Juventud. J.M. Coetzee. Random House Mondadori (2003)


A mis 24 años de edad cuento con el privilegio de conocer Ciudad del Cabo, Londres, Australia y las zonas más remotas de Sudáfrica rural. Muchos imaginarían de inmediato maletas y muchos vuelos, sin embargo mi ruta ha sido a través de los libros de J.M. Coetzee. Un medio de transporte que contempla muchas páginas, tinta y un escritor de una inteligencia aguda que nos lleva a las zonas más remotas del ser y el mundo.

La reseña que voy a describir es del libro Juventud, donde el autor relata la desesperada búsqueda de sí mismo. Aquella búsqueda comienza dejando su país de origen Sudáfrica, el cual representa lo que denomina como su antigua vida. La nueva es en Londres buscando convertirse en adulto, es ahí donde aparecen las dificultades laborales, el disgusto por no sentirse conforme con la propia persona y la indecisión que lo ahoga en una angustia paralizante.

Coetzee, con gran lucidez y aguda convicción, busca transmitir la dificultad de tomar la vida en nuestras manos con responsabilidad. “Le inquieta ver que sigue escribiendo sobre Sudáfrica. Preferiría dejar atrás su yo sudafricano como ha dejado Sudáfrica. Sudáfrica fue un mal comienzo, una desventaja”. Constantemente discurre entre la sensación de no poder desprenderse de su historia y pasado. Sin embargo, esta nueva vida no sale a su encuentro fácilmente.

Sentimientos que todo ser humano siente al desprenderse un poco del mundo, para acoger lo más personal e íntimo, tal como relata el libro: “Más adentro sigue siendo un niño, desconocedor de cuál es su lugar en el mundo, asustado, indeciso. ¿Qué está haciendo en esta inmensa ciudad fría donde el mero hecho de seguir vivo significa mantenerse en tensión todo el tiempo, intentando no hundirse?”

Tomar la vida en nuestras manos y mirarnos, implica esa inevitable angustia de tomar posición ante la propia vida. Coraje para enfrentarnos a los miedos propios del camino a convertirnos en adultos, el acercarse a los valores personales confrontándose a las posibilidades que el mundo nos ofrece. Quitarnos los condicionamientos, la crianza y fortalecernos antes los fracasos que podemos vivenciar al buscar nuestro espacio en el mundo.

El libro toca temas centrales para el análisis existencial, sobre todo en el proceso de alcanzar una existencia plena con las cuatro motivaciones fundamentales. La difícil misión de tomar la distancia suficiente para poder mirarse y posicionarse ante la propia vida, dando espacio suficiente a la incertidumbre que nos acompañará siempre y que hace de esta vida un misterio constante por develarse.

El proceso de la adultez con sus dificultades propias, exige ese diálogo con uno mismo, donde el ser es preguntado una y otra vez, tal como Coetzee llega a esa profundidad sin que podamos darnos cuenta fácilmente: “De vez en cuando, por ejemplo, se ve desde fuera: un chico-hombre preocupado, susurrante, tan aburrido y normal que nunca lo mirarías dos veces. Esos instantes de iluminación le perturban; no intenta alargarlos, trata de enterrarlos en la oscuridad, olvidarlos. ¿Es el yo que ve en esos momentos la persona que parece ser o lo que es en realidad?”

Podría relatar el libro como un hombre que viaja de Sudáfrica a Londres, extrañado de trabajar en IBM con ordenadores y matemáticas, alejado de la desesperada búsqueda de ser escritor. Pero escojo libremente hablar del premio nobel de literatura que nos comparte su experiencia de sentir que el mundo era hostil y que no había lugar para él. Quizás un llamado para todos a buscar en lo profundo de nosotros ese llamado a permitirnos escribir nuestra propia historia…

José Martín Maturana

Psicólogo clínico
Formación en Psicoterapiaen Análisis Existencial (ICAE)
Chile

josemartinmaturana@gmail.com

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N° 17 - 2016
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