El fundamento del Ser, donde mi espalda descansa

The ground of Being, where my back rests


La Pregunta.

De noche, cansada, me voy a acostar y es momento de detenerme y pensar el recorrido diario. El trabajo, los hijos, esta crisis (el Covid-19) … ¿Hasta cuándo?, ¿Y la Crisis Social?, ¿Qué pasará con ella?

Hoy todos estamos vivenciando el miedo y la incertidumbre, así como muchos, por largo tiempo en nuestro país Chile.

Durante el mes de octubre recién pasado, reaccionamos ante las injusticias sociales. Gracias a la fuerza pulsional y la resistencia, representada principalmente por los jóvenes, se dieron los primeros pasos, y ahora esta pandemia obliga a detenernos, entrar en casa y mirar los propios miedos y recursos desde la intimidad personal.

Cae la noche, las estadísticas y las muertes siguen aumentando, se acaba el alimento para el día siguiente y pienso en la cuarentena y el riesgo de salir a conseguirlo, entonces me encuentro ante los límites de lo seguro y lo conocido.

He recordado especialmente en estos días una profunda pregunta de mi formación como terapeuta Analítico Existencial: “Si un día perdieras todas las seguridades que conoces, ¿dónde acudirías?, ¿qué sería aquello último en que confiarías y en que te sostendrías?”. En ese entonces la pregunta me parecía lejana. Pensaba que siempre, ante las dificultades quedaría algo en que refugiarse. Imaginaba que esa pregunta era teórica y que se refería a la posibilidad de un cataclismo en el que sin duda nadie alcanzaría a pensar demasiado. Sin embargo, ahora están en juego varias de mis seguridades, y como creo que muy probablemente no moriré hoy, nuevamente surge como regalo, la pregunta: ¿Cuál es mi sostén último y cómo hago para atravesar este momento de incertidumbre?

Mi reflexión en este artículo parte con esa pregunta interpeladora, y se desarrolla bajo el supuesto de que la Persona[1] es libre de decidir cómo vivir lo que le toca, aún ante las grandes restricciones y la estrechez inherente a esta y otras posibles circunstancias.


[1] La “Persona” se manifiesta a través de la autenticidad, la libertad, la responsabilidad y la dignidad. Se distingue de lo psicofísico. Para Viktor Frankl es la dimensión libre del ser humano, y para Max Scheler es quien dice Sí (Längle, 2013b).


El Encierro

Hace quince días estoy junto a mis tres hijos en casa. Un encierro consentido, aceptado por mí, como una forma de colaborar a disminuir los contagios a través de esta distancia amorosa, y una renuncia en la que doy un Sí al mundo. Encierro que también es con sentido, dado que se refiere a un gesto que nos orienta, abre paso hacia un futuro, y nos relaciona con el valor de la vida.

Consentido, con sentido y privilegiado (muchos no pueden hacerlo). Aún así doloroso y difícil. Transito entre el soportar y el aceptar las condiciones que se imponen, resistiendo a la angustia en ocasiones, e intentando hacer lo mejor que pueda para sobrellevar la situación. Creo que ésa es la intención de muchos hoy en día: hacer lo mejor, lidiando con el trabajo y la familia, en un escenario incierto y amenazante para la salud, el sustento y la vida.

Qué decir de la exigencia existencial para  aquellos que han sufrido además la cesantía repentina, o la exposición diaria al contagio en el transporte público, sumado todo esto a la necesidad de abastecerse de víveres en medio de la incertidumbre y el alza de precios.

Qué decir de aquellas personas que sufren patologías psíquicas como depresión, trastornos de angustia o trastorno obsesivos. Y de las familias que viven dinámicas violentas y abusivas.  Los niños hiperactivos, los niños con Necesidades Educativas que se enfrentan a un sistema homogeneizador y competitivo que ahora suma la distancia de sus profesores y amigos.

El encierro en estos casos, estoy segura, se hace aún más doloroso y difícil.

La Amenaza

Cuando el Poder Ser (1ª Motivación Fundamental de la existencia[2]) con sus condiciones de protección, espacio y sostén, se encuentran amenazadas, resulta difícil aceptar la realidad que se nos impone. Resistimos y resulta humanamente imperativo ir a buscar firmezas, controlar en algo nuestro entorno o cuando menos, evitar en alguna medida el malestar que produce la angustia.


[2] La 1ª MF se refiere a la pregunta ¿Puedo Ser?. Poder es requisito basal para la libertad. (Croquevielle, 2013).


Pienso que la búsqueda de la seguridad extraviada se asemeja a un nadador que se agota en mitad del trayecto y pierde confianza en sus capacidades y en el mar que creía conocer. El nadador se asustará, respirará agitado y moverá sus piernas y brazos desesperadamente para buscar apoyo. Durante esos minutos de actividad se mantendrá a flote (apenas), pero a la larga invertirá toda su energía, y, probablemente terminará vencido o muy traumatizado.

Algo similar nos ocurre bajo las circunstancias actuales. Buscamos formas de sobrellevar las crisis, ojalá rápido, llenando el tiempo, sin pensar, trabajando y exigiéndonos para sobrevivir al impasse. Mantenemos la atención en el problema y luchamos con él. Pero los plazos para dar esta pelea son inciertos y el agotamiento tiene impacto en nuestra capacidad psíquica, en nuestro sistema inmunológico y en nuestras relaciones.

Me pregunto ¿Cuántas personas deprimidas llegarán a nuestras consultas después del encierro?, ¿Cuántas crisis de pareja, cuadros de estrés y trastornos compulsivos se estarán gestando bajo este escenario?

Muchas de las dificultades entre las personas y de los motivos de consulta en psicoterapia guardan relación con no poder aceptar, con la frustración y el agotamiento que resulta del empeño en torcer la mano a la situación.

…y las reacciones ante las amenazas

En este punto quisiera compartir algunas ideas que propone el Análisis Existencial, sobre las posibles respuestas automáticas que surgen ante la incertidumbre y la desprotección.

Las respuestas no decididas en libertad personal, han sido llamadas Reacciones de Coping[3] (RC) (del ingles “lidiar”).  Asumen diversas formas y dependen de nuestra personalidad, temperamento, modelos, experiencias personales y finalmente del nivel de amenaza subjetiva vivenciada.


[3] Son respuestas automáticas cuya función es lidiar con aquello que amenaza nuestra existencia, “mecanismos de defensa situacionales” que dependen de un “sistema inmunológico psíquico” (Längle, 1998).


Si nos detenemos a observar nuestro entorno, amigos, familia o redes sociales, vemos que algunas personas han intentado huir del sentimiento de amenaza dejando de escuchar noticias, trasladándose a la playa, viendo muchas series y películas, o simplemente durmiendo para no pensar (RC de Evitación o Huida). Hay quienes se han orientado a la acción, dedicándose a desinfectar, consumir grandes cantidades de información científica para comprender la enfermedad y también sobre abastecerse de artículos de aseo (RC de lucha). Otros por su parte, se enrabian, gritan, critican y vociferan ante el televisor, como forma de descarga energética y de control frustrado (RC de agresión), y finalmente están aquellas personas que postergan la acción y no hacen nada, sumidos en la impotencia o bien en la negación de lo que ocurre (RC de Reflejo de Posición de Muerto).

Todas estas posibilidades son normales, surgen desde la dimensión psíquica[4] del ser humano y adoptan determinada forma según el temperamento y la personalidad. Aunque no resuelven el problema de fondo, y no surgen de una decisión libre, al menos nuestra psique permanece activa lidiando como puede, reactivamente al menos, para asegurar la sobrevivencia (física o psíquica), como lo haría el nadador que se siente en peligro de zozobrar.


[4] Conceptualización tridimensional del Ser Humano de Viktor Frankl. En la dimensión psíquica se encuentran los sentimientos impulsos, reacciones de coping, rasgos de la personalidad. (Caprio y Längle, 2005).


Sin embargo, cuando estos mecanismos se sostienen en el tiempo, y se van rigidizando y adoptando como única forma de enfrentamiento (neurosis), corremos el peligro de agotarnos, enfermar y afectar a quienes viven con nosotros. Una madre que está en continuo activismo y control, que no deja espacio a sus hijos para organizar parte de sus tiempos, o que obsesiva y automáticamente desinfecta la casa, está deteriorando la relación y provocándoles miedo.

Una persona que está frecuentemente en posición agresiva y frustrada, provoca temor en los que le rodean, se descarga en quienes están atemorizados y vulnerables, y promueve factores de riesgo para la generación de una posible depresión en sí mismo y en sus cercanos. La descarga bioquímica del estrés, tienen probadas consecuencias a mediano y largo plazo.

Detenerse y dejarse sostener

Hay más oportunidades para el nadador cuando se tranquiliza, confía en sus capacidades, da un respiro profundo y se deja flotar de espaldas para recuperar fuerzas.

Luego se dice a sí mismo algo como: “haré lo posible, el mar siempre me ha cuidado… y si no lo logro…, mi vida terminará donde más la he disfrutado”.

Entonces recupera su centro y probablemente sus capacidades lo llevarán a buen destino.

Recuperar fuerzas y descansar sobre la espalda, es una metáfora del encuentro con el piso fundamental. Para ello se requiere entrar en contacto con la fuente que me abarca, para luego soltar y aceptar la situación. Para algunos será Dios, para otros el equilibrio misterioso de la naturaleza, o bien el amor. Adopta muchas formas, pero siempre está referido a aquello que es más profundo e inabarcable, y en lo que todo está sostenido.

Es ahí, en el diálogo interno al terminar el día y en el encuentro abierto hacia la propia respuesta acerca de esta fuente, más que en las noticias de la tarde, o en las medidas de urgencia como el lavado de manos o el uso de mascarillas, donde se encuentra la primera piedra sobre la que se sostiene la posibilidad de estar en tranquilidad y libertad existencial ante la pandemia y ante toda crisis.

El último fundamento

Esa base última ha sido llamada Fundamento del Ser[5], y se refiere al sentimiento de que hay algo ahí que me sostendrá incluso en la muerte. La entrega a este fundamento permitiría el desarrollo de La Confianza Fundamentaly con ella la serenidad para caminar distinguiendo lo que es importante de lo que no lo es, y devolviendo a la Persona la capacidad de elección. Ya no necesita sobrevivir, porque sabe que vive y que hay algo que siempre ha estado y estará allí para sostenerlo. Entonces puede abrazar la vida y decidir en libertad y responsabilidad ¿Qué es lo mejor que puedo hacer bajo estas circunstancias? Ahora que esto ha ocurrido y que no puedo detenerlo, ¿qué esperan mis cercanos y el mundo que yo haga?, ¿qué más puedo hacer con todas las oportunidades que surgen de esta situación?, ¿qué extrañaré una vez que la pandemia ya no esté?


[5] Fundamento del Ser es la vivencia del ser acogido, que hay algo ahí a lo que me puedo entregar. La Confianza fundamental surge en el consentimiento a esa vivencia de entregarse. Experiencia ontológica del sostén (Längle, 2013a).


La pregunta personal por el Fundamento del Ser no trae consigo respuestas correctas o incorrectas. Ni siquiera los miembros de una misma religión, o los monjes tibetanos, tienen el mismo sentir frente al misterio y a lo grandioso, a pesar que pueda ser descrito o referido en la creencia que los identifica. Para cada uno de ellos la experiencia es única y original.

Para mí en lo personal, el Fundamento del Ser tiene que ver con el tejido humano y el equilibrio con la naturaleza. Lo he tocado algunas veces en mi vida, durante mis embarazos y el nacimiento de mis hijos; en mi adolescencia cantando en la gradería de un concierto junto a otros miles; contemplando el mar durante un verano tranquilo; y al tomar la mano de mi padre cuando falleció. Nada de eso dependió de lo que yo hiciera o dejara de hacer, estaba ahí para mí y para todos, antes de que yo entrara en escena a la vida.

Ésa es mi fuente, la espalda sobre la que descanso en momentos como éste. La confianza en que más allá de lo que ocurra, todo va a seguir su curso, y será un buen curso a pesar de los encierros y los dolores, más allá de lo que yo pueda hacer o no hacer, porque hay algo que es aún más bueno y grande que lo que yo espere o desee que ocurra.


Bibliografía

Caprio, G. & Längle, A. (2005) Aproximaciones para una Antropología Analítico Existencial. Buenos Aires: CIANAE.

Croquevielle, M. (2013). La Libertad para Vivir la propia Vida. En S. Längle y G. Traverso (eds.) Vivir la propia vida. Santiago, Chile. Editorial Mandrágora.

Längle, A. (1998) Comprensión y terapia de la Psicodinámica en el Análisis Existencial. En Existenzanalyse 15,1. Traducción de Norberto Espinoza.

Längle, A. (2013a). ¿Espiritualidad en la Psicoterapia? En S. Längle y G. Traverso (eds). Vivir la propia vida. Santiago, Chile. Editorial Mandrágora.

Längle, A. (2013b). La 3ª Motivación Fundamental de la Existencia. La Condición Fundamental del ser persona. Libro de texto de Formación en Análisis Existencial.

Marcela Flores

Psicóloga Clínica
Formación de Psicoterapia en Análisis Existencial

mflores.psicologa@gmail.com

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Chile
Confianza - Trust
Nº 29 - 2019