Segundo Nacimiento


Por Elisa Broussain.

En el Análisis Existencial (AE), la calidad de la vida es concretamente una TAREA EXISTENCIAL. Puesto que mi vida es mía y la única que tengo, es mi responsabilidad ocuparme o preocuparme de su calidad cuando es buena y siempre cuando es deficiente. Y así como me voy ocupando de ella, voy deteniéndome en mí, reconociendo desde este enfoque, mi propia escultura cada vez que decido. Decido eligiendo lo que me gusta, los valores que me atraen (de los que no) y con ello en paralelo mis acciones emprendidas van puliendo mi identidad con la consciencia y vivencia de estar siendo yo misma.
Quizás sea la simultaneidad de esta conciencia y sentimiento de la vivencia de mis elecciones una de las mayores fortalezas del AE, el rescate de lo propio que como metodología psicoterapéutica otorga a cada persona libertad y justicia, a su vez que la fenomenología como método supera la división del ser o del sujeto entre la razón y los afectos.

Personalmente, el índice de mi calidad de vida lo obtengo con el resultado de mi existencia: en las ganas de vivir y en mi vitalidad diaria por entregarme a aquello que vivencio como bueno hoy, para mi propia vida. Así los valores que elijo funcionan como imanes de mi motivación existencial, me atraen, me dan ganas de vivir, hacer, me movilizo, actúo. Y en el hacer realizo mi identidad. Pero no siempre ha sido así. No siempre he sabido para donde ir o qué valores escoger, cómo tomar posición en mi vida. Y saberlo ha requerido que me detenga interiormente, en el presente de mi ser, prolongadamente.

De alguna manera cada vez que me dejo tocar por la vida –sentir- salgo al encuentro de mí misma. Y es sólo de ese modo que voy logrando, no sólo conocerme, sino que adherir a mi propio ritmo. El tomar como parámetro la propia velocidad permite estar “internamente presente”(1) . Y cuando se está por dentro, no cuesta nada ser por fuera. Ahí, nuevamente, como en la conciencia y la vivencia de mis elecciones, dejan de haber divisiones, y voy siendo cuando voy sintiéndome. Podríamos afirmar que sucede algo similar en el duelo. Ya que este comienza cuando me dejo llorar y al mismo tiempo en que van brotando las lágrimas, voy encontrándome y aceptando mis sentimientos. Salen mis lágrimas y me acerco con un pañuelo, con mis manos a mi cara. Me tengo. Lloro y así se retoma el diálogo. Las lágrimas son lo primero que puedo decir para volver a encontrar, interiormente o también en el hacer, la continuidad de lo que perdí y del inmenso valor que ésta sigue teniendo para mí.

Porque en el sufrimiento, el placer es como una brújula para reorientar la vida. El autoexamen de valores propios -o tomados como propios- es una forma de reencontrarme conmigo y retomar adherencia a mí misma. Saber de mí. Por otro lado, mientras estoy soportando situaciones difíciles, conectarse con temas o actividades que me vinculan con el disfrute, me dan una pausa, un nuevo espacio para suspirar y descansar por un rato de la pena. Si no es una línea continúa de goce, al menos hay un achurado.

Las fiestas patrias, los feriados legales se viven como hitos de alegría social. Se celebra en el tiempo libre. Tiempo, tiempo de mi vida para escoger cómo vivirlo. Acercarme a lo que me gusta si es que mi rutina diaria se le opone. Sino, son nuevos días para continuar dedicándome a ello o descubriendo otros. O gozando personalmente del aniversario de la Nación y de nuestras costumbres folklóricas mantenidas y transfiguradas. Sin embargo, estos mismos ritos también pueden alejarse y volverse cuatro días continuos de asado y vino, repetidas veces, sin alcanzar por ello a palpar “el espíritu chileno” ni menos el propio.
Lo importante en esta reflexión no es el nivel de autenticidad de mis costumbres folklóricas, sino el sentimiento de propiedad de mis elecciones. Y a ello le antecede el tiempo que me he dado para sentirlas, saberlas. Y hacerlas.

Lin Yutang en el libro “La importancia de vivir”, en el primer capítulo sobre “El Despertar I. Acceso a la Vida” dice: “Un criterio de la vida como lo han visto los mejores espíritus chinos (…) es una ociosa filosofía nacida de una vida ociosa, propugnada en una edad distinta, bien lo sé. Pero no puedo dejar de sentir que ese criterio de la vida es esencialmente cierto, y como somos iguales bajo la piel, lo que toca el corazón humano en un país lo toca en todos”. En el ocio se abre una posibilidad de expansión de sí por la exploración simultánea tanto de sí como de la vida.

En la dinámica propia del “vivenciar” existe justamente un diálogo entre el mundo y yo. Por ende, es la forma más fundamental del Dasein o del “ser-estar-aquí”. El diálogo dado en el vivenciar es una parte de la vía hacia la plenitud. Ha sido esta acción a través de la cual he podido saber -porque siento- quien soy. Van coincidiendo las opciones que tomo, la calidad de mi vida, conmigo misma.

El acceso a la vida es el despertar de la persona. Längle se refiere a un segundo nacimiento cuando decido hacer mía mi vida, ajustarme, dando progresivamente mi consentimiento en el diálogo entre yo y mi contexto. Así la vida se aproxima. Así se siente la fenomenología en el gustar, en el “ser sintiendo”. Van vibrando, con mayor acierto y precisión personal, los valores, la vida en mí.

Winicott, entre otros autores definió las potencialidades del juego en los niños. En él ellos disponen su propio mundo y acomodan los elementos, ritmos, actores y circunstancias, representando afuera las condiciones ideales para sí mismos. Me parece un buen cristal con el que poner en perspectiva la propia vida. Aparecer en la elección. Titubear, dudar, no importa. Sí otorgarse el tiempo, para que como “piso existencial”, pueda contar y sostenerme de él para saber de mí, permitirme ser. En pequeños detalles, poniendo en relieve como con renovados sentidos, el sol través de una ventana, apoyarme y descansar en un paradero, contemplar una planta a contraluz, pudiendo no sólo sentir el bienestar, el placer y afirmar cuán hermosa la vida es, sino que también me descubro en las preferencias que yo, en distintas dimensiones, acojo, elijo, a las que me acerco y dedico tiempo y las que comienzan por opción, a componer mi vida y más precisamente, la vida que me gusta vivir.

(1) Alfried Längle. Libro de texto de Análisis Existencial, La 2da motivación fundamental de la existencia, p 29, abril 2006

Elisa Broussain
Maquilladora profesional
Alumna de psicología UAHC
Postítulo en Consultoría en Análisis Existencial
elisabroussain@gmail.com

Elisa Broussain

Psicóloga
Formación en Consultoría en Análisis Existencial (ICAE)

elisabroussain@gmail.com

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Chile
Nº 8 - 2014