Las redes sociales, la expresión de lo propio y la posibilidad de la pérdida del sí mismo

Social networking, self-expression, and the possibility of losing oneself


Desde que nacieron los sitios de redes sociales (MySpace, Fotolog, IRC, Messenger, entre otros), han atraído a millones de personas con el fin de encontrar un nuevo espacio de expresión y comunicación. Actualmente, son cientos los sitios y aplicaciones de redes sociales que existen, siendo los más conocidos Facebook, Whatsapp, Instagram, Linkedin y Twitter. Estos medios están acaparando las miradas de diferentes áreas de interés para el ser humano, desde el área de la investigación, en la cual se facilita la obtención de datos por parte de la población, como también la industria, en la que se obtiene información respecto a las conductas de los consumidores, con el fin de promover el marketing de sus productos, siendo ahora normal que espontáneamente recibamos propaganda ligada a nuestros intereses más actuales (Ellison, 2007; Kosinsky et al., 2015). Incluso, algunos investigadores buscan proponen usar las redes sociales como una medida para prevenir la corrupción y establecer gobiernos digitales (Bertot, Jaeger y Grimes, 2010).

Es evidente que las redes sociales, como su nombre lo indica, tienen una relación inherente con la capacidad de socialización del ser humano. En ese sentido, el Análisis Existencial plantea que la socialización se moviliza en relación con el propio ser persona[1] y el ámbito de desarrollo perteneciente a la Tercera Motivación Fundamental. Esta Tercera Motivación Fundamental se define como uno de los ámbitos de relación del ser humano con la realidad, que refiere al acceder a la persona y tiene íntima relación con la delimitación de sí mismo respecto de los otros. Se requiere que la persona se permita tomar posición frente a los demás (el mundo, las presiones del ambiente, la moda, en resumen: lo no-propio) y frente a sí mismo (las propias reacciones y la propia biografía). Frente a la inevitable circunstancia de mostrarse frente al mundo y frente a sí mismo, la persona puede encontrarse a sí mismo, o perderse (Längle, 2012). En este proceso, se interpela a la propia persona, planteándose la interrogante: yo soy yo, pero “¿estoy yo autorizado para ser así? ¿Tengo derecho a ser como soy y a conducirme como lo hago?” (Längle, 2009, p.16). En esta referencia entre lo interno y lo externo, se encuentra a la persona, como puente entre la intimidad y lo público (Längle, 2012).

¿Qué pasa entonces, cuando esta capacidad o forma de relacionarnos como persona, de comunicarnos, se comienza a ver filtrada a través de nuevos mecanismos? Es la pregunta que surge cuando se observa a miles de personas comunicándose a través de los medios digitales (Ellison, 2007). Hoy se observa cada vez más -y la tendencia no parece ir en bajada-, el uso irrestricto de tecnología de comunicación masiva en gran parte de la población -de alrededor de 3,17 billones de personas-, y en una porción también amplia -2,3 billones de personas-, a través de las redes sociales (Smith, 2016; Statista, 2017).

También puede preguntarse, ¿es realmente algo nuevo, o sólo lo percibimos así producto de lo innovador, lo estimulante o el rechazo que pueden producir los nuevos medios? Desde la perspectiva del historiador de la ciencia, el Dr. Alex Soojung-Kim, se puede comprender que las redes sociales comienzan desde tiempos antiquísimos, a través del traslado del propio ser al arte y luego al lenguaje, cuando buscábamos expresar lo que sea que quisiéramos expresar al inicio de la historia. Se puede describir que la primera tecnología es el lenguaje, siendo el momento en que la mente es trasladada a un objeto externo, primero era propia del cuerpo -en el habla, la voz-, luego es enajenada del cuerpo y trasladada al mundo -el pictograma en la roca, los primeros ideogramas, gráficos, etc.-, y hoy a tabletas, teléfonos inteligentes, computadores, y demás dispositivos electrónicos (Pang, 2013).

Desde una mirada abierta, las redes sociales se manifiestan como un medio: pueden ser capaces de comunicarnos, expresar nuestro arte y nuestra historia…también mostrar lo horroroso o lo injusto, en fin, todo lo que queramos expresar. También son posibles de ser utilizadas como herramientas por organizaciones de todo tipo y personas: su uso extiende las posibilidades del lenguaje y el arte. En ese sentido, abre un espacio de desarrollo de lo propio, si se quiere, un ciber-espacio (McNab, 2009; Pang, 2013).

El uso que se le da a las redes sociales tiene relación en gran medida con el diseñador, ya que el medio digital y todos los elementos tecnológicos que lo soportan son creados con un propósito particular por la habilidad de una o varias personas. Esta habilidad le permite al creador generar reacciones emocionales en las personas, a través del uso de los gráficos, colores apropiados y la recursividad de determinismos sociales y culturales que movilizan al ser humano (Eyal, 2014). En ese sentido, hay una fuerza que impulsa de modo oculto, el uso que le damos a las redes sociales: el entrenamiento de las reacciones emocionales. Éste es un entrenamiento planificado y muy bien estudiado por los creadores y que impulsa a que las personas actúen de forma reactiva -usando la aplicación en el modo que quieren que lo usen- en los momentos de tedio, aburrimiento, inquietud y otros afectos del ser humano (Eyal, 2014). Este entrenamiento es nuestro determinismo en el uso de las redes sociales. Las redes sociales tienen un sentido, determinado por su creador, pero también tienen una originalidad, una emergente mezcla de nuevos usos que le entregan estas, por ahora, 2.3 billones de personas. Por tanto, en una perspectiva analítico-existencial, las redes sociales nos confrontan con esa realidad propia del existir que se describió previamente, en la cual nos vemos interpelados. Frente a esa interpelación, surge la posibilidad de tomar una decisión en cuanto a ese determinismo, así como también frente a las posibilidades y ámbitos comunicacionales y relacionales que nos entregan. En esos momentos de interacción con la red social, es posible plantearse la pregunta: ¿Esto es lo que realmente quiero hacer hoy? ¿A esta hora? ¿En este momento de mi vida? ¿O es sólo una reacción al tedio, a la angustia, al silencio u otros elementos de la realidad que se ven difíciles de soportar? ¿O es sólo para mi entretención? ¿De qué se trata, realmente, el uso que le doy aquí y ahora a la red social?

En este mundo de hiper-conexiones, el uso que le damos a la red social tendrá un efecto inevitable en nuestra relación con nosotros mismos, ya que tiene un efecto emocional que no necesariamente se hace evidente al usuario. Por tanto, se requiere de nosotros que tomemos posición frente a esta herramienta, o corremos el peligro de perdernos en los determinismos que promueven sus creadores, promoviendo que nos perdamos en sus estimulantes efectos. Y es ahí donde se puede volver problemático el uso de las redes sociales: que perdamos el contacto con lo que nos moviliza interiormente y nos volvamos seres externalizados, envueltos en estímulos cotidianos, en una necesidad inacabable de encontrar algo que nos vuelva a conmover profundamente.

Las redes sociales tienen un poder indiscutible, y ahora depende de nosotros el uso que le demos a ese poder, y que, ojalá, tenga relación con lo propio y se dirija a eso valioso que siempre palpitó en nuestra persona.

[1] En el Análisis Existencial, persona es definido como “lo libre del ser humano”, libre en cuanto a la capacidad de oponerse a lo determinado en el ser humano, esto es, los condicionamientos psicológicos, biológicos y sociológicos.

Bibliografía:

J. Majluf, (2017) “Redes sociales en Chile 2016, un análisis de uso y relevancia”. Disponible en: http://iabtrends.cl/2017/01/09/redes-sociales-en-chile-2016-un-analisis-de-uso-y-relevancia/. Accedido el 20/7/2017

Statista (2017). https://www.statista.com/statistics/273018/number-of-internet-users-worldwide/

Smith, K. (2016). 96 estadísticas y datos increíbles de las redes sociales para 2016 https://www.brandwatch.com/es/2016/08/96-estadisticas-redes-sociales-2016/

Kosinski, M., Matz, S. C., Gosling, S. D., Popov, V., & Stillwell, D. (2015). Facebook as a research tool for the social sciences: Opportunities, challenges, ethical considerations, and practical guidelines. American Psychologist70(6), 543.

Eyal, N. (2014). Hooked: How to build habit-forming products. Penguin.

Pang, A. S. K. (2013). The distraction addiction: getting the information you need and the communication you want, without enraging your family, annoying your colleagues, and destroying your soul. Hachette UK.

Längle, A. (2012) La soledad grandiosa: El narcisismo como fenómeno antropológico-existencial. Psiquiatría y Salud Mental. Vol. XXIX. Nº1. Págs. 5-22

Bertot, J. C., Jaeger, P. T., & Grimes, J. M. (2010). Using ICTs to create a culture of transparency: E-government and social media as openness and anti-corruption tools for societies. Government information quarterly27(3), 264-271.

McNab, C. (2009). What social media offers to health professionals and citizens. Bulletin of the world health organization87(8), 566-566.

Längle, A. (2009) Las Motivaciones Personales Fundamentales. Piedras angulares de la Existencia. Revista de Psicología de la Univ. Católica de Argentina, No. 10, Vol. 5, pp. 7-24, Buenos Aires.

Ellison, N. B. (2007). Social network sites: Definition, history, and scholarship. Journal of Computer‐Mediated Communication13(1), 210-230.


Mauricio Rodríguez

Psicólogo, postítulo en Análisis Existencial (ICAE), magíster en AE por la UAHC

mauroorodriguez@gmail.com

Más sobre

Tags:
Artículo Extendido
Chile
Diferenciación - Differentiation
Identidad - Identity
N° 21 - 2017