“Hay que sacarse lo femenino y lo masculino de encima para llegar a ser uno mismo”
Ser Mujer y Escribir en Chile es uno de los principales temas de investigación de Ana Traverso. Hoy radicada en Valdivia, ejerce como docente y Secretaria Académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile. Desde su apacible hogar nos cuenta cómo observa lo femenino y lo masculino en la literatura y nos enfrenta a la pregunta de cómo ser uno mismo frente a las construcciones culturales muchas veces impuestas.
DE LO FEMENINO, LA MUJER Y LA LITERATURA
¿Cómo surge en tí investigar acerca del “Ser mujer y escribir en Chile”?
La curiosidad surgió al tener que organizar un programa de curso escolar, en el cual encontramos principalmente autores masculinos y una ausencia alarmante de mujeres, lo que implicaba que la perspectiva de la mitad de la población no aparezca representada en la historia de la literatura chilena. Intentamos conocer cuáles eran las autoras mujeres chilenas y descubrimos muchas, que si bien publicaron varios libros en su vida, de forma similar a los autores varones, no son reconocidas.
Si te adentras en esas obras, descubres que son efectivamente diferentes a los escritos de los hombres y que obligan a leerlas desde otro punto de vista. Si las lees desde los mismos cánones con los que aplican los autores hombres, resultan deficientes (intimistas, sentimentales, incluso, relativamente desordenadas). Así, cuando tú evidencias esos problemas a los estudiantes o a cualquier lector actual, aparece una obra con sentido.
¿Puedes contarme cómo ha sido este camino a partir de tus propias vivencias personales?
Los estudios de género o la perspectiva de mujer implican tomar una posición que sin ser necesariamente “feminista” se aplica no solo a las novelas sino también a tu vida. Creo que como docente esto ha sido importante en la medida en que he intentado transmitir a los que serán profesores de enseñanza media ciertas preocupaciones respecto de la reproducción de modelos de género desde la educación temprana.
¿ Qué descubres al leer estos textos escritos por mujeres ?
Los textos de las primeras mujeres en el cambio de siglo reproducen la literatura masculina tradicional, con los estereotipos de la “mujer ángel” como protagonista. Desde la década del ’20 en adelante, la literatura empieza a complejizarse cuando la autora intenta ser ella misma al sacarse los moldes de esa literatura impuesta por escritores hombres y con los que no necesariamente se siente identificada. Así, buscará descubrir sus verdaderos personajes desde una perspectiva que tiende a reflexionar respecto de ella misma y que podría estar relacionada con la 1ªMF en la medida en que se cuestionan sus capacidades. Las preguntas claves son: ¿soy acaso una escritora?¿seré capaz de hacer esto?.
Relacionada a la 3ªMF, que conlleva a tomar una determinada posición, la pregunta constante de estos personajes femeninos es precisamente ¿quién soy?. Curiosamente, es un personaje masculino (su pareja, un lector, un crítico) normalmente quien le dice lo que ella es, semejante a la voz del espejo de la bruja de “Blanca Nieves”, que define quién es la más linda, dando cuenta de la mirada tradicional de lo que es femenino.
Es interesante este cuestionamiento de la mujer con una cultura que ella ve masculina y con la cual intenta enfrentarse, rechazando o proponiendo otras maneras de entender el “ser mujer” y “lo femenino”. En este sentido, para llegar a la motivación del sentido, lo femenino y lo masculino la mayor parte de las veces aparece como un corsé. Al preguntarme quién soy yo misma, y decirme soy mujer, me aparece ya un prototipo cultural que enmarca mi respuesta.
MUJER Y LITERATURA
¿Qué es ser mujer para ti?
Ser mujer en Chile. Porque ser mujer (u hombre), creo, implica vivenciarlo desde un espacio, en un tiempo, en un lugar, con otras personas, en una relación. En mi experiencia, y tal vez porque me muevo en un ámbito supuestamente progresista y abierto como es la academia, es más bien positiva. Las nuevas generaciones cada día están más sensibilizadas con las cuestiones de género, asunto que ha ido aireando un poco esa masculinización de la academia, si bien en la UACh siguen los hombres ocupando la mayor parte de los cargos directivos y donde hay pocas voces que representen a las llamadas minorías sexuales. Faltan más gays y lesbianas entre los académicos, pero empiezan a aumentar entre los estudiantes.
Ser Mujer, ¿lo asocias directamente a lo femenino?, ¿cómo es tu relación con lo femenino y cómo lo significas en tu vida cotidiana?
Cada vez me parece un término que tiene menos sentido para definir a las mujeres y a los hombres (porque lo femenino también sirve para hablar de los hombres). En la realidad actual, un hombre siendo padre, por ejemplo, es similar a una mujer siendo madre: ambos se encargan de educar a los hijos, de entregar cariño, de cumplir con las obligaciones, por lo tanto los calificativos de “maternal” y “paternal” pierden la utilidad que podrían haber tenido antes, cuando estaban claramente diferenciados sus roles y tenía sentido hablar de responsabilidades y cualidades maternales y paternales. Si ambos cumplen los mismos roles estos términos pierden su sentido.
LO FEMENINO Y MASCULINO DESDE EL AE Y LA LITERATURA
Para el Análisis Existencial, la 1ª Motivación Fundamental está más relacionada con lo que comúnmente asociamos más a características masculinas: fuerza, protección, proacción, objetivo, etc. y la 2ª Motivación Fundamental tiene mucho de lo que comúnmente conocemos como características femeninas (relación, tiempo (esperar), cercanía, acogimiento, etc.) ¿Concuerdas con estas atribuciones sobre lo femenino y lo masculino?,
No soy analista existencial pero entiendo que la idea de las 4 Motivaciones es que podamos desarrollarlas todas, por lo tanto, atribuirle más capacidad al hombre en una y a la mujer en otra, creo que no cumple con el objetivo para el cual está pensada esta teoría. Creer que tienes deficitaria un área por ser mujer u hombre, me parece que además de hacer más difícil la tarea de desarrollar las 4 motivaciones, contribuye con ideas estereotipadas respecto de los géneros que en la práctica tampoco es muy cierto. Incluso de la 1ªMF hay varias cualidades implicadas, como el aceptar y el soportar, que tradicionalmente se atribuyen a las mujeres.
En el caso de “sentir la vida”, me parece más bien que es un problema del sujeto moderno, más que del hombre o de la mujer. El dar espacio y tiempo al otro tiene que ver con el ritmo de la modernidad. Tanto hombres como mujeres somos igual de rápidos y sordos a lo que nos está sucediendo. Tal vez, más que entenderlas como motivaciones femeninas o masculinas, habría que pensar cómo a las mujeres u hombres, con las limitaciones de los roles que hay en su cultura, se les hace más difícil o fácil cumplir con cada una de ellas. En este sentido, habría que intentar sacarse lo femenino o masculino de encima para llegar a ser uno mismo, y así, quizás, lo que inicialmente aparecía como un problema o una contradicción, refleja un modelo inculcado que nos estaba dificultando poder realizar lo que queríamos.
¿Notas en la literatura esa diferenciación masculino-femenino, en la escritura de mujeres y hombres o entre las mismas mujeres?
Sí. Es un problema fundamental. Puedes ver una especie de sucesión desde esta reproducción de los imaginarios tradicionales a la pregunta por “quién soy” y “qué lugar ocupo”, la que, en general, se resuelve trágicamente con suicidios o asesinatos de los personajes femeninos; no hay un desarrollo fácil. Todas estas novelas, hasta los 60, son muy anti matrimonio al entenderlo como un espacio restrictivo que resalta el modelo de la “mujer-madre-esposa” e impide a los personajes desarrollar sus aspiraciones creativas. Cuando se alejan del modelo tradicional, eligiendo la “soltería”, la escritura, la vida sexual más liberada, las mujeres son tratadas por los personajes masculinos de locas, enfermas, irracionales, y ellas en lugar de demostrar lo contrario, confirman con su conducta rebelde esta locura e “irracionalidad”.
SSER MUJER Y ESCRIBIR EN CHILE
A partir de tus propias investigaciones, ¿consideras que existe como tal una literatura de mujeres y para mujeres?, ¿puedes contarnos sobre tu mirada respecto de la evolución de la literatura escrita por mujeres en Chile?
Alrededor de los ’50 se produce una especie de “boom” en la escritura de mujeres que es consumida, en parte, por las propias mujeres. Producto del esfuerzo del Estado por educar a la población, por esos años se logró desarrollar una industria editorial potente y al alcance del bolsillo, y las mujeres (burguesas y de clase media) serán las principales consumidoras de novelas. A partir de los 80 en adelante, comienza a producirse una literatura escrita por mujeres de carácter feminista o con conciencia de género, pero que, paradójicamente, no necesariamente está dirigida exclusivamente a un público femenino (es el caso de narradoras como Diamela Eltit, o poetas como Carmen Berenguer, Verónica Zondek, Soledad Fariña, entre otras). Quizás, las actuales Isabel Allende o Marcela Serrano continúan la línea de una literatura tradicional, más intimista, con preguntas acerca de los problemas de las mujeres y, por lo tanto, normalmente son leídas por mujeres. Pero el resto, tanto en poesía como en narrativa, yo diría que plantean problemáticas comunes a hombres y a mujeres.
A la hora de escribir como investigadora, ¿en qué te detienes para desplegar tu pluma o escribir en términos de investigación?
Es difícil hablar de estilo propio dentro de un formato tan predefinido como un artículo académico. Probablemente uno vaya internalizando y reapropiándose de ese tipo de discurso hasta acomodarse en él.
Mi preocupación, en ese sentido, más que desarrollar un estilo propio es darle un contenido histórico, por una parte, intentar situar las obras en su tiempo y, por otro lado, no alejarme demasiado del texto: dialogar con él desde las preguntas y problemáticas actuales. Creo que hay gente capaz de analizar un texto mucho más especulativamente; yo no tengo la capacidad de especular alrededor del texto sin estar refiriéndome constantemente a él mediante citas.
¿Existe alguna autora en particular que te llame la atención desde su experiencia como mujer o desde su femineidad por su singularidad?, es decir que se aleje de los cánones tradicionales asociados a estas dos categorías, o formas de ser/estar-en-el-mundo.
Qué difícil. Creo que alejarse es siempre difícil y, muchas veces, violento, como hemos visto, hasta que se hace natural, se normaliza. Gabriela Mistral se tuvo que ir de Chile para desarrollarse como poeta, y hasta el día de hoy produce polémica y discusión el hecho de si fue o no lesbiana. Era excepcional que una maestra de escuela, proveniente de un pueblo chico y pobre del norte, llegara a obtener tan joven un reconocimiento como los “Juegos Florales”, el primer premio importante en Chile, lo cual sorprendió a la crítica y a la comunidad artística. Y será fuera de Chile que desarrollará su carrera literaria, sola, con ayuda de su inteligencia para establecer contactos, lo cual le permitió obtener el Premio Nobel: la primera mujer y primer latinoamericano en recibirlo. Ella representa un ícono de la excepcionalidad: talentosa, famosa, reconocida, soltera, lesbiana.
Ser mujer y escribir en Chile fue un tema que te llevó a escribir sobre ello. ¿Piensas tú que esta temática podría proyectarse a otras actividades como por ejemplo ser mujer e investigar en Chile, ser mujer y hacer política en Chile, ser mujer y enseñar en Chile, etc.?
Claro. Ser mujer y hacer política en Chile fue la discusión que generó Bachelet cuando asumió la presidencia, junto a los imaginarios que surgieron en torno a una mujer en el poder: se la entendió como una figura maternal. ¿Pero en qué se sustenta esa imagen? Porque a mí ella me parece empática, simpática, sencilla, sin muchos dotes oratorios, pero no sé si eso es femenino o maternal. Lo mismo ocurre en los otros ámbitos: ser profesor y enseñar en Chile ¿qué significa?.
Desde acá se van evidenciando los límites de tu cultura y lo que tú mismo te impones para asumir una ocupación: cómo le vas asignando condicionantes de género a tu trabajo, y feminizando o no una profesión. En este sentido, los términos de femenino y masculino no informan sobre cómo se vivencian en la práctica las ocupaciones; más bien reafirman los estereotipos aprendidos, los cuales muchas veces no dan cuenta de la realidad concreta. En cambio, hablar de incorporar mujeres a la política, más que un aporte desde lo femenino, permite visibilizar sus realidades; lo mismo al incorporar grupos pertenecientes a otras etnias o jóvenes, por ejemplo.