Tu mirada recorre estas líneas. De algún modo, esta revista llegó a ti. Y aquí estamos, tú y yo. Tú, con tu mirada y la atención que prestas a estas palabras. Yo, haciéndome visible ante ti a través de lo que escribo, con la intención de esbozar cuán importante es en nuestra existencia la forma de mirar.
¿Cómo es mi mirada en la vertiginosa vida cotidiana? Probablemente tienda a ser inquieta, distraída o superficial. No siempre me doy el tiempo para posar la mirada en el otro, ni tampoco para mirarme a mí mismo. Sólo cuando tomo la distancia necesaria, cuando hago una pausa para permitir que mi mirada repose en ti, o en mí, puedo ver con profundidad. Es entonces que la persona se hace visible. Si tú tienes la apertura para mostrarte a mí, y yo te miro con atención, podré apreciar lo valioso que hay en ti.
Sobre este tema, Alfried Längle lanza una provocadora afirmación: “Quien no encuentra qué apreciar en el otro, es que no ha mirado bien”.
Esta frase permitió una interesante polémica cuando la comentamos en el grupo de formación en Análisis Existencial. Los alumnos planteaban que hay casos en los que es difícil imaginar que podríamos apreciar a un ser humano. Inevitablemente, vino a la discusión la dolorosa realidad que vivimos en México actualmente: una encarnizada violencia a raíz de le lucha contra el narcotráfico. Surgieron innumerables preguntas: ¿Será posible apreciar lo valioso en alguien que sido capaz de asesinar? o, cuando la persona está eclipsada por trastornos psicofísicos, ¿cómo apreciar lo valioso de su dimensión humana? ¿Qué se necesitaría para que esto ocurriera?
Personalmente, puedo decir que las afirmaciones de Längle suelen interpelarme profundamente. Me tocan, me cuestionan, me dejan cavilando. Lo más enriquecedor es traer a nuestra propia vida cada cuestionamiento del Análisis Existencial. Entonces se vuelve personal. Puedo sencillamente preguntarme, por ejemplo: ¿Cómo está mi capacidad de mirar a las personas que me rodean en mi vida diaria? ¿Conservo aún esa frescura en mi mirada que me permite apreciar lo valioso de mi pareja, de mis hijos o de mis hermanos? ¿Soy capaz de tomar distancia para ver a las personas con quienes trabajo cotidianamente? ¿Me detengo a contemplar a mis amigos? Por otro lado, ¿qué tanto me muestro yo, a ellos? ¿Qué tanto me hago visible? Y, en relación a mí mismo, ¿me detengo a observarme, me presto atención? ¿Soy capaz de identificar y apreciar lo valioso en mí?
En el espacio psicoterapéutico ejercitamos este contemplar y apreciar al otro. Aunque no es frecuente, me ha ocurrido empezar a acompañar a personas que, en un principio, por una u otra causa, no me inspiran mayor simpatía. Pero en el camino de conocerlas y comprender qué es lo que las mueve, en el proceso de verlas con atención, invariablemente empieza a brillar su esencia y se vuelve visible lo valioso que hay en ellas. Es muy probable que tú también conozcas esta experiencia, ¿no es cierto?
Por eso el tema de la mirada es tan apasionante. La mismidad y la otredad que se encuentran. Quiero verte y, a la vez, me hago visible para ti. Si tú tienes esa misma apertura para verme y ser visto por mí, entonces sucede el encuentro. Surge un vínculo nuevo entre nosotros y, como dice Längle: “Si realmente nos encontramos como personas, surge algo que nos pertenece sólo a nosotros”.
En este número 26 de nuestra Revista Interamericana EXISTENCIA, varios autores toman el riesgo de hacerse visibles a través de sus reflexiones y experiencias vertidas en letras para compartirlas, con todo aquel que quiera mirarlas. Qué intimo es el encuentro al leer lo que alguien ha escrito. Requiero de un momento a solas para poder sumergirme en la lectura y así dialogar directamente con el autor y, simultáneamente, conmigo mismo. Ojalá tu mirada vaya al encuentro de los textos de nuestros autores y se dé este espacio único entre tu persona y cada uno de ellos.
Podrás dialogar con Enrique García a través de su artículo: “Grupo de Sanación: una mirada del Análisis Existencial sobre el sostén comunitario”, en el que nos explica la interesante dinámica de este modelo: “El grupo trabaja a favor del consultante, es decir, aportando sus vivencias y experiencias, para que el consultante pueda llegar a una resolución”. Verás cómo el autor nos comparte una metodología transdisciplinaria y fenomenológica a través de la cual se genera un clima de confianza, cercanía y respeto, que irradia una fuerza centrífuga de sanación hacia todos los participantes del grupo.
En su artículo “Comprensión de la violencia intrafamiliar desde el Análisis Existencial”, María Lorena Matellón nos relata el caso de María, una adolescente de quince años que se escapa de su casa, a raíz de los golpes y maltratos de su madre. Podrás acercarte al proceso que se dio entre la terapeuta y la chica, quien vivió una infancia difícil, pero: “…el trabajo empático y basado en las motivaciones existenciales, permitió a la adolescente re-componer el vínculo roto con su madre, y sin negar las vivencias negativas de su infancia, lograr vivir con aprobación interna.”
La diversidad de este número te permitirá conocer un interesante paralelismo entre el modelo del Eneagrama y el del Análisis Existencial, que Elisabeth Chan describe en su artículo: “Los Caminos Distintos del Desarrollo de Personalidad: Una Exploración del Eneagrama desde el Marco Analítico Existencial”. Para explicar el desarrollo o deterioro de la personalidad, Elisabeth propicia el encuentro entre el Eneagrama y el Análisis Existencial: “…describo cómo las direcciones de integración (crecimiento) y desintegración (estrés), como son identificadas por el sistema del Eneagrama, corresponden a los cambios psicológicos que distinguen a la personalidad y a los trastornos de la personalidad en el Análisis Existencial.”
En la reseña del documental “Estar en el Mundo”, escrita por Derrick Klaassen, podrás apreciar un interminable diálogo de miradas. La mirada de Tao Ruspuli, director de la película, se encuentra con la de Heidegger, y nosotros podemos percibir esta conversación a través de los ojos de Derrick, quien se cuestiona sobre lo que significa ser ser-humano; también nos cuenta cómo las filosofías existenciales se encuentran con artistas y maestros de artesanías diversas, y nos propone: “Mire la película usted mismo. Tenga la apertura a ser movido, a ser atraído, a ser inspirado. Vea por sí mismo.”
Hemos estado reflexionando sobre la capacidad de mirar, pero, ¿qué pasa cuando, literalmente, se ha perdido el sentido de la visión? En su artículo “Poder ser, a pesar de no poder ver”, Angélica Lenz, quien asesora y orienta a un sinnúmero de pacientes invidentes a través de la Asociación Para Evitar la Ceguera, I.A.P, nos permite familiarizarnos con la experiencia que vive la persona que perdió la visión. Angélica nos acerca a la dura vivencia de la ceguera y, sin embargo, afirma que: “Sí se puede llegar a vivir una existencia plena a pesar de no poder ver”. Descubre de dónde surge la profunda convicción de la autora para hacer semejante aseveración.
Te invito a darte el tiempo para que tu mirada repose en las generosas colaboraciones de nuestros autores. Pero esta invitación que te hago y, al mismo tiempo, me hago, va más allá de la lectura de esta revista. Es la invitación a hacer una pausa para poder apreciar lo valioso en nuestras vidas. Es la invitación a apreciar, por ejemplo, lo más significativo y valioso que este año 2018, que está a punto de concluir, nos ha ofrecido. Y es también la invitación a que, a partir de una auténtica apertura, puedan darse muchos nuevos encuentros entre cada uno de nosotros y nuestra