El Piropo y la intimidad vulnerada

‘Piropo’, the violated intimacy


En el año 2018 en Chile irrumpe el movimiento feminista que ya se venía sintiendo desde hace algunos años, a través de pequeñas marchas y organizaciones que develaban el malestar. Emergieron instituciones sin fines de lucro dispuestas a desenmascarar las injusticias: la violencia de género ejercida hacia las mujeres en los distintos espacios donde nos desenvolvemos en la sociedad.

El 8 de marzo recién pasado dejó en evidencia el descontento, la rabia que hemos padecido las mujeres a través de la violencia y desigualdades ejercidas a través de la historia, y de la que estamos tomando conciencia. Fue en ese momento cuando no sólo en Chile, sino  que en muchos otros países, se llevaban a cabo las más grandes demostraciones de malestar de las mujeres de todos los tiempos.

Podríamos hablar de muchos temas de violencia, pero en este artículo me quiero detener en un fenómeno social que aparenta inocencia: el comúnmente llamado piropo, que busca el enaltecimiento de la belleza femenina. Sin embargo, desde el momento que alude a atributos físicos, oraciones de connotación sexual y gestos obscenos, es una violación de los límites de la ética y del pudor, y que vulnera la intimidad de quien lo recibe.

Hoy en día esta práctica se ha transformado en un habla especial que infringe la intimidad, transgrediendo límites del respeto y valoración de lo propio. Hoy el piropo está en la categoría de Acoso Sexual Callejero (ASC).

Un poco de historia

Analizando el origen de la palabra piropo, damos cuenta que proviene del griego pyropus, cuyo significado es “rojo fuego”. Posteriormente, los romanos tomaron esta palabra, y la usaron para clasificar piedras finas de color rojo (rubí). El rubí simbolizaba al corazón, y era la piedra que los hombres regalaban a las mujeres como símbolo de cortejo.  “Socialmente entendemos que el piropo es un conjunto de alabanzas con bases metafóricas, llenos de elogios” (Ibarra, 2015, p. 3), cuyo fin es elogiar a una mujer.

Con el tiempo esta práctica se ha transformado en una característica del habla en todo orden social, resignificando su intención original, transformándose en un gesto donde se configuran los estereotipos masculinos. En este acto, quien lo realiza no tiene la intención de entablar relación con la mujer, constituyéndose en un ejercicio de dominación de lo masculino por sobre lo femenino

En Chile el Observatorio Contra el Acoso Chile (OCAC)[1], realizó un estudio en el año 2015, tras el cual, estableció el ASC como una forma de violencia de género, dado que en el 99% de los casos, la víctima es mujer. Éste se definió como prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semi públicos (mall, universidad, plazas, etc.), que suelen generar malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona.

El ASC desde el Análisis Existencial

Desde la mirada del Análisis Existencial (AE), la  autoestima se define como “(…)  sentimiento subjetivo del valor de la propia persona y de la posición respecto al Yo, sobre la base de la valoración propia y ajena de las propias facultades (capacidades, experiencias), de la capacidad de relación y de vivenciar los valores” (Längle, 2013, p.50).

Es en la Tercera Motivación Fundamental (MF) del AE, aquella que alude al encuentro con el otro,  que  me veo en presencia de éste, y se confronta su aceptación con la mía propia. Aparece el espacio de lo íntimo y lo privado, ya que sólo en una interrelación con un otro aparece lo mío, lo propio, y es en este ámbito donde emerge el sí mismo de la persona. Entramos al plano de lo ético y sobreviene la interrogante: ¿me es permito ser como soy en tu presencia?

En este encuentro con este otro es donde se entrega el Sí a la Persona, y para ello es necesario contar con tres condiciones básicas: consideración, aprecio y trato justo.

Consideración: Podemos preguntarnos ¿soy visto por los otros?, ¿tienen interés por mí?, ¿o se interesan por mi función, mi cuerpo, por mi rendimiento, etc.? Cuando soy visto desde el punto de vista funcional no soy visto como persona. (Längle, 2000). 

Aprecio: En este plano se reconoce en el otro aquello que lo hace único e irrepetible. Es en esta instancia donde se da cuenta de lo que el otro ha visto en ese Yo, entonces viene la pregunta ¿que aprecia el otro de mí? y esa pregunta se confronta con ¿qué puedo apreciar yo respecto de mí?

Trato Justo: Para ser tratado justamente, se requiere que el otro vea, correspondiente a cómo yo soy y  al valor propio de mí,  que no me sobre ni subestime

Estas condiciones van a sentar las bases de la delimitación de lo propio en relación con lo Otro, y con un Otro. Por tanto, las condiciones básicas de la 3ª MF: consideración, aprecio y justicia, son dadas por la otredad para la concepción del sí mismo y así poder conformarse internamente.

El ASC conlleva un comportamiento de quien lo realiza como emisor de un juicio evaluador sobre la víctima, que lleva a resignificar en esa mujer, quién es y qué es lo que puede o no hacer, restringiendo su accionar y sentir en el espacio de lo público, en donde se transgrede su intimidad, traspasando las fronteras del pudor.

El pudor para el AE es un sentimiento de protección de lo íntimo, que resguarda el valor interno de la persona ante los ojos de los demás, su intimidad. De acuerdo a Längle (2013), ser persona implica tener pudor, ser pudoroso como forma de protección al polo íntimo y al polo público. El pudor procura la dignidad de la persona. Por lo tanto se puede decir que esta práctica vulnera la intimidad de la mujer, provocando hostigamiento, daño y menoscabo a su dignidad.

El ASC coarta la vivencia de consideración, aprecio y justicia cuando se obstruye el libre transitar en el espacio público, el cual es compartido con un agresor que no permite poder ser como se es. Por lo tanto, “podemos significar que se vivencia una pérdida de confianza en las capacidades de delimitación, cuando la calle o el espacio semipúblico son una amenaza, entonces surge el miedo, la inseguridad y el sentimiento de desprotección por el sólo hecho de ser mujer.” (Cabrera & Ibarra, 2019). ¿Y cómo no? Si es en los espacios que se comparten con otros donde debemos resguardarnos y en donde nos sentimos más expuestas.

Durante años las mujeres hemos sido culpabilizadas por los abusos y acosos de los cuales hemos sido víctimas. Entonces vale pensar que en la sociedad, las condiciones de consideración, aprecio y justicia, para las mujeres están vetadas. ¿Dónde radica el derecho de ser como se es, si tenemos que andar a resguardo? El que yo pueda ser yo misma ante los ojos de los demás, depende no sólo de un otro, que no vean sólo el cuerpo, sino a la mujer que merece, respeto a su intimidad y resguardo de lo que es propio,

Ahora bien, la formación del Yo, desde el AE, también nace desde dentro, por lo cual en el espacio psicoterapéutico podemos trabajar en las condiciones internas que son requeridas: la Auto-percepción, en donde debemos ser capaces de conocer los propios límites, manteniéndolos y respetándolos. Tomarnos en serio, asumiendo una relación auténtica con uno misma, lo que implica ser justa con lo que se siente, darle cabida a aquello que surge ante la vivencia, validando el sentimiento. Tomemos posición por uno, siendo capaces de delimitarnos de aquello que no nos gusta, nos hace sentir mal y/o nos daña.

Hoy las mujeres nos hemos empoderado y dentro de todos los reclamos también está la libertad de poder ser como se es sin sentirse amenazadas. Las niñas están formándose en esta nueva mirada que las llena de fuerza y esperanza, están creciendo en un nuevo mundo. Muchas adolescentes marcharon junto a sus madres y a sus amigas en este histórico 8M[2] por un futuro que les garantice el respeto, la seguridad y una sociedad con equidad de género.

Referencias

Cabrera, C. Ibarra, A. (2019). Acoso sexual callejero hacia mujeres jóvenes: vivencias en la delimitación del pudor y la intimidad. (Tesis de pregrado). Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile

Ibarra, A.  (2015). Ensayo para Cátedra Lingüística y Semiología ¿Piropo como halago o naturalización de un Hostigamiento. Manuscrito no publicado

Längle, A. (2000). Las motivaciones fundamentales de la existencia. Seminario dictado en Mayo. Bs.As. Argentina. Längle, A. (2004) Psicoterapia analítico-existencial de los trastornos depresivos. Revista Chilena de Neuropsiquiatría. 42(3),195-206.

Längle, A. (2013). Libro de Texto para Formación en Análisis Existencial. La Tercera Motivación Fundamental de la Existencia. Manuscrito de trabajo no publicado.


[1] Organización sin fines de lucro que busca visibilizar todos los tipos de acoso

[2] Marcha feminista del 8 de marzo del 2019

Carolina Cabrera Tamayo

Psicóloga Clínica
Formación en Psicoterapia en Análisis Existencial
Santiago, Chile

ps.carolina.cabrera.t@gmail.com

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N° 26 - 2018
Psicosocial - Psychosocial