Los celos, a veces un guijarro que rompe el cristal

Jealousy: sometimes a pebble breaks the glass


Palabras clave: Celos, trauma, análisis existencial, poder ser, tomarse en serio

Isabel[1] es una mujer de treinta y cinco años, casada desde hace diez años (segundo matrimonio) con Pedro Pablo. Tienen un hijo (cuatro años).

La apariencia de Isabel es frágil, su contextura, su mirada, su voz.

Conoce a Pedro Pablo en su lugar de trabajo, y sin buscarlo ni proponérselo se enamora de él. Esto la hace sentir muy culpable (culpa transmitida por su madre) ya que llevaba casada diez años con su primer marido. Se enamora de Pedro Pablo pues él “me atendía, se preocupaba por mí y era compasivo“, “me transmitía seguridad, tranquilidad“.

Uno de los motivos de consulta que ella manifiesta son los celos.

Cuenta que al mes de casarse, ella ve unos mensajes de whatsapps de Pedro Pablo, con otra mujer, situación que se repite en cuatro ocasiones más. Pese a que ella lo confronta y él lo reconoce, de esto ya han pasado varios años y no lo puede soportar. Vuelven los recuerdos, las imágenes, los temores una y otra vez (pese a que ella en realidad no vio nada más, ni se supone que haya pasado a mayores).

Luego de tener a su hijo, no ha vuelto a trabajar. En el fondo, prefiere quedarse en el seno seguro del hogar. Mayormente no tiene amigos ni algún pasatiempo.

Desde el Análisis Existencial (AE), comprendemos los celos como una “envidia de relación”, porque se tiene el sentimiento de no pertenecer ahí, de ser excluido.

Los celos son un síntoma, que, en general, pueden ser orientadores respecto a por dónde se está escapando el equilibrio, la complicidad en una pareja, o en una relación (también hay celos entre hermanos por alguno de los padres, o de algunos de los padres respecto al tiempo dedicado por el otro hacia el hijo). En el caso de celos patológicos, no siempre se aplica lo anterior, ya que otros factores pueden incidir con mayor fuerza, como vivencias biográficas no elaboradas, etc.

Isabel relata tener una mala relación con su madre y padre, pese a manifestar que éste es muy importante en su vida. Su madre tiene al parecer un trastorno límite de personalidad y su padre intenta infructuosamente dar estabilidad a una ya caótica vida de permanentes conflictos. También tiene un hermano menor (que apenas menciona). Relata (muy al pasar) que fue abusada por su abuelo paterno a sus 7 años. Este evento desestructura la familia. Su madre “abandona el buque” (se repliega en depresión) teniendo ella, a su corta edad, que hacerse cargo de todo. El padre se margina. Esto hace que ella se vivencie abandonada por ambos. Describe su infancia y adolescencia durante la cual “nunca confiaba, no sabía a qué atenerme“; “nunca pudo bajar la guardia“.

¿Cómo unos mensajes de whatsapps  pudieron afectarla tanto? ¿Son sólo celos, lo que afecta a Isabel? Claramente se podía ver que había algo más profundo en ella. Su sufrimiento era tremendo, desbordante, muy intenso. No concordante con la magnitud del hecho, ni con la relación de confianza y estabilidad que ellos tenían previo al matrimonio.

Pedro Pablo no comprende ni dimensiona lo acaecido a su mujer. Y en ella, sobreviene permanentemente “el miedo a que me pueda abandonar“.

En sesión con ambos, veo claramente que él no comprende. Literalmente dice: “No tomo en cuenta lo que ella dice“.  (Claro, pienso yo, han transcurrido ya diez años del suceso… no le cree). ¿Qué puede haber ocurrido en Isabel, para que esta experiencia de los whatsapps  haya producido tal trizadura? Me imagino un pequeño guijarro que golpea un vidrio y lo quiebra (lo que ocurre cuando da justo en un punto específico, debilitado del vidrio).

Las expresiones de “abuso”, “vivencia de abandono” y “actual temor al abandono”, me quedaron resonando y me llevaron a pensar en que esto es más que celos, estoy ante la presencia de un trauma. Y lo digo a ambos. Y lo explico cuidadosamente, asegurándome que especialmente él lo comprenda.

A la sesión siguiente, Isabel me comenta que la sesión anterior fue un muy buen encuentro entre ambos, y que ella se sintió respaldada ante la noción de trauma. Y que él ha estado más abierto emocionalmente hacia ella.

Los whatsapps habían producido una fractura (otra más, si consideramos su historia sumado al abuso sufrido de niña). En realidad para ella fue un hecho traumático.

¿Qué es lo que caracteriza el trauma? – En general se entiende por trauma un acontecimiento nocivo, que se sitúa fuera de la “experiencia habitual del ser humano” (Vermetten, Charney, Brenner 2000, 67). Una situación traumática se define psicológicamente  (Kebler y Brom, 1992) por la impotencia (el verse uno superado por un suceso incontrolable) y un hundimiento (la ruina drástica de supuestos y expectativas básicos). Según Längle (2005), estas características excederían la capacidad de procesamiento habitual de la persona.

Se experimenta un trauma cuando sobrepasa imprevistamente lo que hemos pensado como funcionamiento de la vida y la existencia, porque no estamos preparados para tal experiencia.

En el caso de Isabel, luego de una infancia, caracterizada por la vivencia de abuso del abuelo e inestabilidad emocional permanente en la familia, abandono de sus padres, además de la sobreexigencia a corta edad de “hacerse cargo del buque”, ella se desarrolla precariamente a nivel de estructura personal. Sin embargo, logra estudiar y tener una profesión, casarse y tener una familia propia.

Pero al poco andar en esta segunda oportunidad de amor y seguridad que le brinda la vida, sobreviene lo impensado, lo inimaginado, lo inconcebible para ella: la amenaza de que el sostén y la protección y estabilidad alcanzada en su marido, el cobijo, la atención y dedicación, sorpresivamente se le escapan de las manos. Ese refugio seguro, deja de serlo.

“Sin tener donde afirmarse, cae en la impotencia frente al acontecimiento que sobrepasa su control, y que ahora tampoco logra asimilar. Esto lleva a una “interrupción”, como lo denominan Kleber & Brom (1992) en un lenguaje más psicológico, por la “destrucción drástica de suposiciones y esperanzas” (Cléber 2000, 728).

De esto han transcurrido casi 10 años, y el sentimiento es casi el mismo.

¿Cómo trabajar ahora?

Desde el AE, debemos tener presente para este caso, las estructuras precarizadas en el desarrollo de Isabel, según el modelo dialógico de las Cuatro Motivaciones Fundamentales (MF) desarrolladas por Alfried Längle (Croquevielle 2009), de modo de ayudar a proveerla de una “mayor densidad estructural[2]” que le permita enfrentar los diferentes golpes que la vida le traerá.

En primer lugar, trabajar aquellos elementos le dan la referencia hacia el mundo (1ªMF), las condiciones que proveen estructura, los cimientos del Dasein. A la luz de su relato, en su biografía no hay muchos elementos estabilizadores que la rodean. Muy por el contrario, a la luz de lo descrito en su frase “nunca confiaba, no sabía a qué atenerme“; “nunca bajar la guardia“. La vivencia de ser protegida y sostenida por sus padres, no existió para ella, a partir del abuso y vivencia de abandono parental. Y esa seguridad la sigue buscando afuera. El trabajo terapéutico, por lo tanto, se orientará a buscar seguridad en sí misma, en aquello que ella “puede bien” cotidianamente. ¿Cocinar?, ¿dar clases? ¿respirar?, etc.

Luego, trabajar la confianza en el mundo externo: ¿qué, a sus ojos actuales, le puedn dar esa seguridad? = confianza “vidente”[3]. Por ej. regularidades (la salida del sol todos los días; la certeza de la llegada del invierno – que ella ama-, etc). También en Pedro Pablo y qué es concretamente y realistamente en lo que ella puede confiar en él.

Al ir avanzando en dar firmeza a sus cimientos estructurales, podemos ir visualizando la 3ª MF, la referencia a Sí Mismo. Como se dijo anteriormente, uno de sus principales motivos de consulta fueron los celos, y se aclaró más arriba que éstos aluden a un sentimiento profundo y doloroso de que “los otros poseen algo- una relación en este caso-, que yo no poseo, ¡pero que me encantaría poseer!” Es decir, Isabel siente que entre él y la mujer hay una relación, que en realidad Pedro Pablo debiese tener sólo con ella …Ella fue excluida.

Cuando hay celos se trata, en primera instancia, de mí. No veo al otro, sino la pérdida que significa para mí, cuando tengo que compartir su acercamiento con otro. Los celos quieren poseer, tienen pretensión de exclusividad, y no permiten ser libre (por eso no se encuentran en el nivel personal): es ocuparse en la comprensión de sí mismo (¿Quién soy yo, para que no te dediques exclusivamente a mí? ¿Qué sé hacer?) y con la autoestima (¿Cuán bueno soy?). (Längle, 2004, p. 40).

En la infancia y adolescencia de Isabel no hubo miradas apreciativas hacia ella. Su madre muy ocupada con su propio trastorno, y su padre abstrayéndose del caos familiar, no tuvieron espacio (tiempo) para darle la consideración y el aprecio que requería. Además de tener que asumir responsabilidades que no corresponden a una niña de su edad (trato injusto). Más bien se le transmitió el camino del caos, del ocuparse y resolver la sobrevivencia cotidiana, de los otros, de la casa, de la madre, etc. Es decir, careció de los insumos básicos definidos por el AE para desarrollar una autoestima que le permitiese lidiar con situaciones como la vivida con Pedro Pablo y los whatsapps: consideración, trato justo y aprecio.

Respecto a esta dimensión, la del encuentro con el otro y consigo mismo, se procederá, poco a poco a que ella salga a su propio encuentro, donde la percepción de sí y lo que requiere, el tomarse en serio (y no darse un trato injusto a sí misma como sí ocurrió por parte de sus padres en su infancia, ni traspasar sus límites como lo hizo brutalmente su abuelo), sean ejercitados cotidianamente.

Con Isabel estamos al inicio de un camino terapéutico. He querido compartirlo, pues me sorprendió que el concepto trauma, me saliese al camino inesperadamente al hablar ella de sus celos. No los hubiese relacionado previamente. Sin embargo, al ver en ella su respuesta, su sentirse comprendida, me hizo indagar más en ella y los eventos articuladores de su identidad y autoestima. También poner en alerta, pues tras los celos (con mayor razón en los patológicos – celotipia), como se mencionó más arriba, puede subyacer una biografía no elaborada, un trauma, e incluso un trastorno de personalidad que puede quedar de lado, frente al profundo sufrimiento (y a veces hasta el delirio paranoide) de los celos.

En la útima sesión antes de este escrito, cuando le pregunto el porqué me “enunció” eventos tan duros con tanta “levedad” (pues ésa fue la imprensión que me quedó al releer mis apuntes), me dice: “sí, yo también me di cuentapero también lo hice por decisión, no estaba preparada aún para profundizar, pues no te he contado ni la mitad…”

Bibliografía:

Croquevielle, M. (2009). Análisis Existencial: Sus bases epistemológicas y filosóficas. Santiago: Castalia, 15, 31

Längle, A (1997/2004): Material para formadores, no publicado

Längle, A. (2005). Persönlichekeitsstörungen und Traumagenesse. Existenzanalyse  traumabedingter Persönlichkeitstörungen. Existenzanalyse Nr. 2/2005 22. Jahrgang.

Vermetten E, Charney DS, Bremner JD (2000) Posttraumatische Belastungsstörung. In: Helmchen H, Henn F, Lauter H, Sartorius N (Ed) Psychiatrie der Gegenwart, Bd. 6: Erlebens- und Verhaltensstörungen, Abhängigkeit und Suizid. Berlin: Springer, 59-136

Kleber RJ, Brom D (1992) Coping with trauma: theory, prevention and treatment. Amsterdam: Swets & Zeitlinger


[1] Nombre ficticio para resguardar la identidad de la paciente

[2] Similar a la densidad ósea

[3] Que ve, opuesta a la confianza ciega, que es infantil, inmadura, pues no ve en lo que confía, sólo se deja caer

Michèle Croquevielle

Psicóloga Clínica
Postítulo en Análisis Existencial
Supervisora Acreditada
Directora Revista InterAmericana Existencia
Directora ICAE

michele@icae.cl


Más sobre

Tags:
Artículos
Chile
N° 24 - 2018
Pareja - Couples