Resumen
El artículo resume algunos puntos centrales de la investigación de carácter cualitativo y exploratorio sobre las parejas que presentan infertilidad y que adoptan en Chile, cuya singularidad se cruza con la parentalidad adoptiva. El estudio representa un esfuerzo descriptivo y relacional a partir de entrevistas semiestructuradas realizadas a hombre y mujeres, miembros de una de estas parejas. La observación del fenómeno se aborda desde los pilares fundamentales de la existencia que propone el Análisis Existencial[1].
Los resultados señalan que los desafíos de la adopción impactan en el devenir de las parejas. Se observa el riesgo de que los roles parentales obturen la dimensión diádica. También, que el desenvolvimiento de las parejas que devienen existencialmente plenas se asocia considerablemente con los niveles del cumplimiento de los requisitos existenciales descriptos por cada motivación fundamental. Sin embargo, las funciones parentales trascienden cualquier déficit en ellas o incluso trastornos. Por último, se concluye la importancia de remirar, reflexionar y reconstruir los procesos adoptivos en el trabajo con las parejas. De este modo, éstas podrían edificar su proyecto postadoptivo con la plasticidad necesaria, flexibilizando actitudes y devenir en el trayecto de una adopción de manera creativa haciendo uso de sus capacidades, y en diálogo con cada situación.
Palabras clave: devenir,
pareja, parentalidad, adopción, Análisis Existencial
[1] Análisis Existencial en adelante AE
Introducción
El estudio establece que la pareja constituye un deseo ubicuo para los seres humanos (Corana y Rodríguez, 2000), por tanto, podría entenderse como un existencial heideggereano[1], pues representa una temática con que todos, en diversos momentos de nuestra existencia, nos confronta, ya sea que deseemos vivirla o no, independientemente de sus transformaciones epocales.
Muy especialmente, a partir de la última mitad del siglo XX, la pareja ha estado sujeta a una serie de transformaciones observables en su estructuración, composición y función (Arriagada, 2002), como en los modos de vivenciarla y significarla. De este modo, suele asociarse a conceptos como el amor, la sexualidad y el erotismo, la reproducción y la parentalidad, la economía, la propiedad, la protección, la calidez, la intimidad, lo privado, lo familiar, también a restricciones, renuncios, entrega o violencia.
Respecto de la parentalidad para una mayoría la pareja se convierte en el escenario privilegiado para formar una familia (Linares, 2010). Para muchas parejas afortunadas el milagro de convertirse en padres y madres por la vía biológicas se cumple, para otras en cambio, no, debido a un diagnóstico de infertilidad en uno o ambos miembros de la pareja.
La infertilidad, que afecta tanto a hombres como a mujeres, es entendida como una enfermedad del sistema reproductivo y refiere a la incapacidad de concretar un embarazo después de doce meses o más en la práctica de relaciones sexuales sin protección (OMS, 2009). El mismo organismo (2009) define la salud sexual y reproductiva como una condición para el bienestar físico, mental y social que influye en las diferentes etapas del ciclo vital de una persona y de la pareja. Se desprende, entonces que no sólo afecta al cuerpo, sino al psiquismo y a la persona en su conjunto, en tanto se vivencia extrañeza, impotencia, generando sentimiento de malestar y dolor en general.
Luego de un tiempo, algunas de estas parejas persisten en su deseo de convertirse en padres, y se deciden por una adopción. Entonces comienzan un proceso de larga duración, que en ese estudio se ha definido como un trayecto adoptivo que comprende tres grandes fases: preadopción, durante el proceso de adopción y postadopción. La preadopción refiere a la historia de las parejas hasta el momento previo a su decisión de adoptar, periodo que está cruzado por su constitución como pareja, sus proyectos, sus avatares, los intentos de tener hijos, las dificultades para lograrlo, los tratamientos médicos de reproducción en muchos casos, las ilusiones y los fracasos, el diagnóstico de infertilidad, el dolor, la arremetida por el deseo de tener un hijo y la decisión de adoptar. Ya decida, la pareja se acerca a alguna institución y comienza la fase referida como durante el proceso de adopción, periodo largo, extenuante e incierto para ésta. En él, ambos miembros asisten a charlas informativas, y si continúa deben someterse a un proceso evaluativo para acreditar su idoneidad física, mental, social y moral (SENAME, 2018). Si todo va bien, siguen adelante, debiendo asistir a una serie de actividades como talleres de formación en parentalidad y cultura adoptiva, incluso a terapia individual o de pareja, en algunos casos. En paralelo, conforme van avanzado en este proceso, la espera por el hijo anhelado se hace eterna, hasta que se hace más próxima la llegada de un niño y un proyecto de adopción viable y concreto. El proyecto se materializa en la postadopción, con la llegada de un niño, niña o adolescente[2] o más, al seno de esta pareja, iniciándose la convivencia juntos. Pero lejos de ser ésta la meta de una pareja, la llegada del NNA da inicio a la postadopción, entendida como un momento que dura para toda la vida.
Al describir este trayecto, resulta claro comprender que la historia de estas parejas es singular respecto de las parejas que se constituyen en padres y madres por la vía biológica. Su historia y experiencia de vida está atravesada por una serie de situaciones e hitos, que se suman a la singularidad de los NNA -muchas veces marcada por la adversidad- que llegan a convertirse en sus hijos: como sea el trayecto marca sus vidas, con alegrías y emociones positivas, por un lado, pero, de otra parte, con dolor y emociones ingratas. Estas parejas en la encrucijada con la parentalidad adoptiva se ven confrontadas, tensionadas, desafiadas, puestas a prueba, lo que las hace distinguibles e interesantes de conocer. Sin embargo, resulta curioso que no existe material bibliográfico, ni información específica sobre este tipo de parejas. Por ello, va emergiendo este tipo de parejas como un fenómeno interesante de problematizar cuando se lo delimita a partir de diversos quehaceres del saber. Este conocimiento fundado en la experiencia de las parejas postadoptivas, se tornaría pleno de sentido en la fase durante el proceso de adopción, que es cuando se estudia y evalúa a la pareja.
La Pareja
Como se mencionó antes, la problemática sobre la pareja se entiende como un fenómeno situado. Hoy para cualquier clínico y otros profesionales existe mucha información sobre la pareja. Se da cuenta de sus transformaciones, desafíos y tensiones, cómo de sus problemáticas y formas de trabajar con ellas.
Beck y Gernsheim (2003), desde la Sociología, la ven introducida en la Modernidad Tardía en medio de la Sociedad del Riesgo. En ella, señalan que el ámbito público suele ser desgarrador, competitivo, despersonalizante, funcional, y el ámbito privado, en cambio representa a la familia, el hogar y la intimidad y se ofrece como la instancia deseada en su calidad de lugar de refugio, de calidez, y que posibilita mostrarse tal como cada uno es.
En la misma línea Giddens (2006) da cuenta de configuraciones de pareja reconocidas como Relaciones Puras, decididas en base al amor, pero que difieren de las basadas en amor romántico idealizado en que se conciben las relaciones unidas para toda la vida. Las relacione puras no están condenadas a la eternidad, no se comprometen para toda la vida, sino, hasta que el amor dure, donde la vivencia de una sexualidad satisfactoria para ellos y ellas es muy importante.
En un sentido más crítico, Bauman (2003) reflexiona sobre las repercusiones de una modernidad que reconoce como despiadada en el ámbito de las relaciones con otros, afirmando que hoy éstas resultan superficiales, con vínculos frágiles, con una marcada dificultad de compromiso y facilidad para cambiar de pareja cuando ya no se encuentra satisfacción, resultando el otro fácilmente descartable o desechable, e n el contexto de lo que denomina la Modernidad Líquida.
Pero, estudios más recientes en Latinoamérica, ponen en cuestión las afirmaciones de estos autores del primer mundo respecto de las parejas, señalando que específicamente en el país, se da una coexistencia de discursos y prácticas que van desde visiones más tradicionales al entenderla y vivirla, que la asocian al amor romántico y la familia con hijos, la fidelidad y el compromiso para toda la vida, a otros más posmodernos, viéndose involucradas estrechamente a la sexualidad placentera, la exigencia de igualdad de roles, donde el otro aparece de distintas formas según las propias necesidades: alguien amado y deseable mientras el amor dure y exista una sexualidad activa y placentera no ligada a la reproducción, pero rápidamente descartable una vez que desaparece la vivencia placentera, o cuando aparecen las desavenencias y las diferencias, momento en que el otro puede llegar al extremo de ser entendido como aprisionante, amenazante de la propia libertad, castrador, e incluso un obstáculo para la realización de los propios intereses (Araujo y Martuccelli, 2012; Sharim, D.; Araya, C.; Carmona, M. y Riquelme (2011).
Como sea, en el contexto de múltiples posibilidades de realización acompañado por la incertidumbre propia de la Modernidad Tardía, quienes deciden convertirse en padres y madres, no están exentos de grandes temores y contradicciones. Al respecto, en el terreno de las parejas que adoptan, marcadas por un claro deseo de tener un hijo (Alkolombre, 2008) parece importante conocer como vivencian esta dualidad discursiva, cómo se pone en juego en su historia atravesada por la parentalidad adoptiva, y cómo los especialistas en adopción miran a estas parejas y sus complejidades situacionales.
La adopción
La adopción es una medida de protección centrada en dar respuesta al derecho y necesidad de un niño de crecer y desarrollarse en el seno de una familia (SENAME, 2018). Los lineamientos sobre los programas de adopción amparan en la Ley 19.120, que dicta quienes pueden adoptar en Chile, exige la declaración de idoneidad de estas personas y parejas.
Se ha mencionado antes que los procesos de adopción son largos, exigentes y extenuantes para quienes cruzan por ellos, por lo que los postulantes u solicitantes a una adopción construyen una relación de ambivalencia con las instituciones de adopción. Por una parte, las respetan y crean ilusiones y esperanzan en ellas, pensado que éstas los educan, cuidan y protegerán en tanto familia adoptiva. Por otra, debido a la instancia evaluativa y a la incertidumbre sobre si lograran adoptar o no, muchas veces se sienten permanentemente observados, y exigidos en deber adecuarse a un ideal o estándar de persona, pareja y/o parentalidad.
Respecto del proceso durante la adopción la pareja es evaluada y se trabaja con ella. Pero desde una mirada atenta y crítica, la evaluación para acreditar su idoneidad hace uso de distintos instrumentos que se aplican en forma individual a sus miembros, y que no están diseñados para evaluar a la pareja en su conjunto como una unidad. Además, su validez como instrumentos predictores de un ejercicio parental y/o una adopción exitosa también están en discusión (Sandoval, 2004). A su vez, las actividades de formación en estos procesos de adopción se centran en la parentalidad positiva, por un aparte, entendida en este estudio como un ejercicio a priori imaginario, y en la cultura adoptiva, por otra, donde se da cuenta de las necesidades de un NNA, de las exigencias a que se verán expuestos estos padres, y de los modos en que se esperan puedan responder apelando a la necesidad de que las parejas puedan desarrollar sus capacidades parentales. Como se aprecia, tanto en las evaluaciones como en la formación, la pareja aparece reducida de su total dimensión. He aquí un segundo supuesto de esta investigación, a saber: la pareja amorosa para sí, queda obturada tras el rol parental. Vale decir, en adelante la pareja es considerada en este campo sólo en su dimensión parental, sin que quede espacio para la atención, el desarrollo o el cuidado de la relación diádica. Este estudio comprende que una familia constituye un todo en que los subsistemas interactúan y se afectan mutuamente, pero también se parte de la base que cada subsistema requiere ser considerado en su singularidad, requiere un espacio único, íntimo, de atención, reconocimiento y ayuda específica. Los subsistemas fraternales y parentales han sido así vistos, no así la pareja conyugal, amorosa. La medida en que estas diversas aristas que se juegan en la relación de pareja se encuentren realizadas, incide en la vivencia y significación de la propia experiencia de sus miembros y repercute en los demás subsistemas familiares (Linares, 2015).
Los avances en materia de adopción han comprendido la necesidad de entregar apoyo a estas familias en la postadopción, pero vuelven a centrarse en la dimensión parental, sin que se pueda acceder a saber del futuro de estas parejas para sí, de su devenir, o cómo éste se ve tensionada o afectada por el ejercicio de la parentalidad adoptiva.
Algunos de los desafíos distintivos que deben enfrentar estas parejas en la encrucijada de la parentalidad adoptiva se pueden nombrar desde la experiencia en el siguiente listado de hitos y situaciones que se acompañan de diversos tipos de sentimiento de malestar y de sufrimientos, exigencia de despliegue de recursos personales, corporales, económicos y emocionales, para enfrentar cada situación, las propias vivencias, la presión del entorno social, con el esfuerzo de realizar múltiples duelos y rearmarse para enfrentar nuevas situaciones:
Preadopción:
· Confrontarse a las dificultades por el no cumplimiento del deseo, proyecto y/o planificación de concebir hijos
· Soportar presión familiar y social
· Malestar por el diagnóstico de infertilidad
· Fracasos en los tratamientos de asistencia reproductiva
· Exposición de las dimensiones físicas y psíquicas durante los tratamientos de fertilidad
· Duelos y elaboración de limites impedimentos o pérdidas
· Decisión de adoptar
Durante el proceso de adopción:
· Superar una serie de etapas en el proceso de adopción desde la categoría de simple interesado en adoptar, postulante a la adopción, solicitante de adopción hasta convertirse en parejas adoptantes
· Reunir una serie de documentación necesaria según la etapa del proceso en que se encuentren
· Disponer de tiempo, recursos psíquicos y económicos para enfrentar el proceso largo de evaluaciones, actividades, esperas e incierto
· Acreditar su idoneidad mediante el cruce de una serie de actividades evaluativas como entrevistas, charlas informativas, de preparación y formación, incluso asistencia a psicoterapia (en algunos casos)
· Dar cuenta de haber elaborado una serie de duelos por situaciones de pérdidas previas
· Dar cuenta de un legítimo deseo de hijo
· Dar cuenta de una relación de pareja estable y sana
· Dar cuenta de un estado de salud física compatible con la crianza adoptiva
· Dar cuenta de un estado de Salud Mental suficientemente sana
· Dar cuenta de un modo de conducta moralmente aceptable
· Conocer y comprender las complejidades y desafíos que implica la parentalidad adoptiva
· Conocer y comprender la historia de adversidad y el perfil de los NNA
· Aprender, desarrollar y/o ampliar sus capacidades parentales
· Dar cuenta de haber elaborado su propia historia familiar de origen
· Dar cuenta de una red de apoyo suficiente para ser acompañados durante su conformación como familia adoptiva
· Transitar de la imagen del hijo soñado hacia el posible hijo real conforme al perfil de los NNA
Postadopción
· Recibir en el seno del hogar de la pareja diádica a un tercero
· Transitar un proceso de adaptación mutua entre la pareja y el o los NNA hasta adoptarse como padres, madres e hijos
· Apertura para ser monitoreados en la postadopción
· Transita de la luna de miel adoptiva a la realidad cotidiana de la convivencia familiar
· Presentar y enfrentarse como pareja, ahora familia adoptiva al entorno familiar, el barrio, los amigos, la escuela, los médicos
· Propiciar con el hijo una relación suficiente para que este pueda manifestarse en confianza de sí, su origen, sus pérdidas, sus dolores, sus añoranzas, sus recuerdos
· Develar en distintas formas y grados la adopción del niño en caso de adopciones de recién nacidos o niños de corta edad
· Manifestar respeto y no emitir juicios negativos ni idealizados respecto del pasado de su hijo
· Hablarle de su origen, ayudar a elaborar respuestas respetuosas y suficientes a las preguntas por el origen del niño
· Hablar de su propia historia como pareja, el deseo de hijo, la infertilidad, y su ser familia adoptiva
· Aceptar que en su parentalidad hay otros referentes en el niño, a los menos un progenitor y una progenitora que en distintos momentos se hacen presentes en la escena familiar
· Definir los grados de apertura y develación de contendidos de su historia y configuración en los distintos entornos y momentos de su historia familiar
· Capacidades y recursos para reparar la adversidad y las pérdidas del niño y poder soportar los descargos de sus hijos en ellos
· Aceptar no poseer datos concretos sobre el pasado genético y de salud del niño sobre todo ante la presencia de posibles enfermedades
· Hacer frente a una sociedad múltiple que fluctúa entre la normalización y el rechazo de la adopción en general
La praxis especializada
Como psicoterapeuta, desde la propia praxis de lo que podría denominarse una clínica especializada en la adopción, he podido constatar, que, en la postadopción, muchas veces estas parejas llegan a consultar derivados por un tercero, movidos por las dificultades con el NNA. Éstas llegan luego de un largo recorrido por diversos expertos y consejeros en infancia, familia, educación, psicoterapia, acompañados de largos periodos de malestar debido a la presencia y agudización de dificultades familiares al no hallar respuestas ni soluciones a sus demandas. La mayor parte de las veces, las peticiones de los derivantes como de la misma pareja solicitan una intervención con el niño, o el niño y sus padres, situando las dificultades en el lugar del niño debido a su condición de adoptado. Sin embargo, al andar de una sesión o un par más, he observado la emergencia de dificultades en el nivel parental y principalmente en el nivel conyugal. Junto con ello, observo el malestar de estas parejas, sus hijos o la familia en general, la inexistencia de vínculos con la institucionalidad adoptiva, ausencia de especialistas que brinden atenciones oportunas. Por ello, surge desde este campo la captación de la necesidad de terapeutas u otros profesionales informados y capacitados para comprender el fenómeno en su profundidad, que puedan apoyar de modo oportuna y eficiente a estas personas, atendiendo fenomenológicamente a cada caso en particular, y no desde un saber generalizado ni estandarizado. El requerimiento en el terreno de los expertos en adopción es que conozcan sobre la pareja en la actualidad, e incorporen una mirada abierta, dialógica, comprensiva, reflexiva y crítica al momento de trabajar con estas parejas. El requerimiento del lado de los terapeutas de parejas es que conozcan las complejidades que la adopción significa para ellas.
En síntesis, desde los diversos ámbitos expuestos en la introducción sobre la pareja,
la familia, la adopción, la praxis psicoterapéutica y el AE, mucho refieren
sobre la pareja, mucho se ha dicho de ella, pero no se sabe realmente quiénes y
cómo son éstas una vez convertidas en parejas adoptivas más allá de los dos
años de seguimiento postadoptivo que se daba en la práctica en el momento de
realizado este estudio. Existe un vacío al respecto que permita conocer de qué
modo la parentalidad adoptiva impacta en ellas, en sus dinámicas, en sus
vivencias y significaciones, en síntesis, no se sabe en quiénes se
convirtieron, no sabemos de su devenir. Aquí radica la relevancia de conocerlas.
Construir un conocimiento a partir de sus experiencias permitiría en primer lugar
evaluar la necesidad de otorgarle a la pareja un mayor espacio en los procesos
de adopción sin que quede obturada tras su rol parental. Permitiría, además,
obtener información en base a la experiencia de vida cotidiana y no sólo
referenciada teórica e hipotéticamente para atender a la evaluación y los procesos
formativos. Por último, se podría convertir en un saber para el personal de
apoyo con que esta pareja se cruza en la postadopción, momento que como se ha
dicho dura toda la vida de los involucrados, realizando intervenciones
oportunas.
Al respecto surge la cuestión por el devenir de las parejas que adoptan en Chile en la encrucijada con la parentalidad adoptiva.
El Análisis Existencial y la Pareja
En tanto teoría y enfoque psicoterapéutico orientado a ayudar a la persona a actuar con aprobación y consentimiento, a encontrar tomas de posiciones auténticas y decididas, consideradas y en libertad y responsabilidad. El AE, no sólo posee un consecuente conocimiento para el trabajo con la persona individual, sino también para el trabajo con la pareja. Es este contexto la pareja es entendida como una unidad, y es más que la suma de sus miembros.
Längle (2008) plantea que los pilares angulares de una relación de pareja existencialmente plena son el respeto por el otro y la capacidad de poder ser sí mismo en ella. Estas tareas personales para consigo o ser para sí, como para con el otro o ser para el otro, representan un desafío de dos fuerzas en parte, antagónicas, que tensionan las relaciones. El modo en cada pareja circule, trate o elabore este desafío marcará su devenir, es decir, incidirá en el modo en que una pareja y la experiencia de cada miembro llegue a convertirse y significarla. Esta capacidad de trato dependerá del modo en que las condiciones fundamentales de la existencia, representadas en cada Motivación Fundamental, estén construidas o no. Su déficit, sus excesos o su ecuanimidad en cada parte de la pareja, o en la unidad relacional están a la base de su devenir Längle (2008).
Marco Teórico
Con el objeto de conocer el devenir de los sujetos de estudio, se ha optado por el Análisis Existencial. El AE es a la vez que una teoría un modelo psicoterapéutico.
Teóricamente el AE se pregunta ¿Qué es una buena vida? ¿Qué es esencial para una buena vida? Vale decir, se ocupa del análisis de las condiciones para alcanzar la existencia, entendida como un “compromiso activo y decidido (…) un poder vivir con entrega (…) siendo sí mismo (…) es decir, para mantenerse sano” (Längle, 2004, p.4). Como método se pregunta en la práctica por los medios que requiere una persona concreta para alcanzar una buena vida o una vida plena. Sus procesos se orientan como una psicoterapia fenomenológica cuyo fin es ayudar a la persona a alcanzar un vivenciar libre, mental y emocionalmente, y poder tomar posición auténticamente frente a las circunstancias de su vida para desarrollar un trato responsable consigo mismo y con el mundo (Längle, 2004). En la experiencia de una persona singular es ayudarla para que pueda vivir con aprobación y consentimiento personal hacia su propio actuar (Längle, 2004). Se trata de una actividad personal de afirmación a la vida, la que refiere a dos ámbitos: dar el sí a su propio mundo personal o mundo interno, y al mundo exterior que lo rodea. De este modo la persona puede vivir con entrega, actitud esencial para el logro de una vida plena.
El concepto de libertad es posible y comprensible, pues su mirada antropológica comprende al ser humano como una tridimensionalidad: Cuerpo, Psiquis y Persona[3]. La dimensión Personal, según Frankl (2000) es lo libre en el ser humano, que escapa a cualquier determinismo y condicionamiento, por tanto, además siempre permanece sana, pero requiere de una estructura organizada con un Yo y una personalidad (dimensión psíquica) suficientemente desarrollada para poder manifestarse.
El ser humano dispone de ciertas capacidades Personales como la libertad y la responsabilidad, junto a las habilidades de autodistanciamiento, autotrascendencia y autoaceptación. Además, es un ser humano abierto al mundo (Heidegger, 2019), por y para ello dispone de la capacidad apertura para un intercambio dialógico consigo mismo y con el mundo (Längle, 2004).
Sin embargo, para que la Persona encuentre su lugar y pueda manifestarse y poder hacer uso de sus capacidades Personales requiere de la presencia de estos requisitos, que son precondición para el logro de una vida plena. Esos requisitos, en parte dados, en su mayor parte construidos activamente por un individuo, se convierten en motivación para poder dar el sí a la vida y vivir significativamente. Esas motivaciones son a las que alude la Teoría de las Motivaciones Fundamentales de la Existencia, que representan los pilares fundamentales de la existencia plena, que le dan su estructura a la vida personal.
El primer pilar fundamental de la existencia plena es que la persona vivencie a que puede-ser/estar-en-este-mundo. El segundo pilar alude a que pueda vivenciar-el-gusto-por-la-vida, la propia y la vida en general. El tercer fundamento refiere a que pueda vivenciarse como Persona, y que le sea legítimo-ser-sí-misma, así como es. Y la cuarta piedra fundamental se relaciona con que pueda hallar contextos en los cuales involucrarse-en-acciones-en-el-mundo-plenas de sentido.
Estos mismos pilares fundamentales de la existencia son requeridos para la construcción de relaciones de pareja que sean vivenciadas plenamente. La pareja, entendida como una unidad, una organización viva que posee su propia estructura para vivir y existir (Längle, 2008). Esta estructura, dependerá a la vez del logro de tales motivaciones fundamentales de cada miembro de la pareja.
Kolbe (2008) ha desarrollado las motivaciones de la existencia de la pareja, entendidas como Los Cuatro Polos de la Relación de Pareja. Denomina al primero como el Polo Sustancial, que se expresaría como “poder-ser/estar-allí-con el otro”. El segundo es el Polo de la Cercanía que refiere al “poder-ser-felices-juntos” o “que-nos-guste-vivir-juntos”. El tercer polo denominado como el Polo Individual en la Pareja indica la posibilidad de “poder-ser-sí-mismo-en-la-relación”. El último, es el Polo del sentido, que alude a “encontrar-el-polo-de-lo-productivo-al convivir-juntos”.
A su vez cada MF tiene sus propias condiciones para poder construir su propósito, y estas son las mismas para la persona individual, como para la pareja. Estas condiciones pueden en ocasiones estar deficitariamente construidas, o bien excesivamente magnificadas. En ambos casos, la existencia plena se ve dificultada, pudiendo constituirse esta situación en una amenaza para la salud y el bienestar persona y de la pareja en términos de verse afectada la dimensión corporal y enfermar, de caer en el desgano a nivel psíquico o en el vacío a nivel Personal. Cuando esto sucede la Persona deja de expresarse en su libertad y el sujeto queda preso de lo que dicta su psiquismo, dimensión cuya función está al servicio de la sobrevivencia[4], actividad que difiere de existencia, y el actuar libre y decidido se ve reemplazado parcial o totalmente por reacciones psicodinámicas (Längle, 2004).
Tanto Kolbe (2008) como Längle (2008), señalan que en las relaciones de pareja donde domina una interrelación proveniente no de la libertad Personal sino, de la psicodinámica, son las que mayormente afectadas se verán en su intercambio, menos plenas se vivenciarán, dada la presencia de una gran y/o permanente conflictividad. El encuentro Personal con el otro se ve obstruido, quedado la relación polarizada, cada uno protegiéndose del otro. Por supuesto, tales efectos van señalando su devenir. Al respecto, Kolbe (2008) ha descrito tres niveles de conflictos que pueden advenir según la dinámica e intercambio en la pareja. Su modelo descriptivo da cuenta de tres niveles de conflictividad en las parejas, que pueden conducirlas a distintos tipos de crisis, vivir en constante tensión, o bien, a llegar a romper el vínculo, según el estado de las 4MF personal-existenciales.
Así, por ejemplo, es posible hablar de parejas sanas, pero que se encuentran limitadas en un punto que no pueden resolver por sí mismas, pero que con la ayuda de un tercero logran salir rápidamente del problema en que están atascados. En estos casos, se supone que ambos miembros de una pareja pueden acceder, sin dificultades, a sus habilidades y recursos personales. Otro nivel, en cambio, da cuando de un acceso a los propios recursos personales dificultado, acercándose la pareja a una dinámica relacional marcada por conductas reactivas, que lamentablemente impiden o merman la capacidad dialógica. Podría decirse que se trata de rasgos fijados en algún modo, en algún área, de los cuales la pareja puede ser consciente, pero, sin la posibilidad de salirse de ese trato con el otro, manejándose la relación en el nivel de la neurosis propia de la dimensión psíquica. Finalmente, en un tercer nivel, la pareja encuentra serias dificultades de acceso Personal, debido a trastornos intrapsíquicos de larga data y sin elaborar, ocurridos probablemente en la infancia, de los cuales la pareja puede ser o no consciente. Aquí, el problema central, es que se culpa al otro, por las dificultades propias. Podría señalarse que este nivel se asocia al nivel de los trastornos de personalidad, donde la pareja, uno de sus miembros o ambos no pueden de modo alguno tratar libremente las diferencias, desacuerdos o conflictos (Kolbe, 2008).
Teniendo presente los pilares fundamentales de la existencia, el estudio se mediatiza con las siguientes preguntas construidas en base a cada MF: ¿En qué formas deviene la capacidad de aceptación mutua respecto a la experiencia de pareja en el trayecto adoptivo? ¿Cuáles son las vivencias de cercanía en relación con la pareja en la postadopción? ¿Cuál es la experiencia de profundización en las singularidades propias en la relación de pareja a través del ejercicio de la parentalidad adoptiva? ¿Cómo es percibido el compromiso en la pareja ante las dificultades emergentes en la postadopción? En síntesis, se espera a través de éstos conocer, el modo en que la pareja ha tratado con la prueba de su ser pareja conyugal, ante la experiencia de ser pareja parental en la postadopción.
Metodología
El estudio se aborda desde una metodología cualitativa en Ciencias Sociales, pues los fenómenos que se estudia no son cuantificables, además, porque se privilegia el análisis más comprensivo, el establecimiento de relaciones y ahondar el fenómeno con mayor profundidad (Conrado, 2020).
El carácter exploratorio refiere al vacío de documentación bibliográfica especializada que haya observado el fenómeno de la pareja en la encrucijada de la parentalidad postadoptiva tanto en el extranjero como en el país, salvo aquella que se focaliza en el nivel prenatal de la pareja, descuidando el nivel conyugal.
Comprende un diseño de tipo descriptivo y relacional. Es descriptivo, pues pretende evidenciar, de modo claro y acotado, la singularidad del fenómeno de estudio nuevo y relevar la necesidad de intervenciones informadas y oportunas que puedan ayudar a estas parejas. Es relacional en el análisis y la elaboración de resultados y conclusiones, porque se pretende poder entregar una mirada más comprensiva del problema (Längle, S. 2007).
La recolección de información se realiza mediante, al menos, una entrevista individual de carácter semiestructurado de noventa minutos aproximadamente, y una segunda o más en el caso de considerarse necesario, tanto por parte de la investigadora como de parte de los participantes. Esta metodología pretende satisfacer los criterios de profundidad, amplitud y saturación (Valles, 2014).
El análisis de datos se trabaja mediante la construcción de categorías a priori y emergentes (Echeverría, 2005).
La muestra reúne a diez participantes, hombres y mujeres mayores de edad, miembros de una pareja heterosexual con uno o más hijos adoptados, que presentan infertilidad en uno o ambos miembros de la pareja, residentes en Chile en el momento de legalizarse la adopción, independientemente de la continuidad de la convivencia como pareja adoptiva, pero que al momento de la entrevista hayan transcurrido más de dos años como mínimo de iniciada la convivencia con el NNA. No se consideró participantes que hayan realizado adopciones menores a dos años de convivencia de la familia adoptiva, que hayan adoptado en el extranjero, ni con hijos biológicos
Conclusiones y discusión
Se plantean las conclusiones y reflexiones más relevantes en relación a los objetivos específicos contenidos en las cuatro preguntas antes señaladas.
Respecto de la aceptación mutua en la pareja en el trayecto adoptivo, se puede señalar que, en ese largo trayecto, muchas parejas se encuentran, junto a vivencias agradables, con varios obstáculos, dolores y desgaste, que afectan a ambos miembros de diverso modo en diversas temporalidades, generándose mucha confusión en la pareja, de la cual realizan un tránsito hacia la aceptación. Uno de los hitos que más marca este aspecto en la pareja se relaciona con la infertilidad.
La infertilidad llega de manera sorpresiva en la mayoría de los caos, e impacta profundamente, se acompaña de altibajos, sobre todo en el miembro afectado, pero también en el compañero/a y por ende en la relación, como involucrando a las distintas dimensiones antropológicas. En esto se observa el tránsito por las distintas dimensiones, pues si bien se trata de una condición que se sitúa en el cuerpo, quedando como un cuerpo impedido, repercute sobre todo en la dimensión psíquica del individuo, viéndose afectado emocionalmente, y en las condiciones de los pilares de la existencia. El propio cuerpo se convierte en extraño, en un espacio difícil de habitar, por tanto, poco sostenedor, afecta la entrega al otro en el encuentro amoroso, porque se ve afecto el aprecio por uno mismo, y decae la autoestima. Quien la padece elabora una serie de teorías atribuyéndole al otro actitudes y sentimientos hostiles hacia sí. Se piensa que el otro siente rechazo por lo propio, se vivencia la amenaza de poder ser abandonado, es más se le ofrece al otro la posibilidad de irse para que se realice como padre o madre en otra relación. Por su parte, el compañero, padece también. Por una parte, se compadece del otro, quiere acogerlo, apoyarlo, sin embargo, muchas veces no puede hacerlo, porque el otro en su malestar se cierra y actúa rechazante a la oferta de sostén que brinda la pareja. Además, también sufren ambos por la noticia de que probablemente no podrán ser padres por la vía biológica. Experimentan dolor debido a la frustración que provoca la no llegada del hijo anhelado. El compañero o la compañera, para no volverse una carga para el otro lleva en silencio su calvario. Entonces, se produce una suerte de conflicto implícito en la pareja, de lo cual muchas veces ambos no hablan, se distancian, cada uno sufre en su nicho.
Al dar cuanta los entrevistados de la forma en que superaron ese momento, surge justamente esta idea de tránsito en un proceso que finalmente les conduce a percibir y comprender que el otro aún permanece ahí, percepción posible, pues se ha levantado, de algún modo, la mirada del dolor. Lo que surge como revelación, es que lo que dificulta la relación y agrava la situación no es el otro, sino el sujeto mismo, pues se trataría más bien de un autorechazo, una falta de autoaceptación debido a la infertilidad. Entonces la tarea es transitar hacia la autoaceptación. Cuando se logra se vuelve a estar abierto y dispuesto para la relación.
Se desprende entonces, de modo comprensivo, que la conflictividad y lejanía que se produce en esta situación más que falta de aceptación del otro, lo que se impone en una forma de autoprotección por el dolor que se experimenta en forma separada, y también como una forma de protección de la relación.
El impedimento de un existencial como es el de tener un hijo, cuando está imposibilitado en una pareja por diversas razones, suele ser sentido con mucho dolor, dificultad para aceptar esta realidad, desvaloración personal de quien la padece, aspecto coincidente con MINSAL (2015) que señalan el impacto de la infertilidad en la pareja. El tema predominante acá alude una falta de autoaceptación, en vez de un rechazo genuino del otro.
Al respecto, también es posible observar que las parejas que lograron transitar hacia la aceptación mutua debido a la infertilidad y otros hitos relevantes, como los que se describió en el listado de los desafíos de las parejas en la parentalidad adoptiva, son aquellas que, al reestablecer la apertura dialógica, lograron buscar distintas instancias de ayuda. Contrariamente, aquellas parejas que permanecieron en la conflictividad, sin poder hablar de sus diferencias, sin poder elaborar juntos el tema, manteniéndose aisladas, cerradas, son aquellas que no buscaron ni recibieron ayuda. En éstas, las repercusiones de permanecer sin elaboración van impactando en las otras MF.
El segundo objetivo explora experiencias de cercanía y dedicación mutua de hombres y mujeres en relación con su pareja en la postadopción. Se entiende que la dedicación surge al ser atraído por el otro sentido como un valor, el cual gusta, da placer, atrae, y se quiere su cercanía. Se pudo apreciar que mucho de lo que aqueja a algunas parejas se reedita en su historia como pareja adoptiva, o en el presente de la postadopción. El niño adoptado, su presencia, su modo emocional provoca sentimientos contradictorios en muchas parejas, sobre todo al inicio de la convivencia. Se trata de un hijo esperado, imaginado, pero que llega con una historia a cuestas que lo hace ser visto como peculiar en su comportamiento. Esa percepción, junto a la alegría de la recepción del niño, provoca una extrañeza con respecto al otro, como frente a sí mismo. Hay un nuevo ser, del cual se es responsable, se lo llama hijo, pero la vinculación con él es un proceso que se da en el transcurso del tiempo. La pareja se ve enfrentada al desafío vinculativo con el niño, pese a las dificultades que pueden presentarse. La presión y las vivencias de extrañeza a veces generan roce en la diáda, y pese a la necesidad de cercanía, sucede a veces lo contrario, como un intento de buscar un respiro en la intimidad individual. Por ello, es posible expresar que la pareja tiene la tarea de un desafío revinculativo entre sus miembros en la postadopción.
Nuevamente aquí se observa un proceso de tránsito asociado a múltiples pérdidas que va desde la extrañeza frente al hijo, al otro como frente así mismo, luego la lejanía, el reencuentro en la propia intimidad consigo mismo, hasta encontrar la necesidad de la cercanía del otro, donde se reabre el dialogo reconstructivo, y revinculativo mediante la introducción de lo novedoso, que es ver al otro con mayor valor cuando es visto en su dimensión amorosa con el hijo.
Un aspecto que produce alivio y permite este tránsito es el factor tiempo. Pero el paso del tiempo no conduce a la cercanía cuando las parejas no pueden introducir lo nuevo, o padecen demasiado la lejanía del otro o muestran mayor dependencia del otro. En estas situaciones se observa una suerte de renuncia al deseo de cercanía, donde se normaliza su ausencia y la falta de calidez en la relación debido a la escasez de recursos para poder revincularse e introducir elementos nuevos a la relación de a tres y de a dos de la pareja. La actividad personal queda obstruida, y se instala el reaccionar pasivo, permanece la falta de cercanía, el dolor y la falta de diálogo. Nuevamente sin ayuda, la pareja puede caer y permanecer en el nivel del diálogo perturbado (Kolbe, 2008). Muchas heridas del pasado son traídas por los entrevistados al presente con su hijo en la postadopción, e intervienen en la relación, y en el vínculo entre la pareja y el riesgo es que puedan dejar huellas duraderas.
Otro fenómeno que se puede instalar como conclusión, es que todas las parejas, explícita o implícitamente, refieren dos niveles de la relación, ya sea por su presencia, ausencia o predominio. Intuyen que sus propios niveles como pareja conyugal y otro como pareja parental, que se desdibuja uno en pro del otro. El problema se convierte en conflicto, no porque se niegue o se cambie uno por otro nivel, sino, por la pasividad de no hacer nada por reconstruir lo que se ha transformado en pérdida. Para otras parejas, en cambio, esta transformación parece acomodarles, sin que se afecte la relación.
Claramente, a nivel de la actividad personal del trabajo de duelo, se aprecian algunas dificultades asociadas a déficits en algunas de las MF. Por ejemplo, cuando predomina en la relación el desgano, la apatía, la sensación de frialdad, se trata en general de parejas fijadas a un pasado doloroso no elaborado. El polo sustancial a nivel del vínculo se ve disminuido, y predominan problemas en el polo de la cercanía, donde ambas personas juntas se aman, pero no acceden a poder ser felices juntos. En cambio, en otras, se percibe en sus palabras el trabajo de duelo suficientemente elaborado personalmente y/o como pareja. Cuando esto aparece, se revela en ella mayor vitalidad, movilidad, adaptación a lo nuevo o flexibilidad.
Se puede aseverar que las vivencias fijadas de estas parejas en dificultades tienen un fuerte componente sociocultural, donde los desagradable, lo doloroso tiende a ser colocado en el lado indeseable de la vida, con la preconcepción de que ese lado de la vida no debiese existir. La cultura posmoderna, al decir, de Bauman (2002), se caracteriza por lazos fervientes, pero apenas surgen los problemas queda en evidencia la fragilidad de éstos.
El otro objetivo se pregunta por la capacidad de profundización en lo propio a través del otro en la relación, tema de la tercera MF, pero ¿De dónde viene la legitimación del ser así, del propio actuar, de lo que es auténtico, correcto, y correspondiente a la propia persona? En la pareja, como lo afirman Längle (2008) y Kolbe (2008), la presencia de las condiciones de la 3ª MF para el desenvolviendo personal es crucial para que ambos puedan legitimar su ser-así. En la pareja esta legitimación viene, por una parte, del logro de una identidad como un todo, ambos se sienten y quieren ser parte de la relación, pero por otra parte se debe dejar espacio para lo propio, para las individualidades. Al respecto es posible advertir que la identidad de la pareja como conjunto la construyen, se observa que hay un nosotros común, donde ambos se siente parte de ese todo que es la pareja. Sin embargo, la referencia al nosotros se pone en cuestión cuando emerge la diferencia, la disidencia o los límites por parte del otro.
El reconocimiento del otro para el nosotros se observa condicionado al cumplimiento de las propias expectativas por parte del otro. También se manifiesta que el reconocimiento del otros permanece muy de lado de los roles, lo que significa ver al otro y valorarlo en su funcionalidad ya sea como buena madre, buen hombre, sin que se pueda darse cuenta en profundidad del otro. Esto se torna problemático, al decir de Frankl (2015) respecto de la capacidad de autotrascendencia, que a nuestra condición de apertura como seres humanos nos conduce a volcarnos al otro cuando percibimos su valor. Pero también queremos ser vistos y reconocidos en nuestra singularidad por el otro. Si el reconocimiento del otro permanece y /o se limita a lo superficial o lo funcional, la persona siente dolor por no lograr satisfacer esa necesidad. En los casos más extremos este dolor inhibe la apertura para el encuentro personal en la pareja, y pueden los miembros de la pareja, en términos de protección, permanecer atrincherados cada uno en su polo. Pese a esto, la pareja se identifica en el nosotros, y permanece junta. Pero en los casos más extremos, ese permanecer juntos marca una vida de conflictos y discusiones permanentes, que pueden conducir a una escalada violeta, donde el otro pasa a ser tenido como un obstáculo y una amenaza para lo propio (Sharim, 2010). En estos casos, la separación de la pareja no debiera ser vista un problema, pues su permanecer juntos daña a sus miembros y también a sus hijos. Al respecto, se trataría de adopciones muy complejas, difíciles, y en sus grados más altos de gravedad, porque no hablar de un fracaso, pese al continuar la convivencia, en el sentido de lo que señalan Palacios (2018), Berástegui (2018, 2017, 2008).
Por último, se explora la capacidad personal del compromiso con el otro frente a la emergencia de situaciones dificultosas, entendido el compromiso desde los contenidos de 4ª MF. Se manifiesta como la presencia de un nosotros y una unidad que ha decidido involucrarse el uno con el otro, porque se encuentra sentido a estar allí, es que la pareja se levanta una y otra vez para la realización de lo valioso. En ello, juntos se tornan fructíferos. La actividad de comprometerse con otro en estas parejas figuró como algo que es incuestionable en la mayoría de los informantes. Este fue nombrado por la mayoría en varias instancias del proceso adoptivo, sobre todo en retrospectiva, cuando se mencionó los inicios de la relación, ante el diagnóstico de infertilidad, las pérdidas. En esas ocasiones, el compromiso aparece asociado a la pareja que se visualizaba en el futuro con hijos, como un proyecto conjunto, y con la certeza de que es con ese otro que se quiere caminar. Respecto de la postadopción el sentimiento de un deber con el otro que fortalece el compromiso se escuchó en torno al proyecto y largo proceso de crianza, de educación y del bienestar de los hijos, un predominio del bienestar colectivo por sobre propio de cada uno. Este proyecto conjunto de parentalidad, sentido como un deber incuestionable, actuaría como un fortalecedor de la permanencia y el sentido del proyecto común. Al respecto ante la pregunta por el nido vacío, por el más allá de los hijos, por el sentido que se encuentra en la pareja en sí, surge el silencio y la perplejidad.
Otro aspecto valioso respecto del compromiso en el proyecto común es que, pese a las dificultades y desafíos de la parentalidad adoptiva, la pareja se vuelve a vivenciar fructífera y fértil, viéndose aumentando el lazo para seguir adelante, y de manera muy significativa, hace perder peso y dejar en el pasado el dolor por la infertilidad.
En términos del compromiso, se puede afirmar la presencia de autotrascendencia en la pareja, más allá de sus dificultades relacionales, como también lo comunitario haciendo sentido en ella.
A modos de conclusiones más generales, es posible afirmar que estas parejas que parecen tener un hándicap en la encrucijada de la parentalidad adoptiva, este hace referencia a un doble esfuerzo de elaboración y de activación personal para encontrar sus recursos que deben hacer estas parejas para permanecer juntas y sobre todo para sacar adelante su proyecto adoptivo. Por tanto, no son tanto los hitos difíciles los determinantes de su devenir, sino, más bien las formas de cada una de lidiar con tales situaciones y de activarse personalmente.
También es posible afirmar que más allá de hitos complejos, conflictos o trastornos, los déficits en las MF no actúan como impedimentos ni determinantes radicales para poder ejercer las funciones parentales. En este caso se trataría, por tanto, de adopciones complejas o difíciles, pero no fallidas, ni fracasadas, salvo una excepción.
Respecto de las MF se observa mayores dificultades en torno al tercer pilar fundamental de la existencia. Este aspecto llama la atención y requeriría seguir siendo estudiado y reflexionado.
Respecto de las parejas en la encrucijada con la parentalidad adoptiva, teniendo presente que éstas fueron evaluadas, diagnósticas, educadas durante los procesos de adopción, es importante indicar que su devenir no puede ser predicho mediante evaluaciones. Esta constatación, conduce a perseverar en la necesidad de replantearse el trabajo con la pareja en los procesos del trayecto adoptivo para activar recursos personales. De este modo, éstas podrían edificar su proyecto postadoptivo con la plasticidad necesaria, flexibilizando actitudes y devenir en el trayecto de una adopción de manera creativa haciendo uso de sus capacidades, y en diálogo con cada situación.
Del mismo modo, se recalca la carencia de apoyo profesionales y oportunidades apropiadas para su despliegue y profundización.
Por último, el devenir de la pareja en el cruce de la parentalidad se observa como una oportunidad de transformación, y maduración en cuanto la comunidad que constituye la pareja, cumpliéndose la ampliación de lo propio por el nosotros, de modo que ambos pueden vivenciarse como “contribuyendo juntos a los hijos y al mundo”.
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[1] Un existencial refiere al concepto de existenciario acuñado por Martin Heidegger en su obra Sein und Zeit (1927). En la analítica del Dasein (ser-allí) señala a todo aquello que constituye la existencia, es decir, se configura como una estructura constitutiva de una existencia particular, pero que domina en todas las relaciones de la existencia en tanto representa siempre una posibilidad o un modo de ser siempre presente y posible en el existente humano, por tanto algo de lo cual tarde o temprano o más de una vez tendrá que habérselas con ello (Encyclopaedia Herder (herdereditorial.com, s/f).
[2] NNA se usa en este texto como sigla sustitutiva para referir a niño, niña o adolescente adoptivo de modo genérico.
[3] Persona entendida como la dimensión antropológica del AE, se escribe en este texto con mayúscula, para distinguirla de persona en el sentido de sujeto, ser humano o individuo.
[4] Para Längle el concepto a existencia, entendida como algo propio del ser humano, significa una realización de su vida. Vida es aquello que compartimos con todos los demás seres vivos, cuya característica es que nos es dada y en la cual nos ocupamos de la sobrevivencia, pero existir alude compromiso activo y decidido. Contrario a existir es vegetar, donde para el ser humano ”ya no es posible levantarse por sobre las condiciones impuestas por la vida” (Längle, 2004, p. 3); entonces la ocupación se reduce a la sobrevivencia y la persona permanece víctima de las circunstancias.