Bía, brasileña, psicóloga, casada con chileno hace 16 años, vive en Santiago desde 2001. Alguna vez sintió que necesitaba conocer este país para descubrir algo importante de sí misma. Más tarde se vinculó de manera permanente y decidió radicarse y construir una familia aquí. Alumna del Postítulo en Análisis Existencial, para Bía es un desafío constante vivir la libertad, que define como la capacidad de amar y expresar lo que el corazón clama.
El encuentro con Chile
¿Cuándo y en qué contexto te vienes a Chile?, ¿fue una opción desde la libertad personal, o más bien debiste hacerlo, sin opción?
Cuando empecé a pololear en Brasil con mi marido, estaba consciente de la posibilidad de venirnos alguna vez, principalmente por su hija. Me encantaba Chile como turista, pero sabía también que vivir acá significaría un cambio muy grande en mi vida, a la vez sentía que me correspondía hacerlo. Fue una decisión madurada durante 2 años, lo que posibilitó que fuera consciente y libre. Mi marido está abierto a que volvamos a vivir allá. Como quería que me fuera bien en este gran cambio, traté de prepararme lo mejor posible en varios aspectos de la vida práctica santiaguina.
¿Tenías una imagen previa de Chile, de la sociedad, de nuestra cultura?, ¿y cómo la contrastas con lo que comienzas a observar y vivenciar?
Antes de pololear con mi marido, tenía muchas ganas de conocer Chile. Me pasaba algo especial, que no podía explicar, sentía que necesitaba venir y que escalando la cordillera descubriría algo importante de mí. Como psicóloga pensaba que uno no necesitaba un lugar externo para conocerse a sí. En esa época no podría imaginarme jamás que iba a establecer una relación tan íntima y permanente con el país -casarme con un chileno, vivir acá, formar una familia con cuatro hijos santiaguinos, y todo lo que ha venido después. Acá fui conociendo cosas nuevas y confirmando otras. Se reforzó la idea que tenía de la solidaridad, que las personas se mueven mucho cuando hay alguna necesidad social importante, eso lo encuentro muy lindo.
La opción de venir a Chile ¿significó para tí renunciar a valores que tenías en Brasil?, ¿cuáles eran esos valores?
Renuncié a la convivencia con personas queridas, a posibilidades de trabajo, pero no a valores, sino me perdería. Por ejemplo, no perdí el valor de la familia, de hecho renuncié libremente a ella por esta nueva familia. Para renunciar a todo lo bueno de Brasil, tenía que ser por algo muy valioso, y con él -mi marido- me iría a China si fuera necesario. Los valores como la búsqueda de la verdad, la autenticidad, el respeto hacia sí mismo, hacia el otro, hacia el mundo, el amor a la naturaleza, la justicia, la creatividad, la libertad, la fe, la amistad, la búsqueda de la paz, esas cosas para mi siguen siendo lo fundamental. Lo que si se me debilitó mucho en un principio fue el valor propio.
Yo creo que las renuncias nunca son fáciles, pero no me arrepiento ni un segundo porque ésa es mi vida y lo que he recibido acá es mucho más de lo que yo he sembrado.
A propósito de los valores que permanecen y habitan en tí ¿existe en Chile algún espacio de encuentro con tus tradiciones y cultura, con los tuyos, con tu origen?
Varias cosas; la música brasilera me hace muy bien y mi marido es su mayor promotor. También comidas que mi abuela me hacía, les encantan a mis hijos. Jardinear también me conecta con mis raíces, por mis antepasados maternos que eran todos del campo. Es muy propio mío ese vínculo que me hace disfrutar con la hojita nueva que nace. También poder hablar portugués en mi casa o con un grupo de amigos brasileros misioneros me hace sentir feliz y en casa. Cuando alguien vienen a vernos, nos traen un poco de Brasil también.
Desde mi experiencia, las personas en Brasil tienden a ser cálidas y francas, no es que todas los sean, pero al menos en el trato interpersonal se da ¿cómo ha sido el intercambio con los chilenos?
Al principio me costó entender la poca expresividad del cariño y de la alegría principalmente, por timidez y falta de costumbre de muchas personas que conocí. Estaba acostumbrada a dar y recibir muchos abrazos, mucho más verbalizaciones de cariño. Cuando me encontré con esa forma menos expresiva de vivenciar el afecto, empecé a sentir que estaba desnutriéndome, yo estaba acostumbrada a tener esa “vitamina” todos los días… me fui sintiendo rara. Sentía que necesitaba adecuarme a ciertos modelos y formas que no conocía. Me demoré mucho en ir comprendiendo las dinámicas y códigos sociales no verbalizados pero que, sin embargo, son muy fuertes. Muchas veces metí la pata porque no los conocía. Con el pasar del tiempo, aprendí a convivir con la forma más chilena de expresar cariño.
En relación a la franqueza, yo nací en una ciudad que se llama Franca, y también he ido aprendiendo a decir las cosas con la misma franqueza de antes, pero con más tacto.
El AE en el trabajo y la vida cotidiana
Después de 3 años de formación ¿de qué se trata para tí la libertad?, ¿qué te ha aportado el AE en términos de tu libertad?, ¿percibes algo?
Creo que la libertad es amar, es ser tan uno mismo, que se es capaz de decidir entregarse sin perderse a sí mismo, creciendo y ayudando para que el otro crezca, para que el mundo crezca. Ese potencial y esa búsqueda son muy humanos, algo que yo también busco. Cuando soy capaz de experimentarlo, hay una sensación de plenitud en ese momento, de expansión, de libertad, armonía y sincronía con el mundo.
El AE me ha dado más herramientas para conocerme, que me ayudan a acoger mejor mis talentos y debilidades; a entender tendencias que, mirando para atrás, veo que han sido recurrentes. Hoy día puedo entender y asumir mi historia con más libertad, conocimiento, cariño y recursos. Siento que me ha ayudado también el mirar al otro y al mundo con más flexibilidad y respeto.
La auto-experiencia con el grupo chico ha sido muy importante en ese proceso, donde me he sentido muy libre para poder ser yo misma, para mostrarme como soy. Con espacio y soporte para expresar mis quejas, o dificultades en ese proceso de adaptación a las costumbres chilenas y a los desafíos propios de la vida. Siempre he sentido que hay en el grupo un espacio de acogida y cariño entre todos y cada uno de sus miembros. Para mí ha sido una de las experiencias más lindas en términos de relación con el otro, personas tan distintas se encuentran con una disposición a crecer, ayudarse, aprender. Eso me ha ayudado a ver y disfrutar mejor la belleza original de cada ser humano.
En este proceso de cambio de país, entre asumir roles distintos, aprender nuevos códigos y tratar de adaptarme, yo me perdí mucho, me desconocí, me olvidé de mí, entonces para mí ha sido muy importante ese rescate, y el AE ha sido una herramienta esencial, aunque no la única. La formación en ICAE, para mí fue un ampliar esa estrechez, porque es como volver a lo mío, a la psicología. Dentro del ritmo que yo puedo, voy ampliándome para poder entregar lo mejor de mí. Sé que falta mucho, pero siento que estoy caminando, a veces más lento, a veces más rápido, pero estoy caminando.
En tu trabajo en Chile trabajando en el área social y pastoral de un colegio católico, ¿cómo trabajas y pones en práctica el tema de la libertad entre los alumnos y profesores?
Una de las principales cosas que hago es trabajar con alumnos, funcionarios y apoderados, con actividades y proyectos, volcados a la vivencia de los valores cristianos, a través de la solidaridad y también del desarrollo de la fe. Los apoderados y alumnos ayudan de manera voluntaria, y veo allí el ejercicio de la libertad en ellos a cada momento de ocupar su tiempo para entregarse a los demás, para conocer a los otros. Y la libertad del otro es algo que estoy obligada a respetar, yo trabajo básicamente con el otro en su condición de libertad.
¿Has incorporado en tu vida algo en particular de los chilenos?
Mi familia brasilera me dice que sí. Tengo ya muy incorporado el español y la cultura chilena. Siento que soy como una semilla híbrida, porque nunca más voy a ser una brasilera típica que nunca vivió afuera (yo llego allá y sé que tengo una mirada distinta) y tampoco voy a ser chilena. Hay mucha gente en esa situación en el mundo, es una gran oportunidad, ya que hay tantos lugares en el mundo para conocer y vivir.