Estimadas y estimados lectores,
En estas fechas de fin de año, algunas festividades se nos hacen presente, como la de la iglesia Evangélica, la de Todos los Santos, luego la Navidad y claro está, Año Nuevo.
Estamos a 2 meses del fin de año y ya lo estamos pensando, y planificando las vacaciones de enero, febrero, y a veces lamentándonos de ¡cómo se nos fue el año!
Y la verdad es que así como se nos pasó este 2014, así muchas veces hemos sentido que se nos ha pasado la vida.
Y ¿cómo ha sido ésta? ¿cómo está siendo ésta?
Nuestro existir tiene varias dimensiones: la corporal, que cuando nos incomoda acudimos al médico; la psíquica o anímica, cuyo apoyo nos llega del psicólogo/a. Pero ¿qué pasa cuando nuestras inquietudes nos llegan desde una vivencia más espiritual?
Cuando me alejo de la ciudad y tengo la posibilidad de contemplar el cielo estrellado, en su infinitud…y me sobrecoge un sentimiento, es ¿vértigo? es ¿abrigo?
Cuando un paciente me relata sus padecimientos, y yo incrédula de escuchar y atestiguar cómo esa persona sigue estando ahí, confiada en…¿qué? en la vida?, en la existencia?…
Pienso que no se requiere de un dios (con nombre) para estar conectado a lo así llamado “espiritual”. Alguien una vez me dijo: “tú no eres espiritual”. Y fue raro escucharlo, pues siempre me he sentido tan profundamente conectada a…¿a qué?
No lo sé. Y no necesito nombres, pues la espiritualidad debe (a mi modo de comprender) ser fundamentalmente una VIVENCIA. Por eso los dogmas me estrechan.
¿Qué es para mí lo espiritual?
Percibir que hay algo, que me sobrepasa, ante lo cual me puedo dejar caer, a lo que me puedo confiar en el momento de mi muerte. (En Análisis Existencial se lo llama el Fundamento del Ser).
Sentir que la Vida, más allá de la mía propia, de mis dolores y experiencias , es en sí misma valiosa, como esas pequeñas florcitas blancas que crecen durante el verano en el pasto de mi casa. (alusión al Valor Fundamental)
Captar lo único del otro, de esa persona que hace el aseo, de mi mismo, incluso en las circunstancias más adversas. Ser capaz de abrirme al misterio del otro y sorprenderme por alguna respuesta, algún acto que no esperaba. (Para el AE es la Dignidad de la persona)
También cuando alguien, pese a sus carencias y dificultades, va más allá de sí (pero siempre de la mano consigo) y da su tiempo y su energía por otros – Anoche sin ir más lejos vi en el noticiero cómo una mujer ha adoptado bebés muertos y abandonados en basurales, para poder darles una sepultura (atravesando toda insensata y densa burocracia, que impide dar sepultura a NN). (Referido al Sentido Existencial).
Como pueden ver, la espiritualidad no debiese ser ajena al espacio de encuentro entre dos seres humanos, como lo es la psicoterapia o consultoría, pues es un tema que nos atraviesa en nuestro existir. Limitar nuestra ayuda a lo psico-físico es no sólo no comprender sino fragmentar al ser humano.
Sonia Neiman en su artículo “El efecto del Shabat en mi existencia”, nos muestra cómo en un rito del judaísmo se puede vivir tan plenamente una de estas experiencias relatadas: lo espiritual en el disfrutar una cena, o mejor aún, hacer una fiesta de los almuerzos sabatinos.
También puede haber una espiritualidad en el lavar los platos, como nos señala Alex Stein en su relato: “Meditación, la persona profunda en el estar presente”. Y digo “puede” pues no todo “lavar los platos” necesariamente lo hago desde esa dimensión (también los puedo lavar molesta).
Ambos artículos nos muestran cómo lo así llamado “espiritual” no es privativo de las religiones, sino que es parte constitutiva de ser ser-humano. Lamentablemente, a veces las religiones han “capturado”, se han “posesionado” de esa dimensión, o al menos de esa nomenclatura.
Puede también haber mucha confusión en los términos, deformaciones populares, ineficientes traducciones, etc. que vale la pena revisar, pues como dicen por ahí: “las palabras crean realidades”, y si permitimos y concedemos que un concepto tan intrínsecamente humano quede sólo en manos de “sabios”, es una parte nuestra, nuestra Persona Profunda, la que queda desamparada. En su artículo “La espiritualidad en el vivir existencialmente”, Gabriel Traverso nos aclara no sólo su etimología sino también sus alcances como por ejemplo, en el agradecer: acto tan simple y que cuando es sincero, es tan profundo.
Estamos llegando a fin de año, semanas propicias para detenernos, mirar y mirarnos.
¿Cómo han sido estos últimos 10, 11 meses de mi existir? ¿He ido caminando conmigo de la mano? ¿O me he dejado a la vera del camino? ¿Y de la mano íntegramente? ¿O mi cuerpo, mi psique se me han quejado por el apresuramiento con el que me he traído todo este año? ¿Siento que he vivido este 2014 con todas mis dimensiones a la vez? ¿Que he cuidado mi salud física, anímica y que mis decisiones van alineadas con esos dos aspectos de mi existir? El Yoga como Tomás de la Fuente asevera, es una forma de vivir, más que un ejercitar sólo el cuerpo, pues en su entrevista nos recuerda que “la Espiritualidad se vive en la práctica, se trata de estar consciente y presente en la vida”
Amigas, amigos, final de semestre para algunos , final de ciclo para otros, final de año para todos. La muerte de un período. ¡Cómo será observar la propia muerte!
La muerte que comenzó apenas nacimos.
La muerte de la cual nos contagiamos, apenas tuvimos conciencia de que podíamos morir.
La muerte como necesaria para que algo otro pueda tener lugar.
Nuestra propia muerte para que otro pueda tener un lugar.
M. Luisa Bombal en su libro “La Amortajada” mira su propia muerte, y Elisa Broussain, con su belleza poética nos regala una hermosa reseña del mismo.
Los invito a vivir este fin de año, muy conectados con esa maravillosa dimensión tan humana: la espiritual, a través de ritos religiosos, la meditación, el encuentro con el otro, la corporalidad, o como les nazca a cada cual. Pero no la dejen rezagada para días específicos de la semana, sino que la invitación es a vivirla cotidianamente.
Existir, es Vivir con Decisión (y en cada decisión, yo debo estar allí y el otro debe estar allí para mí). Eso es vivir existencialmente.