“Trabajar sólo por el dinero, no vale la vida” (Längle, 2015).

“Working only for the money, life is not worth it” (Längle, 2015)


Resumen

La relación entre el ser humano y el trabajo se desarrolla con la confrontación inevitable de éste con temáticas existenciales propias de su diálogo con el mundo. Este trabajo busca revisar desde una mirada analítico-existencial, al ámbito del trabajo y el efecto que tiene éste en la salud del ser humano, estableciendo como marco de referencia el diálogo de la persona con el mundo y el modelo de las cuatro motivaciones propuestas por Alfried Längle. El contexto laboral, referido a la determinación de acuerdos entre el trabajador y una organización, tiene efectos en las condiciones en las cuales se desarrolla la vida de las personas. Se revelan las fuerzas que están disponibles, desde un ámbito personal-existencial, para que la persona pueda fortalecerse frente a las condiciones a las que se enfrente en el ámbito del trabajo.

El ser humano y el trabajo

El análisis del tema del trabajo es relevante al ser, no sólo por ser la principal fuente de ingresos de las familias alrededor del mundo y un determinante socioeconómico, sino también porque un porcentaje importante de las vidas de muchas personas se desenvuelve dentro del trabajo (Fernández-López, Fernández-Fidalgo, & Siegrist, 2005). Hoy en día se goza de amplias oportunidades para desarrollarse laboralmente, pudiendo ser definido el trabajo como un intercambio entre una entidad que ejerce un trabajo (el trabajador) y otra que adquiere o recibe el fruto de ese trabajo (el empleador). Existe una serie de nociones jurídicas a la base de esta relación, que permiten establecer, con ciertas flexibilidades, las condiciones básicas en las cuales se llega a este acuerdo, siendo -en su mayoría- una relación asimétrica, en cuanto a la mayor dependencia del trabajador respecto del empleador, dado el menor poder de negociación que tiene el primero (Barling & Griffiths, 2010). El mercado del trabajo puede rápidamente poner en cuestionamiento los límites de esta relación, siendo usualmente el trabajador quien queda más desprotegido frente a los cambios económicos locales y globales (Benach et al., 2014).

El trabajo humano ha evolucionado desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad, marcándose diversos hitos relativos al concepto del trabajo, partiendo de un contacto íntimo del ser humano con la naturaleza y el desarrollo de herramientas para la sobrevivencia básica, el trabajo agrícola y el desarrollo de elementos artesanales. Luego se da paso a la mecanización, industrialización, automatización y el uso de computadores e internet en un contexto globalizante, pudiendo observarse en la actualidad la integración de los diferentes períodos históricos del trabajo (Oneto, 2014; Pham, Madhavan, Righetti, Smart, & Chatila, 2018).

Durante toda esta evolución, el ser humano se ha visto confrontado con la implicancia social del desarrollo de sus habilidades, incluyéndose períodos donde el trabajo era considerado algo punitivo, propio de esclavos, presidarios, animales de labor o como tortura. A mediados del siglo XVI y XVII, médicos y filósofos comienzan a realizar los primeros estudios sistemáticos sobre las actividades laborales y las condiciones de trabajo en que se desenvuelven las personas (Oneto, 2014).

Con la llegada de la revolución industrial, en los siglos XVIII y XIX, los procesos asociados al trabajo comienzan a implicar el uso de maquinarias que exponen al ser humano a nuevas formas de desarrollo de las prácticas laborales, creciendo la migración del campo hacia la ciudad y el progresivo aumento de enfermedades y problemas de salud pública. Como respuesta, los gobiernos comienzan a desarrollar, especialmente en Inglaterra, los primeros servicios para evaluar las condiciones de salud de las personas trabajadoras. En ese período se comienza a exigir mayor capacitación, evaluación de los tiempos de trabajo y a generarse mayor conciencia de los derechos laborales de las personas, lo que dará lugar a la creación de los primeros sindicatos (Barling & Griffiths, 2010; Oneto, 2014).

En los tiempos modernos, entre el siglo XX y XXI, se ha observado la evolución de los procesos sociales que han demostrado cambios en las normativas que favorecen mejores condiciones de trabajo, al generarse nuevas modalidades para la labor humana, promoviéndose más preocupación de algunos gobiernos por los derechos humanos de los trabajadores, mayor autonomía e independencia en algunos puestos y mejores oportunidades para el emprendimiento (Barling & Griffiths, 2010; Oneto, 2014; Pham, Madhavan, Righetti, Smart, & Chatila, 2018).

En la actualidad, además de ser una fuente de ingreso y servir para cubrir necesidades vitales, el trabajo trae beneficios como la satisfacción por la labor realizada, la autorrealización, entregar estatus, sentido a la vida, crear vínculos solidarios y entregar estructura y orientaciones respecto a la organización del tiempo (Oneto, 2014; Längle, 2015; Arteaga, Greibe, Pérez, & González, 2016). Sin embargo, hoy también se actualiza la presión experimentada por los trabajadores a inicios de la revolución industrial, producto de que las mejoras tecnológicas tendrían potencialidad de reemplazar a los trabajadores por máquinas sofisticadas -estimándose en alrededor del 40% de la fuerza de trabajo mundial-, especialmente en ámbitos que requieren poca calificación. (Aguilera & Ramos, 2016; Walsh, 2018; Pham, Madhavan, Righetti, Smart, & Chatila, 2018). En lo específico: un 57% de los trabajos dentro de la OCDE podrían mecanizarse en los próximos 20 años, y entre un 69-77% en India y China (Fleming, 2018), donde el criterio, habitualmente, es si es más rentable económicamente tener un robot o un trabajador.

Lo descrito se observa en que hasta el día de hoy, se mantienen condiciones precarias de trabajo para una gran parte de la población mundial (Benach et al., 2014; Díaz & Gálbez, 2015; Ahumada, 2017). Algunos ejemplos de humillaciones que experimentan las personas que buscan acceder a mejores condiciones de vida se dan en China. Aquí, donde se dan condiciones similares a la esclavitud, se colocan mallas de protección que evitan suicidios de los trabajadores -realizados en forma de protesta- dentro de la fábrica de electrónicos Foxconn, empresa que produce la mayoría de los productos electrónicos del mundo (Chan et al., 2017). En India, las fábricas textiles -desde donde llega una parte importante de la ropa de reconocidas marcas de moda- explotan diariamente a mujeres jóvenes y personas de castas inferiores (Delaney & Connor, 2016). Cientos de miles de migrantes alrededor del mundo, aún se exponen a desarrollar trabajos de muy baja calidad, subcontratados con el fin de evitar crisis sociales, guerras o bloqueos económicos en sus países de origen (Molinero & Avallone, 2016; Vega, 2001). Estas perturbadoras situaciones muestran las falencias que tiene la comunidad humana para equilibrar el crecimiento de sistemas de producción y empresas particulares, con la mejora de las condiciones laborales y de vida de las personas, el cuidado del entorno y proveer de condiciones de trabajo dignas.

Esta situación del empleo exige que quienes se desenvuelven en el ámbito de la salud, dediquen mayores esfuerzos a establecer las bases de lo que se consideran condiciones de trabajo digno, de modo que se identifiquen más fácilmente las injusticias sociales y los riesgos de las personas que se ven involucradas en trabajos remunerados o voluntarios. La teoría del Análisis Existencial de Alfried Längle, como método fenomenológico orientado a la realización de intervenciones terapéuticas para la mejora de la salud de las personas, puede ser utilizado para realizar esta evaluación de las condiciones de trabajo.

El Análisis Existencial propone el concepto de persona como aspecto central para describir la capacidad del ser humano para el encuentro con lo íntimo (al dirigirse a sí mismo) y con lo externo (al dirigirse a otros), siendo planteado como potencia procesal o una dinámica propia del ser humano para alcanzar la existencia (Längle, 2003). Esta definición destaca al ser humano como una entidad que puede dialogar con sus contextos y tomar decisiones personales respecto a estas. Por tanto, cabe preguntarse ¿cuáles son las condiciones en las cuales se desenvuelve el ser humano, en su contexto laboral? ¿cómo se desenvuelven las condiciones laborales en su relación con el ámbito más personal e íntimo de cada persona? ¿qué es necesario describir dentro de esta relación persona-trabajo, de modo tal que pueda situarse nuevamente a la persona como prioridad, más allá de los requerimientos organizacionales que exige su puesto de trabajo? ¿cómo podría integrarse esta mirada, existencial, en la evaluación de un puesto de trabajo?

Salud en el trabajo

El contexto moderno del trabajo implica que el ser humano se vea expuesto a un mundo que pareciera priorizar la tecnología, el manejo de datos y la globalización, complejizando las relaciones laborales a un punto nunca antes visto, a pesar de la mantención de condiciones de precariedad laboral y condiciones pre-industriales en una parte importante del mundo, incluyendo a Chile (MINSAL, DT, & ISL, 2011; Benach et al., 2014; Arteaga, Greibe, Pérez, & González, 2016). Las enfermedades físicas y mentales causadas por el trabajo tienen cada vez mayor prevalencia, existiendo un aumento de las condiciones de informalidad en el trabajo, al contrario de lo que se podría haber sospechado al incorporarse mayores regulaciones en las relaciones de empleo (MINSAL, DT, & ISL, 2011; Arteaga, Greibe, Pérez, & González, 2016; Ahumada, 2017).

Esto se observa principalmente en países de ingresos bajos y medios, donde el empleo es más bien informal y no hay cobertura legislativa sobre las malas prácticas de los empleadores (Arteaga, Greibe, Pérez, & González, 2016). Esto impide que los trabajadores accedan a derechos y beneficios asociados a la seguridad social que viene ligado al concepto de empleo decente (Villatoro, 2017), el cual es definido por la Organización Internacional del Trabajo como “un trabajo productivo para hombres y mujeres en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana” (Ahumada, 2017, pp. 6). La capacidad de muchos administradores para adulterar las normas y leyes sociales, sin consideración del efecto en las personas, se distancia de la falta de conocimiento que muchos trabajadores tienen respecto de sus derechos laborales (Salama & Valier, 2015; Traverso, 2015; Längle, 2018). Los movimientos que buscan flexibilizar las normativas laborales y la globalización han tenido efectos positivos en países desarrollados, pero más bien negativos en los países en vías de desarrollo como Chile (Arteaga, Greibe, Pérez, & González, 2016; Ahumada, 2017).

Lo anterior implica dificultades para alcanzar condiciones de trabajo dignas para todas las personas, quienes continúan exponiéndose a trabajos tóxicos, peligrosos para la salud física y mental, o alienantes, realizando trabajos sin contenido o pasivos y por los cuales son fácilmente reemplazables. La existencia de sindicatos fue un avance hace un par de siglos, pero hoy se puede observar cómo muchos de los dirigentes sindicales se pierden a sí mismos en búsquedas personales de poder o elucubraciones político-partidistas, que han alejado el sentido original del sindicalismo como fuerza dialógica de los trabajadores dentro de la empresa (De la Garza & Pries, 2001; Pilz, 2005; Köhler, 2013; Traverso, 2015). Esto conlleva a que la persona deba negociar individualmente, con menos fuerza y conocimiento de los derechos de su contrato. Las investigaciones que revisan la relación entre condiciones laborales y su efecto en la salud, hacen evidentes las principales dificultades que afectan a las personas en este contexto.

En las décadas de los 70 y 80 se realizan investigaciones respecto al efecto que tiene el desempleo en la salud, como privación de los beneficios de acceder a un trabajo. Se evidenció que las modificaciones en las estructuras de las empresas, las reducciones masivas de personal, el cierre de industrias para trasladarlo a países con menores costes y la privatización de las empresas estatales, tiene consecuencias económicas sobre las personas y un deterioro psicosocial. Estos cambios demostraron un efecto en de deterioro de 3 veces peor salud mental en las personas desempleadas con respecto a las personas empleadas, especialmente en el caso de los hombres. (Gore, 1978; Brenner & Mooney, 1983; Linn, Sandifer, & Stein, 1985; Smith, 1985). Cualquier situación que produzca cambios importantes en una organización, sin tomar los debidos resguardos informativos o que prepare a los trabajadores respecto a estos, implicará exponer a las personas a un alto grado de incertidumbre. Dentro de estos cambios están los cambios de jefaturas, de contrato, de puesto de trabajo, de salario o cualquier elemento laboral que implique un estrés sostenido en el tiempo (Vega, 2001; Larrañaga, 2009; Vives & Jaramillo, 2010; Benache et al., 2014; Farmanova, Bonneville, & Bouchard, 2018; Urrutia & Figueroa, 2019). Se puede comprender así al trabajo como determinante de la salud, a nivel psicodinámico y teniendo también un efecto directo en las condiciones de la familia.

La incertidumbre también afecta a las personas que se continúan desenvolviendo laboralmente después de un período de cambios estructurales, especialmente si no se realizan acciones concretas para reestablecer la confianza. Existen estudios que dan cuenta que la mortalidad de los trabajadores aumenta en un 40%, en un lapso de 7 años, en aquellos en que estuvieron expuestos a incertidumbre laboral durante la ejecución de sus labores (Gore, 1978; MINSAL, DT, & ISL, 2011; Pérez-Franco, 2016; Villatoro, 2017). También dan cuenta que hay una reducción de la satisfacción en el trabajo en las personas expuestas a esta situación de inseguridad laboral, especialmente en lo referido a la continuidad del empleo en el futuro, conllevando a que las personas se exijan excesivamente y trabajen demasiado, con el consecuente impacto en su salud mental y física. Sin embargo, aún queda un vacío cuando se busca encontrar evidencias respecto a lo que ocurre personalmente en los individuos cuando se encuentran con inseguridad laboral, siendo los trabajadores temporales donde habría mayor exposición a accidentes del trabajo y a riesgos laborales, situación que también se repite en Chile (MINSAL, DT, & ISL, 2011; Díaz & Gálbez, 2015; Hoert, Herd, & Hambrick, 2016; Villatoro, 2017).

El estrés asociado al trabajo es un factor central que se evalúa para dar cuenta de la presencia de problemas de salud en un trabajador, dado sus efectos a nivel cardiovascular y a nivel de salud mental, ya que el estrés sostenido en el tiempo desgasta la resistencia de las personas. Esto puede derivar en depresiones clínicas, más consumo de fármacos para la ansiedad o la depresión e insomnio, aumento del consumo de alcohol, tabaco, mayor fatiga y cansancio en el trabajo y reducción en la satisfacción con el empleo (Smith, 1985; Längle, 2003; Fernández-López, Fernández-Fidalgo, & Siegrist, 2005; Benach et al., 2014). A su vez, puede surgir el presentismo como fenómeno en el cual las personas asisten a sus labores, a pesar de encontrarse enfermos, sin acudir al reposo como recurso terapéutico, por temor a perder un empleo poco seguro o generar una percepción negativa por parte de sus jefaturas (Arteaga, Vera, Carrasco, & Contreras, 2007; Sandí, 2009). El desarrollo profundo del tema del estrés y su efecto sintomático más característico en el burnout fue desarrollado en detalle por Längle (2003), relacionándolo con una actitud no-existencial hacia la vida y la propia existencia, por tener una representación equivocada de la propia realidad existencial. Este autor destaca que nos encontraríamos en un contexto laboral que se caracteriza por ser “enajenado, demandante y orientado hacia el rendimiento” (Längle, 2003, pp. 120), destacando que esto tendría un vínculo con la falta de compromiso y con llevar una vida alienada.

El efecto de desgaste producto de las demandas laborales no termina en el trabajo, sino que es trasladado al hogar, hacia la pareja o los hijos, transformándose en un tema de salud pública (Vega, 2001; Brenner & Mooney, 1983; Villatoro, 2017), lo que lleva a que se comience a reconocer en la actualidad la existencia de enfermedades profesionales producto del trabajo, el estrés y el desgaste laboral. Se define enfermedad profesional, a aquella que reconoce relación entre la enfermedad y la exposición a un agente de riesgo presente en el trabajo (Pérez-Franco, 2016). Esta definición hace difícil que un trabajador pueda demostrar la presencia de esta relación, especialmente cuando se observa en una perspectiva psicosocial. Aumentar la visibilidad de estas enfermedades y problemáticas de salud en el trabajo, refuerza los derechos laborales explícitos con lo que cuenta un trabajador. Sin embargo, aún existe poco conocimiento popular y poca inversión en la evaluación y tratamiento de enfermedades profesionales (Vives & Jaramillo, 2010).

La existencia de derechos laborales implica que se deban realizar fiscalizaciones a las organizaciones. En Chile, esto se ve regulado por la Superintendencia de Seguridad Social y la Dirección del Trabajo, instituciones que realizan la vigilancia de riesgos psicosociales en el trabajo desde el año 2013, con el fin de determinar si existe exposición de los trabajadores a problemáticas de salud mental (Vives & Jaramillo, 2010; Pérez-Franco, 2016; SUSESO, 2018).

Tener derechos laborales no implica que el trabajador tenga la percepción de poder ejercerlos, ya que puede tener temor a perder el trabajo si toma una licencia médica o si hace reclamos respecto a su situación laboral (Simonsen, Nielsen, & Sverke, 2018). La evaluación de la situación en Chile describe que los trabajadores con mayor vulnerabilidad social -mujeres, jóvenes, trabajadores manuales e inmigrantes- son quienes presentan relaciones laborales más frágiles, siendo un elemento de precarización que aumenta la desigualdad social en salud (Aguilar, Pérez, Ananías, Mora, & Blanco, 2016; Ahumada, 2017; MINSAL, DT, & ISL, 2011).

Se hace evidente la importancia de revisar estas temáticas, especialmente en cuanto a que el nivel de salud de las poblaciones depende de las condiciones de vida, de crecimiento y de trabajo, y no solamente del sistema sanitario. Desde una mirada analítico existencial, esto se considera parte de las condiciones existenciales en las cuales se desenvuelve la persona, en la inevitable relación dialógica entre la persona y los contextos en los cuales se inserta.

Estructuración de temáticas existenciales

El modelo procesal del Análisis Existencial de Alfried Längle (1990), plantea que la persona dialoga con un mundo interno y un mundo externo, donde la persona es definida como “lo libre del ser humano”, dada la capacidad antropológica de la persona frente a lo psicodinámico, según definió Viktor Frankl (2012).  Por su libertad, el ser humano puede formarse y puede formar su mundo. El ser humano es un flujo, siempre deviniendo, creciendo, tomando decisiones sobre quién es y quién quiere llegar a ser. La persona, al contar con las características de ser aludible, poder comprender y poder responder, se vuelve inevitablemente un ser dialogante (Längle, 1990). Por su voluntad, se desenvuelve en relación con el mundo, se hace responsable de sí y dispone de sí mismo en los contextos con los cuales decide relacionarse (Längle, 2008). El siguiente gráfico sintetiza esta situación existencial:

La persona, como apertura, es alcanzable a través del encuentro con el yo, el “yo conmigo mismo” que da forma a la intimidad. A través del encuentro con otros, se puede tomar referencia externa con la persona. Se busca mantener un equilibrio en la apertura a ambos mundos, es decir, lograr desplegar la propia voluntad en concordancia con la situación en que se ubique la persona (Längle, 1990).

El modelo estructural del Análisis Existencial muestra que el ser humano se encuentra en dialogo con cuatro ámbitos temáticos que lo interpelan a lo largo de su vida, que estructuran cuatro motivaciones fundamentales de la existencia humana, básicos para alcanzar una existencia plena (Längle, 2003b).

El Análisis Existencial de Längle se focaliza en estos temas en un formato reflexivo, buscando desarrollar las temáticas con las que se ve confrontado el ser humano y las correspondientes motivaciones fundamentales que se ven involucradas en esta dinámica.

En el ámbito del trabajo, estas cuatro motivaciones se ven involucradas en el diálogo que tiene la persona con su situación laboral y al ocuparse de sus actividades cotidianas. Desde la propia libertad, la persona está conectada siempre con sus recursos y su movilización frente a tareas y problemas (Längle, 2008). Esto permite que la persona, en cualquiera sea su situación laboral, cuente con la posibilidad de actuar y realizar cambios respecto a cómo se enfrenta a las exigencias hacia su persona. Se busca, por tanto, desarrollar recursos personales para resolver las problemáticas laborales a las cuales se ve confrontada la persona con el fin de poder contrastarlas con las potencialidades presentes en la situación (Längle, 2009).

Hay una amplia extensión de elementos a tomar en consideración para la evaluación de la situación laboral. A continuación, se busca destacar brevemente algunos elementos existenciales personales que están a disposición de cualquier persona en cualquier trabajo, a la vez de mostrar las oportunidades que se encuentran presentes para las organizaciones. Se presentan acorde a su relación con cada una de las temáticas existenciales presentadas.

1° Motivación Fundamental (MF): Poder-ser

La ejecución de cualquier cargo implica contar con condiciones del mundo que permitan a la persona experimentar seguridad, donde puede desenvolverse a su propio ritmo y la captación de un lugar en el cual se sienta apoyado socialmente. En esta 1ª MF, la persona necesitaría de las condiciones de espacio, sostén y protección para alcanzar a sentir un apoyo confiable al cual pueda abandonarse.

Esto se manifiesta a través de la existencia de condiciones laborales claras de mutuo acuerdo, definida por escrito y sin ambigüedades, que permita a los trabajadores conocer el piso sobre el cual se establece su relación contractual además de la percepción de apoyo por parte de su jefatura, la organización, el área de recursos humanos o cualquier ámbito de protección asociado a su cargo (Barrios & Paravic, 2006; Díaz & Gálbez, 2015).

En la organización significa captar y poder proveer información de las condiciones estructurales, las jerarquías, las posibilidades de capacitación y desarrollo de carrera, además de presentar una organización interna clara. Esto incluye tener un encuadre claro, donde se conozcan las normas y reglas, mientras se mantiene un control de la distribución del poder en la organización (Längle, 2015).

Tiene relación con entregar estabilidad contractual, posibilidad de negociar colectivamente, información respecto a riesgos asociados al cargo, condiciones de salario y oportunidades de desarrollo (Ferrada, 2017). También incluye la existencia de sistemas de comunicación respecto a mecanismos de mitigación de problemáticas de salud asociado a la ejecución de actividades en el cargo (promoción en salud) y el registro de intervenciones efectivas frente a la demanda de los equipos de trabajo (Vives & Jaramillo, 2010).

Desde el aspecto personal, el Análisis Existencial invita a que la persona se ubique en la realidad concreta, observando las posibilidades donde se ubica, analizando los medios y caminos que tiene disponibles (Längle, 2015). Tiene relación con percibir física y psíquicamente al mundo externo (su facticidad y a los otros) y al mundo interno (capacidades físicas, intelectuales, los sentimientos, pensamientos, intimidad). Es fundamental en este aspecto que la persona realice una evaluación realista de su situación, respetando sus límites personales y buscando que la labor realizada sea acorde a sus capacidades (Längle A. , 2006; Aguilar, Pérez, Ananías, Mora, & Blanco, 2016).

Esto comienza con aceptar que la realidad misma es así como se presenta, con sus problemas, poder dejarlo ser y tomarlo, en base a los recursos con los que se cuenta, con la certeza de que existe suficiente espacio, protección y piso para desenvolverse, utilizando la percepción para captar las potencialidades de su situación.

2ª Motivación Fundamental: Valoración de la vida

En las temáticas asociadas a la 2ª MF, se revisan las relaciones interpersonales y de valores que tiene la persona con su trabajo, definiéndose valor como “toda cualidadde bueno de algo experienciado de un modo inmediato y personal por un sujeto” (Längle, 1991, pp. 2). En esta 2ª MF, se requiere de las condiciones de relación, tiempo y cercanía para que la persona pueda dejarse conmover por aquello que experimenta en el mundo.

En lo laboral, tiene relación con problemas de relaciones humanas o de motivación sentida por la tarea. Es una responsabilidad del líder del grupo el que se mantenga el buen funcionamiento de las relaciones laborales ya que, si los colaboradores están en tensión, todo el sistema sufre (Längle, 2015). La organización tiene que velar por las condiciones relacionales y la expresión de la cultura organizacional, dedicándose a conocer los valores que son relevantes para los colaboradores, con el fin de sintonizarlos con los valores de la organización (Hoert, Herd, & Hambrick, 2016).

Desde un ámbito personal, tiene que ver también con guiarse y tratar con el estrés, el agobio, la presión, la pérdida de alegría en el trabajo, y la sintomatología asociada (Längle, 2003). Es una tarea muy personal el poder vivir en resonancia con valores y llegar a sentir la fuerza suficiente para resolver las situaciones laborales y lograr bienestar en el trabajo. Para esto se busca mirar los propios sentimientos, tomarlos en serio y lograr un trato respetuoso con la propia vida. Esto ayuda a percibir las situaciones laborales en perspectiva de su importancia para mi vida, en las condiciones bajo las cuales yo siento que puedo vivir (Längle, 2015).

Los sentimientos dan información para mi relación a la vida (Längle, 1991). Ahí la importancia de conectarse con el gusto por la vida, abrirse a ese sentimiento y tomarlo en cuenta cuando se toman decisiones respecto al trabajo. También considerarlo para el manejo del tiempo, qué significa para mí personalmente tomarse el tiempo y vivenciar sentidamente el tiempo.

Vivir valores y la vitalidad en el trabajo significa evaluar cómo es para uno mismo el trabajo, cómo le va a uno con sus colaboradores, con las tareas y cómo me va personalmente en esa situación laboral. Preguntarse ¿existe cercanía con mis colegas? ¿Me atrae el tema? ¿El trabajo? ¿Cuáles son mis valores que están en el trabajo? ¿Cuál es mi estado de ánimo? (Längle, 2015). Significa poder relacionarse y asumir los sentimientos, siendo muy relevante si existen las condiciones que permitan esto en el ambiente laboral, especialmente la seguridad laboral descrita para la primera MF.

3ª Motivación Fundamental: Permitirse ser sí mismo

Las temáticas de la 3ª MF se expresan en el mundo del trabajo en cuanto a que la persona pueda mantener su propia autenticidad, recibir un trato considerado, justo y ser apreciado por el hecho de ser, por su dignidad que le es inherente, tanto por parte de sus colaboradores, como también por parte de sus jefaturas. Éstas son las condiciones que permiten el encuentro en las relaciones laborales.

En la organización, tiene relación con entregar suficiente autonomía a las personas, entregar reconocimiento y clarificar el status de cada integrante. Poder también discutir sobre los principios que guían a la organización como parte integrante de una sociedad, que permiten un desarrollo posterior benéfico y saludable para todo el grupo humano participante (Barrios & Paravic, 2006; Traverso, 2015). En el ámbito más personal, tiene relación con buscar mantener quien soy, qué es importante para mí y por qué es así, más allá de cualquier influencia externa (Längle, 2015), de modo que aquello que presente como expresión, sea propiamente mío, sino inevitablemente surgen problemas de tipo interpersonal.

Esto se logra a través de la resonancia interna, tener sensibilidad para uno mismo, a través del uso de la intuición y preguntándose ¿me corresponde en realidad eso? y permitirse seguir aquello que se siente que es correcto. Tiene relación con vivir justicia en el trabajo, poder experimentar la justicia en uno mismo, pero también poder ver que a los otros también se les da un trato justo (Längle, 2015). En síntesis: poder verse a sí mismo y poder ver a qué puedo dedicarme.

Desenvolverse auténticamente en el trabajo tiene relación con desempeñarse en lo que es verdaderamente propio, -lo mío-, relacionarse con aquello que despierta lo esencial en cada uno. Para llegar a lo propio, se requiere recibir la consideración de otros, de parte de los colaboradores, los líderes y la organización. Sino se tiende a pasar por encima de sí mismo, o perderse en el trabajo. Que las decisiones laborales se conecten con uno mismo significa poder preguntarse ante la puerta de entrada del trabajo ¿Voy conmigo? ¿Es correcto lo que hago? ¿Se corresponde conmigo? ¿Me permitiré ser yo mismo, en esta jornada? (Längle, 2015)

4ª Motivación Fundamental: Deber actuar

En la 4ª MF, se busca una comprensión del trabajo que tenga sentido, que tenga relevancia para la propia vida. Es cuando surge la pregunta por el sentido, por el desarrollo y el futuro. Para esta cuarta MF, se requiere de un contexto estructurante, un campo de valores presentes y tener un valor a realizar en el futuro. En un mundo cambiante, en los múltiples horizontes posibles, se requiere de nosotros y nuestra acción. Salud significa poder conducir la propia libertad hacia una existencia plena y con sentido, definido como la acción más valiosa en cada situación (Traverso, 2015).

En la organización se conecta con las condiciones en perspectiva al futuro, poder mantener la apertura a esas conexiones a la vez que se mantiene el sentido de la empresa. También poder obtener una retroalimentación desde un poder externo, ya sea compuesto por los propios colaboradores o normado a nivel de país, es decir, que exista la posibilidad real de hacer ver lo que no es correcto o bueno para la organización y las personas (Längle, 2015).

En lo personal se busca realizar aquello que es importante tanto para uno mismo, como también para los valores en la situación, materializándose en el logro de un sentido de vida. Para armonizar con el contexto, se requiere de las tres motivaciones fundamentales antes descritas. Que mi trabajo tenga sentido, permite prevenir efectos dañinos no sólo en la propia salud mental, sino también en la salud mental de toda la organización en la cual se pertenece (Traverso, 2015).

Mantener la prudencia por la propia salud en el trabajo implica mantener una mirada honesta consigo mismo, tomarse en serio, evaluar la propia decisión respecto a la voluntad a realizar en el trabajo y preguntarse ¿Para qué? ¿Para cuál valor lo hago? ¿Para qué lo hago? ¿Cuándo es suficiente? (Längle, 2015).

La relevancia de las condiciones organizacionales y los liderazgos

Las características organizacionales se relacionan con el bienestar del personal y el manejo de los recursos y sistemas organizacionales para manejar el estrés (Leka, Griffiths, Cox, & WHO, 2003), mantener la motivación de las personas a través del reconocimiento (Fernández-López, Fernández-Fidalgo, & Siegrist, 2005) y mantener claridad respecto a las funciones, roles y tareas a cumplir, a la vez que se mantienen condiciones de cuidado de la salud (Hoert, Herd, & Hambrick, 2016). La organización puede desarrollar mecanismos de prevención e intervención que sean positivas para el ámbito clínico (Barrios & Paravic, 2006; Framanova, Bonneville, & Bouchard, 2018).

Las organizaciones deben poder mantener una comunicación sincera con sus colaboradores, que permita llegar a acuerdos respecto a cómo actuar frente a las inevitables problemáticas que emergen en las relaciones laborales, debiendo estar preparada la organización para realizar intervenciones individuales u organizacionales que resuelvan el fondo de la problemática (Krantz, 1989; Moxnes, 1998; Leka, Griffiths, Cox, & WHO, 2003; Borquez, 2016; Barbosa, Contreras & Piñeros, 2016), especialmente cuando se dan cambios organizacionales importantes, como reestructuraciones, reducción de personal o cambios de liderazgos (Brenner & Mooney, 1983; Längle A, 2015; Simonsen, Nielsen, & Sverke, 2018).

En este contexto, el liderazgo es relevante como apoyo psicosocial para las relaciones entre colaboradores, pudiendo describirse de este modo:

La creencia que tienen los colaboradores en que el líder actuará de manera correcta y ética en cada situación que se presente y que cada decisión será en beneficio del conjunto de personas y de la institución. Se considera un requisito básico para las relaciones interpersonales y para la consecución de metas. (Almeida, 2013, pág. 8).

Ser líder significa apertura a la relación con los colaboradores, demostrando consideración por las problemáticas emergentes y desarrollar confianza a través del cumplimiento de los acuerdos, entregando relaciones de apoyo, promoviendo la colaboración, manteniendo la congruencia, pero también siendo capaz de detectar signos de estrés en sus colaboradores (ausentismo, irritabilidad, agresión, baja de rendimiento, errores, aumento de consumo de sustancias, aumento de reclamos de clientes), especialmente frente a riesgos o cambios predecibles dentro de la organización. Un líder que no sabe liderar tiene mucho que ver con ellos mismos, muchas veces es un problema interno que pasa a ser externo (Längle 2015).

Los líderes tienen la oportunidad de entregar un trato que revele el valor y dignidad de la persona y con eso, mantener la motivación por el trabajo y por las actividades (Garay, 2010) e impida que el trabajo se vuelva un elemento netamente funcional (Traverso, 2015). Esto trae como consecuencia, mejorar la eficacia y calidad del trabajo realizado por los colaboradores, pero además, prevenir la aparición de enfermedades y problemas de salud mental asociados al trato utilitarismo de las tareas en el mundo (Längle, 2015; Traverso, 2015).

El líder debe ser capaz de observar a los colaboradores en primer lugar como personas, nunca como instrumentos únicamente necesarios para cumplir una tarea, ayudando a las personas a sentirse incluidas en la organización, lo cual favorece el compromiso y el conectarse. El líder puede preguntarse ¿Dónde puede ser fructífero? ¿Cuál es el lugar adecuado para esta persona? ¿Dónde puede desplegarse, ser productivo y creativo? (Längle, 2015) Debe poder ver sus capacidades y limitaciones, retroalimentando a las personas, con el fin de poder realizar una visión que es buena tanto para el colaborador como también para la organización.

El líder debe mostrar que las actividades que realiza el colaborador tienen sentido, que pueda sentir y vivenciar continuamente su valor propio, que haga tareas que también correspondan con su persona. Liderar implica hacer visibles los valores, poder demostrar de qué se trata, transparentando las relaciones y las tareas a realizar, mostrar que se ha ocupado del tema y presenta convencimiento personal respecto a qué es correcto, sin manipulación (Ibid). Poder mostrar un contexto más amplio, del producto y del trabajo realizado, compartiendo con los colaboradores el sentido que ve personalmente.

La visión de líder en el Análisis Existencial toma en cuenta que el ser humano no está aquí para el trabajo, el trabajo está aquí para el ser humano, para el desarrollo personal y para vivir capacidades (Ibid). El líder debe poder compartir su posición personal y reclamar la posición personal de sus colaboradores, evitando funcionalizar la realidad. Los colaboradores deben poder vivir su puesto de trabajo con aprobación, tener libertad, autonomía, que se entregue confianza y autorresponsabilidad, buscándose que la relación se base en la persona (Ibid). Ser un colaborador significa poder encontrar el consentimiento personal a la tarea a realizar, ver en la tarea algo que le interesa personalmente, que lo identifica.

Conclusión

Mucho del estrés en el ámbito laboral y sus consecuencias en la salud física y mental tiene que ver con la falta de equilibrio entre el mundo interno y el mundo externo. El Análisis Existencial invita a que la persona esté atento a su intimidad, la proteja y se oriente en un continuo diálogo con el mundo y conexión consigo mismo. Esto ayuda a prevenir el funcionalismo en el trabajo, la falta de vivencia de estar ahí, comprometerse con la labor y de ser uno mismo.

Lo anterior implica confrontarse frente a uno mismo, preguntarse ¿qué es lo esencial para mí, en este lugar?, chequeando si corresponde a uno y a su situación. Esto ayuda a prevenir el insertarse en un trabajo que vacía. También se refiere a tomarse el espacio, respirar, cultivar el sentir del cuerpo, y ver que esa tarea que haga corresponda con mi persona en lo más íntimo y pueda actuar libremente. Libertad significa seguir la propia voluntad. Dado que el ser humano es libre, tiene que tomar decisiones y se ve forzado a utilizar su libertad. Es por la propia voluntad que se expresa la libertad y el trabajo debiese desenvolverse sólo ante la propia voluntad, es decir, querer realizarlo de forma libre, no forzada.

El fin es mantener sintonía con el contexto de trabajo, poder comprender el sentido como necesidad que surge del mundo exterior y que tiene relación con el mundo interior. Es poder encontrar el vínculo entre lo que hago, lo que me identifica, y lo que hace esta organización en la cual trabajo. Es ver que eso que realizo en el trabajo tiene valor, tiene consecuencias y que uno es parte del devenir, siendo fructífero. Se puede llegar a lo personal en el trabajo, si se está abierto internamente a sí mismo y se puede confiar en la propia persona. Realizar el trabajo existencialmente se trata de percibir las situaciones laborales en perspectiva de su importancia en la propia vida. Poder decir: Bajo esas condiciones yo puedo trabajar, me gusta, se identifica conmigo y tiene sentido.

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Mauricio Rodríguez

Psicólogo, postítulo en Análisis Existencial (ICAE), magíster en AE por la UAHC

mauroorodriguez@gmail.com

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Chile
N° 26 - 2018
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