para cumplir sus derechos, él sigue eligiendo su itención de cuidar a su mamá, porque ha aceptado su situación, porque valora la relación con su madre, porque le hace también bien a él, no sólo expresa su intención, sino, por sus acciones vemos que tiene la disposición a actuar conforme a su desición sentida, ejerciendo su libertad, y a responder a la situación.

Finalmente, mediante sus capacidades y las condiciones situacionales, él diseñó un camino singular, puesto que al leerle a su mamá, según decía, también aprendía, estudiaba, viajaba con su imaginación, en ese actuar él se siente bien, incluso se consuela ante la idea de saber que probablemte su madre más adelante ya no estará, abierto al mundo, inserto en un contexto que lo abarcaba, pleno de sentido para él.

Veo como este pequeño gran existente, no sólo da sentido a su vida, no sólo se hace cargo de su querer compartir con su mamá y ayudar a su familia, sino, también se autoeduca o se autoforma, logrando adquirir y desarrollar conocimiento, de sí, de los otros, del mundo, encuentra información; se forma una opinión de la situación, estructura su fuerza yoica, visualiza y se visualiza en una totalidad situacional; afianzada la actitud hacia un actuar libre y responsable, además de insertarse en el mudo, siendo-allí ¿Cuántos adultos logran esto?

Considero que estas actitudes son condiciones para un ejercicio ciudadano, pero que en muchas ocasiones, el discurso experto en educación e infancia, mediante sus intervenciones tiende a desechar, despojar, minorizar, desvalorizar, cuando encuentra resitencias a estas ideas de autonomía, libertad e individuación, victimizando, pasivizando a niños y niñas. Conferir el ejercicio de sus derechos, no es excluyente, y por tanto no debiera cegarse a la realidad existencial del ser humano, a lo que brota de su interioridad como voluntad de sentido, o viéndole sólo como sujeto de autorealización y derecho, cuando no se considera su intencionalidad, su capacidad de autotrascendencia y el valor de sus decisiones, de sus motivaciones, de sus relaciones, su capacidad de entregarse con aprobación a sus elecciones.

La educación de calidad busca sujetos capaces de ejercer sus derechos libremente y ciudadanos responsables, activos, actores capaces de construir su realidad y la realidad social. El discurso experto se inhabilita cuando habla de los niños y niñas, como específicamente acá de niños migrantes y sus situaciones existenciales como persona, de su dignidad, pero no define qué entiende por persona o bien reduce su concepción, sin incorporar su integridad, la fuerza de la dimensión espiritual y su capacidad de desarrollo interconectada con el mundo y los otros, cuando se desconce su complejidad.

Alejandra Fonseca

Psicóloga Clínica
Formación en Psicoterapia en Análisis Existencial
Santiago, Chile

ps.alejandrafonsecam@gmail.com

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Chile
Infancia - Childhood
N° 15 - 2016