Aplicaciones prácticas de la terapia feminista

Practical applications of feminist therapy


Desde el principio de la historia de la humanidad, el hombre ha sido considerado como el ser humano por defecto mientras que a la mujer se le ha pensado más bien como una anomalía. Esta reflexión no es novedosa o reciente, ya desde 1949 Simone de Beauvoir escribió en su obra más conocida, “El Segundo Sexo”, lo siguiente: «La humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí, sino respecto de él; no la considera como un ser autónomo. […] Él es el Sujeto, él es lo Absoluto; ella es el Otro».

Esta concepción trae consigo innumerables consecuencias para ambos sexos[1], pero es el género femenino el que históricamente ha sufrido las consecuencias más devastadoras en todos los ámbitos: desde el diseño de herramientas y objetos de uso común, hasta la detección y tratamiento de enfermedades que se basan en datos recolectados casi exclusivamente en especímenes masculinos. Este fenómeno ha sido investigado exhaustivamente por Caroline Criado Perez, en su libro “La Mujer Invisible”.

La psicología y la psicoterapia no se han visto exentas de este sesgo cognitivo, conceptual y cuantitativo. Francisco Humberto Eduardo Almeida Acosta (2019) propone que tanto la Psicología en general, como la Psicología Social en específico, se quedaron rezagadas y no han llegado a desarrollar posturas antihegemónicas, anticapitalistas y antipatriarcales firmes, como lo hicieron otras Ciencias Sociales y Humanidades a principios del siglo XX (Almeida Acosta, 2019). A la base de esta aseveración, está el supuesto de que la psicología es una ciencia social, lo cual puede ser un tema sujeto a debate; no obstante, no hay duda de que la Psicología como disciplina ha avanzado poco en términos de igualdad, interseccionalidad y feminismo en la práctica psicoterapéutica. Por lo tanto, la finalidad de este artículo es ampliar la difusión de la psicoterapia feminista como método terapéutico para implementarse a cualquier corriente clínica y, específicamente, al Análisis Existencial.

Aunque falta mucha divulgación, la terapia feminista ha sido propuesta y desarrollada desde hace algún tiempo por diversas autoras. Conforme se desenvolvía la segunda ola del feminismo en el mundo alrededor de la década de 1960, las exigencias por la igualdad entre los géneros propiciaron descontento y objeciones frente a la Psicología Clínica tradicional por ignorar y no ofrecer tratamientos efectivos frente a las necesidades específicas de las mujeres (Padilla Díaz, 2014).

Con la tercera ola, en la década de 1980, estos reclamos se volvieron más apremiantes y surgieron propuestas de portavoces de la salud mental como Irene Meler, Ana María Fernández, Mabel Burín, entre otras. Ellas expusieron el malestar psíquico que experimentaban gran cantidad de mujeres en muchos casos debido a la opresión y posición de subordinación que vivían como resultado de la prescripción social de su género (Bedolla Miranda & Méndez Llamas, 2004).

No obstante, la Psicoterapia Feminista se ha desarrollado con verdadero rigor científico y fundamento clínico apenas durante las últimas tres décadas (Padilla Díaz, 2014). En 1997, Carolyn Z. Enns publicó su libro “Feminist Theories and Feminist Psycotherapies”, en el cual desarrolla seis características a aplicarse en la Terapia Feminista, que se exponen con detenimiento más adelante (Bedolla Miranda & Méndez Llamas, 2004). Por su parte, en 2001, Laura S. Brown publicó su obra “Feminist Therapy”, en la cual brinda una definición concisa de consejería y terapia feminista que es usada ampliamente por consejeros y terapeutas al día de hoy, citada por Padilla Díaz (2014) como: “[…] un enfoque postmodernista, integrativo, que enfatiza el análisis de género, de poder y el social como estrategias de cambio”.

¿Qué se entiende, entonces, por terapia feminista? La terapia feminista sería una respuesta a terapias más tradicionales que interpretan los padecimientos de las mujeres como psicopatologías causadas por falta de adaptación al mundo creado bajo una mirada masculina hegemónica y opresiva (Bedolla Miranda & Méndez Llamas, 2004). Para una comprensión más clara, conozcamos las seis características que propuso Carolyn Z. Enns:

  1. Considerar los factores externos: sociales, culturales y políticos que en gran medida contribuyen a los problemas que enfrentan las mujeres.

  2. Impulsar en los clientes el involucramiento en acciones de cambio sociopolítico, el cual estaría estrechamente ligado al cambio personal.

  3. Hacer a los clientes conscientes de su condición social y política, para desde allí partir a lograr los cambios sociales necesarios y comprender las demandas o exigencias de los otros.

  4. Analizar los roles de género tradicionales y opresivos en las relaciones íntimas y familiares donde las mujeres se encuentran en desventaja social respecto a los hombres.

  5. Favorecer que los clientes cuenten con autonomía financiera.

  6. Buscar que los clientes prioricen sus necesidades individuales y se planteen objetivos personales.

Además, en 1993 se llevó a cabo la Conferencia Nacional de Adiestramiento y Educación en Perspectivas Feministas, en la cual se llegó por consenso a establecer seis principios éticos que deben regir la aplicación de la terapia feminista (Padilla Díaz, 2014):

  1. Lo personal es político: las patologías tienen orígenes no sólo intrapsíquicos, sino que es necesario reconocer como causas las estructuras de poder y opresiones sociales, políticas y económicas reflejadas en la inequidad entre los géneros.

  2. Compromiso a favor de acciones de cambio social: el consejero o terapeuta participa activamente en conseguir una transformación social e investiga las causas que provocan la opresión y desigualdad social que vivimos.

  3. Validación de las vivencias de mujeres y niñas: reconocer y nunca desestimar las experiencias vividas asociadas al género y la socialización desde la infancia como: acoso, violencia física y sexual, trastornos alimenticios, etc.

  4. Relación terapéutica equitativa: debemos tener una relación no autoritaria y sin ningún tipo de supremacía jerárquica. Partiendo del principio de que el cliente es el experto en sí mismo y buscando perpetuar relaciones equilibradas en el consultorio, para después ser reproducidas en la vida cotidiana.

  5. Reformulación del estrés psicológico: alejarnos de la patologización y contextualizar las experiencias como crisis a superar o etapas de desarrollo de vida.

  6. Análisis integral de la opresión: se refiere a la interseccionalidad, es decir, la manera en que distintos tipos de opresión confluyen: no sólo con base en el género, sino también en la raza, la orientación sexual, la clase social, etc.

Como podemos ver, estas características y principios éticos, no hacen de la Terapia Feminista una corriente terapéutica en sí misma, sino que estos puntos se pueden aplicar fácilmente a cualquier escuela o pensamiento psicoterapéutico ya establecido. Estos preceptos presuponen que un profesional de la Salud Mental interesado en informar bases feministas a su práctica, tendrá como responsabilidad personal abrirse al compromiso y a la acción social de la búsqueda de una sociedad más igualitaria.

Padilla Díaz (2014) indica que hay ciertas corrientes particularmente susceptibles a implementar las bases de la Terapia Feminista. Por ejemplo, la Terapia Centrada en la Persona de Carl Rogers, ya que en ella el consejero brinda empatía auténtica con total apertura y aceptación y sin ninguna relación jerárquica. Asimismo,  la Terapia Racional Emotiva de Albert Ellis, que se orienta en derribar pensamientos irracionales, fácilmente podría desmitificar los roles rígidos de género interiorizados. En la terapia Gestalt, las técnicas de la silla vacía, del alter ego, de la relación yo-tú o de asuntos pendientes fácilmente pueden incluir las características de la terapia feminista previamente descritas.

Ahora, me atrevería a proponer que no hay terreno más fértil para poner en práctica estos preceptos que el Análisis Existencial. Desde sus bases fenomenológicas, nos ubicamos ya en una relación no jerárquica, donde el paciente es el experto de su situación. Los terapeutas analíticos existenciales que se rijan por las pautas de la terapia feminista ya discutidas, tendrán un campo de acción más amplio y efectivo en sus intervenciones.

Desde las cuatro Motivaciones Fundamentales, las respuestas a las preguntas: ¿Puedo ser? ¿Me gusta vivir? ¿Me es permitido ser así? ¿Para qué es bueno que yo sea? (Längle, 2009) podrán tener respuestas originadas en la opresión que nuestros clientes pueden estar viviendo con base en su género, raza, clase social, orientación sexual, etc.

También, los diversos métodos del Análisis Existencial son fáciles de adaptar para que incluyan los principios éticos y características de la Terapia Feminista, a saber:

  • En el Análisis Existencial Personal podemos aplicarlos en todos los pasos: desde la descripción informativa y el establecimiento de la relación del AEP0, a la auto-aceptación y análisis fenomenológico del AEP1, pasando por el auto-distanciamiento y toma de posición interna del AEP2, para terminar con la auto-trascendencia y toma de posición externa del AEP3 (Längle, A. 2003).

  • En el Método de Fortalecimiento de la Voluntad: podemos rastrear los orígenes de la disonancia cognitiva o debilidad de la voluntad más fácilmente si partimos desde una perspectiva interseccional de género (Längle, S. 2003).

  • Igualmente, en el Método de Búsqueda de Sentido, la Terapia Feminista será de gran utilidad para recoger las cuatro funciones fundamentales de la interacción humana en el mundo, es decir: percibir, sentir, pensar y actuar (Längle, S. 2003).

  • Finalmente, en el Método de Posicionamiento Personal estos conceptos pueden ser de gran utilidad para contrarrestar las convicciones generalizadas y suposiciones que ocasionan pasividad y bloqueos por sentimientos de impotencia (Längle, S. 2003).

El feminismo es tanto una filosofía como un movimiento político, por lo cual su aplicación en diversas áreas de la vida cotidiana, no es sólo asequible, sino necesaria para lograr una sociedad más justa y equitativa. Una sociedad que reconozca y honre nuestras diferencias para proporcionar soluciones factibles a problemas actuales, en lugar de propiciar discriminación, opresión y desigualdad con base en esas mismas diferencias. Como profesionistas de la Salud Mental, podemos dar un primer paso en esa dirección al formarnos en estos principios y aplicarlos cotidianamente a nuestra práctica clínica.

Referencias

1. Almeida Acosta, Francisco Humberto Eduardo. (2019). Psicología para un mundo de desigualdades, dominación y machismo. Revista Interamericana de Psicología: Interamerican Journal of Psychology (IJP), Volumen 53 (N° 2), 219-228. https://doi.org/10.30849/rip/ijp.v53i2.1049

2. Beauvoir, Simone de. (1949). El Segundo Sexo. Buenos Aires: Siglo XX.

3. Bedolla Miranda, Patricia; Méndez Llamas, Maribel. (2004). La terapia feminista como una propuesta de atención contra la violencia de género. GénEros, Volumen 11 (N° 34), 60-64. https://biblat.unam.mx/es/revista/generos/articulo/la-terapia-feminista-como-una-propuesta-de-atencion-contra-la-violencia-de-genero

4. Bosch Fiol, Esperanza; Ferrer Pérez, Victoria A.; Alzamora, Aina. (2005). Algunas claves para una psicoterapia de orientación feminista en mujeres que han padecido violencia de género. Feminismo/s, N° 6, 121-136. http://hdl.handle.net/10045/3185

5. Criado Perez, Caroline. (2020). La mujer invisible: Descubre cómo los datos configuran un mundo hecho por y para los hombres. Seix Barral.

6. Fernández Siva, Luis Alberto. (2021). Interseccionalidad y psicología feminista: una apuesta por el compromiso inclusivo. Revista Estudos Feministas, Volumen 29 (N° 1), 1-5. https://www.scielo.br/j/ref/a/j4SZLZXsfVj6xCpKxqZHBCP/?lang=pt#:~:text=Una%20propuesta%20que%20encuentra%20en,sobrepuesto%20de%20las%20identidades%20sociales

7. Goodrich, T; Rampage, C; Ellman, B; Halstead, K. (1989). Terapia familiar feminista. Paidós.

8. Längle, Alfried. (2009). Las motivaciones personales fundamentales: Piedras angulares de la existencia. Revista de Psicología, Volumen 5 (N° 10), 7-24. http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/motivaciones-personales-fundamentales.pdf

9. Längle, Alfried (2003). The Method of “Personal Existential Analysis”. European Psycotherapy, Volume 4. (N° 1), 37-53. https://www.academia.edu/4550026/Personal_Existential_Analysis_-_the_Method._-_EP_2003

10.  Längle, Silvia. (2003). Levels of Operation for the Application of Existential-Analytical Methods. European Psycotherapy, Volume 4. (N° 1), 55-70. https://www.laengle.info/downloads/silvia/Silvia_Levels_of_Operation_EP_03.pdf

11.  Linardelli, María Florencia. (2015). Salud mental y género. Diálogos y contrapuntos entre biomedicina, feminismos e interseccionalidad. MILLCAYAC: Revista Digital de Ciencias Sociales. Volumen II (N° 3), 199-224. https://revistas.uncu.edu.ar/ojs/index.php/millca-digital/article/view/519

12. López Pardina, Teresa. (2009). Beauvoir, la filosofía existencialista y el feminismo. Investigaciones Feministas, Volumen 0, 99-106. https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/INFE0909110099A

13. Padilla Díaz, Mariwilda. (2014). Enfoque feminista de consejería: perspectivas generales para abordar a la consejería profesional dese un entendimiento teórico-práctico. Revista Griot, Volumen 7 (Número 1), 61-72. https://revistas.upr.edu/index.php/griot/article/view/1553

14. Suárez Tomé, Danila. (2021). El análisis de la situación de la mujer en la fenomenología existencial de Simone de Beauvoir y su interés contemporáneo. En Fabio Caprio Leite de Castro Marcelo S. Norberto (Eds).  Paradoxos da virtualidade: Sartre e a Contemporaneidade (1ª. ed., pp. 25-43). Editora Fundação Fênix.


[1] En este artículo nos referiremos a los términos de “sexo” y “género” de la manera en que lo hicieron Goodrich, Rampage y Halstead. Es decir, el sexo es una categoría biológica asignada al nacer y el género es un concepto social que refiere roles y tareas sociales a realizar.

Lucero de la Torre

Psicóloga,
Estudiante de CEMAEL

lucero_1783@hotmail.com

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Mujer - Women
Nº 35 - 2022