Patricia proviene de una familia disfuncional. Vivió una infancia perturbada y aprendió a relacionarse desde el desamparo afectivo. Durante varios años padeció una relación incestuosa hasta enfermar gravemente y poner en riesgo su vida. En su niñez perdió el gusto por estudiar y aprender. Los hermanos vivieron episodios prolongados de adicción, hoy dos de ellos rehabilitados completamente hace más de 10 años y uno fallecido por narcotráfico. Patricia inició el consumo de substancias con marihuana, cocaína y pasta base cuando era adolescente y suspendió consumo cuando formó su familia, conformada por dos hijos, quienes lamentablemente sufrieron secuelas por la adicción de ambos padres. Posteriormente a la separación de su esposo sobrevino la muerte del hijo mayor en un accidente y la partida del hijo menor que se independiza de su madre. Durante el duelo de su hijo fallecido, recae precipitosamente con hoja de coca. Hoy sufre el sentimiento de “no soy nadie”, de haber perdido todo, necesita trabajar y auto-sustentarse, no tiene techo ni recursos para sobrevivir, sus redes de apoyo son frágiles y escasas, su indefensión la carcome. Patricia, por primera vez, busca ayuda profesional: “sueño con recobrar las ganas de vivir y de sentir que soy libre de la adicción”.
Objetivos y acuerdos
Siguiendo los lineamientos que sugiere la psicoterapia Analítica Existencial1 para el tratamiento de las adicciones, se inicia el servicio con énfasis en dos aspectos estratégicos como parte del encuadre: plantear objetivos de psicoterapia con realismo y ejecutar el acuerdo de tomar las recaídas como un aprendizaje y parte del tratamiento.
Definidos ambos aspectos, los que resultaron ser cruciales puntos de apoyo durante la psicoterapia, plantee abordar con Patricia la comprensión del problema que ella guardaba para sí misma. Reconciendo la necesidad de ubicar un acceso a su persona2, propuse al mismo tiempo que pudiésemos identificar un trasfondo de motivos de su adicción; exploramos cuáles concebía ella en primera línea, cómo se veía a sí misma, cuán afectada podría estar su nivel de cognicion, dónde necesitaría ayuda realmente, podría soportar el arduo trabajo que se avizoraba. Avanzada esta etapa, fue claro que Patricia aceptaba su adicción e historia y su auto concepto se definía en una dolorosa y repetida frase: “yo no soy nadie, quiero vivir limpia”.
Trabajo de base: lograr el acceso, razones y motivos
El estudio biografico permitió asentar la relación psicoterapéutica y desarrollar un clima fenomenológico para el encuentro. Adentrarse en la real motivación que sustenta la decisión: “necesito vivir limpia” implicaba distinguir sus razones y motivos, lo que significó lograr el acceso a Patricia. Se exploraron diferentes posibilidades de valor de futuro, hasta aquí más cognitivas que emocionales y no daban cuenta de su presente. Éste estaba comprometido con fuertes episodios de angustia; angustia por existir, angustia ante su dependencia, angustia culposa: “cómo puedo autodestruirme así….(llanto).”. Desde allí Patricia pudo ser tocada por el valor de decidir, mientras exclamaba: “a estas alturas no puedo hacerme a la desentendida……veo y siento que mi organismo está acusando recibo de este veneno.”
Básicamente, este tramo del proceso adquirió un ritmo lento y circular, daba la impresión que se había instalado una psicodinámica inoficiosa, aunque se abordó pros y contras de dejar la hoja de coca y sus consecuencias. Recordando que en la enfermedad de adicciones la voluntad sigue un camino que ya no es el de la persona, la idea era guiarla hacia el valor que contenían las fuerzas en contra de su voluntad, como las ganas de sentir placer, ansias de liberarse de las amenazas del mundo y sus demandas odiosas, desde la posición de “yo no puedo nada….”. Se trató de instalar una altura ética, guiar al paciente hacia la formación de sus propios argumentos para comprender las razones de sus actos y lo más importante atenerse a sus consecuencias ( A. Langle, 2009).
Alivio del impulso adictivo
En este período de proceso de psicoterapia Patricia ha logrado una primera gran decisión: “trabajar” para rescatar su voluntad y asumir las consecuencias de sus actos, incluidas las recaídas. Se exploraron cuidadosamente las alternativas reales para evitar riegos de ingestión y estructuraron tareas diarias de vida; como mantener el aseo y la alimentación, visitar lugares y personas donde encontrar posibilidades laborales, buscar y estudiar por internet un oficio, definir un hobby para ejercitarlo en un espacio para sí misma. Se acercó el hijo hacia Patricia desde que éste supo que su madre está tratando su enfermedad.
Pero el camino está siendo arduo pues Patricia lucha aun incesantemente con sus ansias de ir en busca del objeto, como subjetiva creencia que sin ésta (craving): “no puedo ser”. Aquí se hace palpable la presión del sufrimiento que A. Längle sugiere sea develada a objeto de distinguir dónde está la persona (Patricia) en este sufrimiento, está ahí dando la batalla, respondiendo a las tareas recién contraídas?
A estas alturas, aparecen crisis de pánico, “la realidad” que habíamos ordenado en rutina se le hace evidente y ésta no coincide con la imagen que ella tenía y sobreviene entonces la intensificación de la angustia, Patricia padece el sentimiento subjetivo de que su existencia está en peligro. Asoman y lidia con sentimientos de desprotección, aislamiento, soledad y de estar a la deriva. Por varias semanas, se trató la angustia hasta el punto culminante que es el llamado portal de la angustia3 que consiste en confrontar al paciente a la mayor angustia hasta alcanzar su comprensión (soltarla) y posterior gradual aceptación.
Dinamizando la voluntad: Interiorización
Con el objetivo de poner de pie la voluntad4, se aplicó el Método Fortalecimiento de la Voluntad (MFV) desarrollada por A. Längle. Éste sugiere explorar el problema, la emocionalidad “ahora” a la base, en sus distintas coloraciones y matices. Esta exploración permitió a Patricia ver-se (hacía atrás)en un escenario de búsqueda incesante de “algo” y además, a la deriva. Experiencia que en su presente la traduce como “podré encontrar-lo y saber qué hacer”. Emergieron emociones primarias (“me gustaría estar limpia”) que a la base suelen conllevar el hallazgo del valor elegido y una disponibilidad auténtica; y otras tonalidades más sólidas, intensas y frecuentes como “me gusta la artesanía y lo hago bien”; expresiones racionales (cognitivas) más que emocionales, pero otra vía al fin para encontrar “el valor”. Re-vivenciar la última vez que estuvo “limpia” y recordar su goce como “pude disfrutar del día, del sol, de los sabores, del abrazo de mi hijo, de la cercanía de la gente”, sirvieron para consolidar hallazgos de valor. Este circulo de lo claro y lo oscuro de la emocionalidad fue abordado con el Método del Análisis Existencial Personal5.
En esta fase de la psicoterapia, la travesía de rescatar la voluntad acontece en desgarradoras confrontaciones de días y noches. Silencios que la llevaron hacia el valor de la paciencia, del amor, abrazos de perdón y lágrimas que a sollozos la rescataron del mismo “hoyo de la nada”, como ella decía.
Aunque el mar de emociones, de luces y sombras, abrumaba a Patricia, por otro lado, éstas insinuaban, cual destellos, valores que aludían a “puedo ser”, “soy capaz”, “me atrevo, “me gustaría” trabajar, “quiero hacerlo”6. Habíamos cruzado de lo ideal y fantástico que sería “estar limpia” a lo real de ver la adicción como: “yo soy esta con mis circunstancias”; asumir la realidad: las ansias del objeto y aprobar las recaídas; una suerte de quietud prometedora y un cambio de foco hacia la vía del valor.
Horizonte de Sentido: hallazgo del valor
Ante el devenir, Patricia asume que esta vez la vida le pregunta: “esta persona eres, ¿quieres vivir? o quieres morir?” Tiene lugar un develarse (ver-se) ante la propia conciencia, Patricia se responde: “puedo ganarle a mi adicción, quiero vivir”. En su toma de conciencia, casi sobrepasada de agobio, por tanta pérdida, pondera cuan minadas están sus fuerzas para vivir, pero de todas maneras comprende que “vivir presa de la adicción es morir lentamente”. Reflexiona, se pregunta una y otra vez, y gira hacia valores del pasado (integración vertical de valores) buscando experiencias en las que sintió ganas de vivir; su infancia, diligente y responsable; su juventud con alegría y positiva actitud ante la vida; recuerda sus grandes amores, su familia, hijos y, sueños de surgir y profesionalizarse.
En esta etapa del proceso psicoterapéutico ampliamos la vivencia del valor y relaciones de sentido (MBS)7. Surge el giro existencial8, emerge una fuerza y una determinación, orientados hacia el mundo. Patricia inicia la búsqueda de nuevos espacios de vida y horizonte con sentido para ella. Emerge gradualmente la voluntad desde “yo soy esta historia de vida” y “si tanto dolor he podido, ¿por qué no voy a poder vencer la hoja de coca?”. Paralelamente, sorprendida refiere una profunda cercanía a Dios y la práctica de orar en sus momentos de mayor aflicción. Esta experiencia de fe religiosa la conecta con otra de su infancia que, para ella, la sanó milagrosamente cuando estaba a punto de recibir un trasplante de riñón. Experiencia arraigada en Patricia como “piso” que hoy probablemente ha re-encontrado.
Transcurren las semanas y Patricia va vislumbrando la imperante necesidad y realidad de trabajar para auto-sustentarse. La acogida de su única hermana en este periodo de su vida, significó el calor de familia preciso para moverla hacia la conquista de espacios propios. Abrumada de ambivalencias emocionales todavía, ingresa a espacios laborales (acción); con este logro se plantea independizarse. A estas alturas, Patricia ha alcanzado un horizonte de sentido. Sale a la calle, recorre lugares y encuentra un ambiente favorable para ampliar relaciones y aprender oficios de pastelería, y días después, obtiene un trabajo en el rubro.
Patricia comienza a trabajar (acción) y vive la experiencia de “puedo ser yo” y “consabidas mis circunstancias” en un ambiente de trabajo, puede relacionarse, puede sentirse vista y valorada, puede crear y aprender. Esta realidad experimentada, produce un cambio de perspectiva hacia el mundo exterior y hacia sí misma9.
Nuevo logro, Patricia adquiere un segundo nuevo trabajo como transcriptora y editora10. Aquí surge un shifting 11 orientado a concretar su hogar, efusivamente expresa “qué mayor alegría y realización poder trabajar y “limpia””. No obstante, asume a conciencia que resta trabajo por hacer: abandonar la hoja de coca; es imperativo y un aliciente. Patricia expresa “he vuelto a nacer” y agrega: “presiento que ahora soy capaz puedo dejar completamente esta hoja…..”.
No obstante, los avances logrados, la psicoterapia está aplicando el “entablillado existencial”12 de manera frecuente, dado que el caso posee un trasfondo de historia de adicción.
Bibliografía
Bertossa, F. & Ferrari, R. (2010); La mirada sin ojo. Santiago: Edición J.C. Sáez Comunicaciones Noroeste.
Drexler, H. (2013). Vivir la propia vida- análisis existencial desde la praxis. Artículo: El método de busca de sentido. Santiago: Editorial Mandrágora.
Espinosa,N. (1994). La concepción de la conciencia en la logoterapia de V. Frankl. Buenos Aires: Edición San Pablo.
Frankl, V. E. (1988). La voluntad de sentido. Barcelona: Edición Herder.
Längle, A. (2000). Las motivaciones fundamentales de la existencia. ICAE.CL. Disponible en: http://www.icae.cl/wp-content/uploads/2013/06/LAS_MOTIVACIONES_FUNDAMENTALES_DE_-LA_EXISTENCIA.pdf
Längle, A. (1993). Aplicación práctica del análisis existencial personal – Una conversación terapéutica para encontrarse a uno mismo. Disponible en: http://www.icae.cl/wp-content/uploads/2013/06/Aplicacion_practica_del_AEP.pdf
Längle, A. (1994). Método fortalecimiento de la voluntad (MFV). Material de postítulo psicoterapia analítica existencial. Santiago: ICAE.