Amantes y Enemigos, cuentos de parejas


Rosa Montero, Editorial Alfaguara

“Hola”, “¿Qué tal?”, “¡Felicidades!”, “Mi más sentido pésame”, “Adiós”. Son algunas de muchas expresiones que tenemos para saludar, despedirnos y dar cuenta de una situación determinada como el cumpleaños o la muerte de alguien.
¿Tenemos consciencia de cómo hacemos la primera aproximación a otro? ¿De cómo la cierro? ¿Son escogidas y sentidas esas palabras? ¿Soy capaz de ver y dejarme ver por otro?
A veces puedo escoger no saludar ni despedirme, es decir, no hacer caso al ritual cultural. De ser así, ¿Estoy abierto a preguntarme, y responderme por cierto el por qué eludirlos? ¿Qué sucede conmigo que siento las ganas y/o la necesidad de hacerlo? ¿Qué de mí puja a no mostrarme?

Rosa Montero, en su libro de cuentos “Amantes y EnemigosCuentos de parejas” (1998, Alfaguara), nos muestra cómo en cada encuentro y desencuentro de estas duplas nada queda al azar. Con muchísima lucidez relata cómo saludos y despedidas se alzan con total coherencia en relación a la manera de vincularse que tienen.
Muestra cómo se condicionan los abrazos, caricias, besos y palabras afectuosas a la reciprocidad afectiva que existe entre estos amantes o ex amantes. O bien, a la no reciprocidad, es decir, a la disparidad en la relación, a que uno de los amantes ame más que el otro, que desee más que el otro, que ame en silencio y el otro no se entere jamás.
Estos 19 cuentos son todos distintos, algunos pueden sonar curiosos hasta sórdidos y perversos. Sin embargo, hay un hilo que los une: cada personaje cuenta su historia de manera tan verdadera, desde su sentir, desde su verdad, que finalmente se hace difícil (imposible, para mi gusto) enjuiciar el modo de relacionarse que tienen con otros. Cada personaje realiza sus primeras aproximaciones al otro y se aleja del modo que siente, quiere y puede.

Se puede tornar chocante comprender cómo un enano homosexual sea capaz de atentar contra su amado, cómo una mujer decide tener relaciones sexuales de manera habitual con un “adonis” frente a su ciego marido, ó cómo es que un joven atractivo decida mantener una relación con una señora añosa que apenas tolera…
Cada cuento se da en un contexto (como todo encuentro en nuestra vida) el cual nace, a veces, con un saludo y termina, a veces, con una despedida. Se da el puntapié inicial cuando preguntamos, o no, acerca del otro y finaliza con la frase típica o sentida que cada cual tenga para despedirse. Estos rituales enmarcan el tipo de relación y vínculo que tengo y tendré, y por esa razón no da lo mismo cómo me disponga a ellos ya que sostienen y dan soporte a la esencia y sustancia de la relación. Permiten, o no, que sean tan genuinas como mentirosas y superficiales. Son la puerta de entrada y salida a espacios íntimos y verdaderos.

Estas breves y dinámicas historias me llevan a reflexionar acerca del cómo iniciamos y finalizamos los encuentros y desencuentros, de cuánto estamos dispuestos a mostrar y ocultar cuando nos vemos frente a nuestro amante, ex amante, amigo o enemigo. Cómo y qué es ese ritual que llevamos muchas veces de manera autónoma, inconsciente, que es saludar y despedirme, felicitar o lamentar a y con otro. Cuán atenta estoy a cuidar mi intimidad y respetar mi pudor cuando decido compartirme con otro. De qué se trata mi apertura al devenir y acontecer cuando me relaciono.

Ahora que se nos viene fin de año a horcadas tenemos varias posibilidades de observarnos en estos pequeños y decidores detalles culturales enmarcadores de relación. Con las fiestas patrias, comidas de fin de año, navidad y nuevo año, viene el clásico abrazo que pretende compartir felicidad y buenos augurios. Pero, ¿quiero compartirme en estos ritos? ¿quiero y puedo verte en tu estado genuino? ¿soy capaz de mantener tu mirada, tu abrazo, tus caricias tal cual vienen, sin expectativas ni juicios? ¿tiene sentido para mí saludarte y desearte “lo mejor” ¿lo siento? ¿lo encarno?
Si el 31 de diciembre nos pilla con un amante, ex amante, amigo o enemigo, regalémonos la posibilidad de ser auténticos y sinceros en esos pocos minutos que dura mirarse, decirse lo que surja y soltar el abrazo en son de despedida. Que tenga Sentido.

Rita Macari
Psicóloga Clínica
Postítulo en Análisis Existencial
rita.macari@gmail.com