Antropólogo, filósofo y conocido principalmente por sus investigaciones sobre el pueblo Mapuche en Chile. Actualmente ejerce como rector en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Nos abre un espacio para reflexionar en torno a la identidad. Esencialmente se detiene en la historia de nuestro país marcado por la discriminación que pesa sobre muchas las situaciones de nuestro acontecer nacional.
1. Has realizado diversas investigaciones antropológicas e históricas sobre el pueblo Mapuche, ¿Cómo surge en ti este interés?, ¿Hay en tu historia personal algún hecho que te motivara a reconstruir una parte de esta historia de nuestro país?
Soy de Valparaíso, allí estudié. Siempre pensé que todo el mundo era igual, que todos hablaban castellano. Cuando llegué al sur me encontré con que había gente que no hablaba castellano, sino, otro idioma, que rezaban de otra manera, que pensaban muchas cosas desde otra perspectiva. Esto me llamó la atención, surgió una curiosidad enorme en mí y así comencé desde muy joven a estudiar al pueblo mapuche y a convivir con ellos.
2. La discriminación en general nos habla de temor hacia lo diferente, y los pueblos originarios de Chile siguen siendo grupos sociales discriminados ¿A qué crees que se deba el temor a identificarse con ese pueblo?
La historia de la discriminación en Chile es larga, de alta complejidad, con elementos históricos determinantes. En 1810, en el Valle Central había un ecúmene pequeño, Chile era el país más chico territorialmente. Ese mundo tuvo una característica étnica marcada por el exterminio de la población indígena por Pedro de Valdivia, por tanto, la homogeneidad étnica en la zona era muy alta. El tema indígena en Chile fue un tema de frontera desde el origen constitutivo de esta nación; al sur con los mapuches, al norte con el indígena andino, boliviano, y peruano. El pueblo chileno, no sólo la clase alta, actuó con desconocimiento étnico, discriminación y consciencia de superioridad étnica brutal que dura hasta hoy. Además, una oleada de migraciones extranjeras y una clase media/alta muy europeizante, llegan príncipes de Europa a celebrar el Centenario y la gran preocupación de la clase alta era no ser confundidos con indios, les hablaban en francés. Son temores frente al que consideran superior, europeo y original.
3. Poder llegar a un entendimiento entre ambos grupos supone transformaciones culturales para un buen trato. ¿Cómo poder incorporar lo del otro sin perder lo propio?
Temas de esta naturaleza son muy delicados y no tienen entendimientos cortos, sino, largos, tienen acomodaciones. Cómo va a tener arreglo que hayan llegado españoles matando gente como locos, absolutamente desatados, cortando cabezas, orejas, desjarretando a los indígenas, violando a las mujeres. Un horror lo que pasó en la conquista ¿Qué arreglo tiene eso? … ¡Ninguno! ¿Cómo convivimos frente al horror? A través del diálogo, la justicia, el arrepentimiento. Por ahí empieza algo. Son muy complicadas las relaciones de subordinación, y la étnica es una de las grandes subordinaciones que existe en Chile, son cruces pesados y estructurales de las culturas.
4. ¿Percibes si los «chilenos» «tenemos» características identitarias legadas del pueblo Mapuche?, ¿Cuáles?
Todo lo que diga en este terreno es muy banal. Podría decir hay elementos en el lenguaje, somos los únicos que “traemos” cosas. En identidad se debe ser cuidadoso ¿Tenemos identidad chilena?, probablemente. Por ejemplo uno va en un metro en París, y se puede ver al otro lado del carro a una señora y uno dice me tinca que es chilena ¿Qué la define? La bandera, la cueca. Yo puedo ser absolutamente chileno, y no hablo ni con huevón, me carga la cueca, la chicha me da acidez, me carga el país, el Gobierno, pero llego a Suecia y lloro porque me falta la cordillera. La identidad en la persona humana es algo difícil de definir. Tú te puedes definir de una manera absolutamente absurda, el cómo me ven y cómo me veo, a veces, son cosas totalmente diferentes.
Dediqué casi 9 años a escribir trabajos sobre identidad y terminé casi en la nada, siendo un tema acuciante. Y eso pasa con los chilenos que se ponen manta de huaso, o con los mapuches que se ponen traje de indígena inventado, se disfrazan de la identidad, es un tema muy complicado y delicado, yo no lo simplifico.
5. ¿Cómo se trata el tema de la justicia, de un trato justo, al interior del pueblo Mapuche?, es decir, ¿Ćómo resuelven entre ellos este tema?
¿Puede haber una sociedad sin justicia?, todas las sociedades tienen conflictos. En tiempos en que no habían chilenos, hasta hace poco tiempo, dado que el Estado chileno entró a la Araucanía en 1884. Para entonces los Mapuches tenían sistemas de justicia muy bien elaborados, obviamente no escritos en códigos, pero tenían oralidad. Los jefes se sentaban debajo de un árbol, allí resolvían los problemas y hacían justicia. Se trata de una justicia consuetudinaria. Este sistema de justicia se les expropió a esas sociedades y quedaron pequeños retazos de ésta. Una de las cosas que nosotros peleamos y que sigo peleando es la devolución del “Imperio de Justicia” entre los propios Mapuches ¡por Dios que cambiaría la sociedad Mapuche hoy día!
6. ¿Existen ritos de paso, transición o inicio que marcan momentos de maduración o crecimiento personal en el pueblo Mapuche?, ¿Puedes nombrar algunos?
En la sociedad mapuche se trata de la ritualidad en términos comunitarios. Por ejemplo hay ritos de amistad que son hermosísimos, si se está peleado con alguien, realizan un rito de amistad a través del saludo. Existen rituales sociales, que describo muy bien en mi libro Trilogías del Bicentenario (1) que es exclusivamente sobre Identidad. Cómo se realizan las visitas, cómo se saludan, cómo se pregunta, hay toda una ritualidad en las relaciones humanas. Lo peor de las relaciones humanas son las relaciones sin estructura, porque tú no sabes cómo se va a comportar el otro. Si el amor no está envuelto en cierta ritualidad y sociabilidad, en ciertas líneas mínimas de respeto, se transforman en relaciones muy tensionantes. Esto no ocurre en la sociedad Mapuche.
7. ¿Cómo es la sociedad Mapuche?
La sociedad tradicional mapuche es una sociedad muy tranquila. No mostró nunca una cantidad de enfermedad mental sorprendente, ni niveles de neurosis que a uno le hubieran llamado la atención y hoy tampoco lo muestra. Esto tiene que ver esencialmente con la “palabra” que es muy importante; tal como sabemos lo peor es el silencio dijo un “señor vienés” y tragarse las cosas, aquí existe todo un sistema comunal para hablar, gritar, llorar, mucha ritualidad en términos comunitarios.
He aprendido de la antropología y la vida que me ha tocado seguir, que en la sociedad mapuche hay una capacidad enorme de integración de lo que podría llamarse situaciones mentales anómalas. Evidentemente, los chamanes son personas con un nivel de sensibilidad y una capacidad de desdoblamiento que en una sociedad occidental las llevarían a un manicomio. Los estudios que hizo Carlos Munizaga en el psiquiátrico con enfermedad mental entre mapuches son interesantísimos, porque efectivamente, demuestran que no se trata de enfermedades mentales, sino, de su cultura. Es muy interesante el tema de cómo la patología mental depende de las culturas, del tipo de vida y relación, de la capacidad o no, de idea comunitaria, de la expresión de lo personal.
8. En este contexto, existe un tema en particular que te apasiona mucho en relación al significado que le otorga el mapuche al mundo onírico ¿Podrías contarnos?
En el mundo indígena la represión de lo onírico es baja en relación con el mundo occidental. En el mundo mapuche, el sueño tiene un grado de realidad exactamente igual que el de la vigilia o muy parecido. “Me lo soñé”, es decir, anticipé lo que iba a ocurrir. Visité muchos años a la Machi Juanita en Paicaví. Cuando llegaba y “pegaba” el grito salía ella y me decía: “sabía que venía, anoche lo tenía en mi sueño, venía en micro…por Dios no me dejó dormir”. En este sentido, da lo mismo que sea verdad o no, puede ser un discurso anticipatorio, un déjà vu, pero en esa relación entra lo onírico y la vigilia. Hay un rito para el desayuno (con fogata y mate), donde la gente se contaba los sueños (“pewma”) en la mañana y al relatarlos se iban con el humo y se liberaban. André Menard -antropólogo de la Universidad de Chile-, recogió los sueños de Manuel Aburto Panguileff, donde se juntaban todos a contarse sueños, grandes caciques, días y días.
Por equipo editor
(1) Trilogía Del Bicentenario 1: La Comunidad Perdida.
Trilogía Del Bicentenario 2: La Comunidad Reclamada
Trilogía Del Bicentenario 3 La Comunidad Fragmentada.