Reseña del libro de Ricardo Capponi, “Chile: un Duelo Pendiente. Perdón, Reconciliación, Acuerdo Social”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1999.
El mencionado libro de Capponi, aborda la dimensión psicológico – política del país a lo largo de 30 años, desde la década de los 70, enfocándose directamente en la situación de un duelo no realizado, tal y como lo insinúa el mismo título del libro. Hay que pensar que este libro salió a la luz pública en momentos en que “Pinochet había sido detenido en Londres y el Gobierno había formado la Mesa de Diálogo para avanzar en todo lo que había dejado pendiente la Comisión Rettig, entre otras muchas cosas, el paradero de los detenidos desaparecidos.”(Tironi, (2019) en el prólogo a Felicidad Sólida, de Capponi, retrotrae a este momento histórico) Ambos acontecimientos sirven para entender el contexto de la época, en el que estaban aún muy presentes, en una amplia proporción de la población, las situaciones traumáticas ligadas al conflicto histórico e ideológico que mantenía dividida a la ciudadanía chilena. Es, por consiguiente, muy importante tener muy en cuenta este hecho, al momento de analizar las posibles aplicaciones de los escritos de Capponi, al momento presente.
Para indagar en el proceso histórico inconcluso del duelo no resuelto, el autor realiza, desde la perspectiva de la teoría psicoanalítica, un acucioso trabajo de descripción, análisis y reflexión sobre esta situación en Chile. Con este marco de referencia, hace una contribución a la aplicación de la psicología a la dimensión social, particularmente en el dominio de las tensiones ideológicas institucionales, con un andamiaje conceptual proveniente de las obras de Klein, Bion, Moscovici, Alford, Kernberg y de él mismo.
Resulta interesante notar que el desafío señalado en una obra de 21 años atrás podría mantener su vigencia frente a la crisis por la que actualmente atraviesa el país, en el dominio de la expresión de los duelos pendientes y de sus consecuencias. Ello invita a releer y repensar la propuesta de Capponi, esta vez desde una reflexión analítica existencial, bajo la idea de abonar el camino y de avanzar en el desarrollo de una sociedad capaz de establecer acuerdos que posibiliten existencias más plenas.
A grandes rasgos, este libro consta de 3 partes, antecedidas por conceptos centrales del psicoanálisis, operando como marcos de referencia a lo largo de la obra.
La primera parte del libro consta de 3 capítulos. El primero, se centra en el duelo a nivel individual. El segundo, trata de la relación dialéctica agredido -agresor y de los estados mentales por los cuales atraviesa cada uno de ellos en el duelo. El tercero, considera la manera de cómo puede darse la reconciliación y cuáles son sus condiciones.
La segunda parte del libro, está centrada en el análisis psicológico de la reconciliación social, abordando el conflicto y su elaboración, describiendo los mecanismos que operan a nivel individual, para llegar al estado de madurez necesario para elaborar el duelo, diferenciándolos de los mecanismos posibles de ser utilizados a nivel social, en el entendido que, en este nivel, sólo se puede alcanzar un estado neurótico.
En la tercera y última parte, la elaboración del duelo social se plantea desde la perspectiva del vínculo entre el liderazgo y la reparación, mostrando cómo los líderes, el arte, la religión y las ciencias sociales pueden apoyar el tránsito del estado colectivo neurótico hacia la madurez individual, que hace posible la elaboración del duelo.
Desde otro punto de vista, la obra nos muestra la situación de división, maniqueísmo y escisión que ocurría, a nivel ideológico, en el país durante casi 30 años, pero no se queda solo en eso: Como señala acertadamente Kernkerg en el prólogo, su principal contribución consiste en señalar una vía posible y gradual para la elaboración del duelo y la reconciliación. Al considerar, en su visión, la óptica kleiniana, la teoría de relaciones objetales, los mecanismos mentales primitivos y la dimensión regresiva de los fenómenos de la psicología de masas, pone en acción, para los grupos, las organizaciones y los liderazgos, un modelo a ser aplicado al contexto cultural y político nacional. Nodularmente, en la clarificación de la proposición del liderazgo, radica una novedad importante para proyectar las vías de solución a nivel país.
Al caracterizar la dimensión polarizada de lo que ocurría en el país, clarifica uno de los fenómenos de pendularidad que caracterizó la situación de los casi 30 años precedente a 1999. Así señalizó los escenarios de dualismo, confrontación, polarización a través del odio y la agresión, que dieron lugar a soluciones éticas unilaterales y parciales, de un grupo de interés con exclusión del otro.
En la polarización y escisión de las visiones parciales de los grupos extremos de la izquierda y de la derecha en su conjunto, fue que se fraguó el trato deshumanizado, que quedó de manifiesto en el accionar de determinados sectores de las fuerzas armadas hacia integrantes de la izquierda y de los grupos opositores al poder.
Capponi asume que en el reconocimiento del propio papel que cada uno de los actores en conflicto, ocupó como participante en el origen de la escisión, radica el eje central de la reacción o respuesta de elaboración de duelo, como camino para la búsqueda de un acuerdo nacional, aunque no todavía ni necesariamente de una reconciliación nacional.
Las etapas por las que atraviesa el duelo a nivel personal, propuestas por el autor (regresiones paranoideas, maníacas y neuróticas) no son equivalentes ni corresponden a una traducción directa de las que ocurren a nivel de los grupos y de la masa (lo social), razón por la cual es necesario un liderazgo funcional (Kernberg) para enfrentar y elaborar conscientemente el duelo. Para superar el trasfondo regresivo del comportamiento de la masa, emerge la necesidad de contar con la acción de líderes funcionales, quienes operando e intermediando desde “grupos de trabajo”, puedan neutralizar el dominio de tendencias paranoideas y narcisistas, para lograr un “acuerdo social”, más que una “reconciliación”. Sin duda, el libro demarca una diferenciación nítida, entre lo individual y lo social, pero, al mismo tiempo, por la vía del “grupo”, establece una salida posible para los acuerdos.
Pienso que el libro puede representar una contribución interesante a la aplicación psicoanalítica en los conflictos sociales y políticos, al cuestionar la unilateralidad de la razón instrumental y proponer una alternativa en la razón reparadora y la elaboración del duelo social, sin la utopía de la reconcialición.
Para finalizar, considero que es un libro con potencial de actualidad, que invita a reflexionar, comentar y trabajar con otros, independiente de cuál sea el paradigma psicológico que sustente cada uno y puede ser considerado como un llamado a encontrarnos en una elaboración del duelo pendiente en Chile. Especialmente por la luz que trae para entender el fenómeno de la polarización que, con características diferentes a las de fines de los 90, se manifiestan con fuerza desde el estallido social de octubre de 2019.
Dado que el Análisis Existencial se refiere al duelo como una respuesta a la pérdida de algo/alguien valioso o de valor fundamental, su foco en la relación, en la depresión y en lo que quedó pendiente, nos permite mirar no solo el nivel individual, sino que también el nivel grupal, institucional y colectivo. Por cuanto su perspectiva va más allá de una metodología analítico-regresiva (como ocurre desde lo analítico tradicional), sino que principalmente propone una acción articulada de las motivaciones fundamentales en un trasfondo sintético-progresivo proyectado al futuro.
Me estoy refiriendo a la generación de proyectos de sentido, impulsados por formas de liderazgo consciente (desde la 1ª, 2ª. y 3ª Motivaciones Fundamentales de la Existencia) y de sentido social (4ªMFE). No se trata de “El Sentido” impuesto, que implicaría una caída en la ideología fragmentaria, propia de una lectura paranoidea, maníaca o narcisista (regresiva, según el texto). Se trata, entonces, de considerar, en el horizonte social del acuerdo, la comunicación posible, como una alternativa al esquema del “sentido o visión compartida”.
Desde el Análisis Existencial la fuente de posibles acuerdos se sostiene (1ª MFE) en el acceso al referente directo, existencial de vida sentida y compartida, y no en un sentido previo a la experiencia fáctica, formulada como trascendente. La misma fórmula de un sentido general, polar, previo, que divide, supone obligar a los demás a aceptarlo, lo que aparece inconmensurable. Esto sería especialmente importante de señalar al considerar el nivel de comprensión de la acción coordinada con otros, lo que en el texto reseñado alude a la dimensión de madurez en el grupo, inalcanzable para los colectivos. Claro que eso supone que pudiésemos, al hablar de lo mismo, desde lo más íntimo hasta lo más social, someterlo a revisión, aprender. Pero si congelamos el duelo y hablamos con los mismos sentidos ideológicos previos, articulados como sistemas duales de comunicación individual, sin integración social, el duelo continuará pendiente, tal que, al perpetuarse, la elaboración del duelo seguirá suspendida.