Vivir la propia vida (Edit. Mandrágora, 2013)


Por Alejandra Fonseca

“Vivir la propia vida ”no trata sobre la vida en general, ni como hecho fáctico común a todo ser vivo, ni de vidas ejemplares o heroicas. No responde a la pregunta ¿Qué es la vida? Habla sobre trazas de vidas vividas en forma singular e irrepetible.

En esta obra se refieren vidas anónimas, cotidianas, personales y encarnadas. Vidas propias como cualquiera de nosotros vive ahora, cuyo contenido cualitativo solo puede ser respondido por el propio agente de esa vida. Se trata preguntas y respuestas de propia autoría. ¿Cómo es la vida para mi?, ¿Puedo vivir bajo estas condiciones?, ¿Me gusta mi vida?, ¿Me es permitido vivir tal como soy?, ¿Para qué es bueno que yo viva?

Una recopilación de casos trabajados por psicoterapeutas -chilenos y extranjeros- que ofrece, a cualquier interesado en temas existenciales, aplicaciones prácticas del modelo basado en el Análisis Existencial desarrollado por Längle. Una serie de veinte artículos que narran, brevemente, cómo cada actor se pone en juego en su existencia, donde se observa un impedimento para poder “Vivir la propia vida”, que compromete aspectos de las 4 Motivaciones Fundamentales de la existencia. En esta ‘fina selección’ se encontrarán esos bloqueos bajo la forma de diversos sentimientos y vivencias.

Confrontada al dolor, malestar y sufrimiento que se vivencia en la vida impedida en su realización, como trabajadora analítico-existencial que acompaña al consultante a alcanzar una existencia plena, esta publicación representa uno de los materiales más esperados en el ámbito de la psicoterapia y la consultoría en Chile y Latinoamérica.

Cuando adquirí el libro viví una gran alegría: “por fin esta ‘herramienta’ en mis manos”. Con expectativa voraz me sumergí en él. Sorpresivamente, apareció un sutil dejo de frustración y aseveré: “no es como yo esperaba.” Gracias a la tozudez que desarrollé en mi propia vida, perseveré. Al día siguiente sobre el velador, lo miré y dije: “aún no es mi momento”.

Al tercer día, con menos ansias y más serena lo abrí; con una actitud decidida y abierta, exploré el territorio hojeando sus títulos. Me dejé guiar por los que susurraban algo a mi oído: “¿Puedo fiarme en mis sentimientos?”, “Anna, una niña herida en sus límites”, “¡…Y después del suicidio tengo que seguir viviendo!” Entre los que me invitaron a aventurar.

Y fue bueno para mí acercarme así. Movilizadas, mis cuerdas emocionales comenzaron a vibrar, emergieron imágenes, recuerdos y sensaciones. Recordé la angustia de una funcionaria que no podía ser como los demás: “Tiempo, pero veo que en esa oficina todos funcionan muy rápidamente…”, de la enfadada madre tras morir su hijo: “pienso que ahora me podría morir, pues ya nadie me necesita…”

Como un rayo me clavó una imagen propia: furiosa cuando mi padre me llamaba Thatcher, para enrostrarme mi seriedad ante sus ojos: “se dice de mí que he tenido pocas alegrías.”

Una gracia de esta publicación es que sus contenidos no se disponen como un mero manual técnico de trabajo. El valor de sus contenidos no es aprehendido solo desde la mirada mecánica y distante, propia de una relación de uso. El descubrimiento de su riqueza brota de la fuente de la autoexperiencia; precisa de un ‘entrar en relación’, hasta aprehender la singularidad de cada paciente, desde la mirada comprensiva del autor.

Una relación así requiere de ‘tiempo y dedicación’, no por la dificultad del contenido que es amigable, sino, porque de ese modo el lector -implicado- resulta movilizado internamente en sus sentimientos y cogniciones hasta a encontrar vivencialmente su valor, adquiriendo un aporte que trasciende lo profesional, enriqueciéndole personalmente.

Relacionarse personalmente con un libro de casos, parece extraño cuando la psicoterapia es concebida como el trabajo de experto en el tratamiento de enfermedades anímicas. En su interior, percibí nítidamente cómo la antropología analítico-existencial -que sustenta a este proceder- ofrece una mirada de hombres y mujeres sanos, en una tridimensionalidad: soma-psiquis-persona, que no puede ser tratada en forma elemental. Con esta mirada pude vivenciarme saludable y posibilitada, aún en la enfermedad u otra adversidad: aún con mi seriedad.

Presencié relaciones terapeuta-paciente cercanas, respetuosas y amables, también interpeladoras y confrontacionales.

Frente a la persona impedida no nos limitamos a diagnosticar y tratar la enfermedad. El trabajo con la persona busca intuitivamente amojonar una comprensión de sus ‘motivaciones’ y de cómo estas han afectado su ‘actitud vital’ -fruto de significaciones, decisiones y acciones-. Mediante el ‘sentir fenomenológico’, podemos percibir el dolor y las motivaciones detrás de una “caprichosa niña” impedida de poder ser sí misma, o de la confusión de un “mal padre” por no poder decidirse a vivir con su hijo.

“Vivir la propia vida” puede convertirse -para todo tipo de lector que busca comprender su vida- en un excelente compañero en estas vacaciones. Ayuda a palpar las condiciones de la propia existencia, de sus cercanos, de sus pacientes. Invita a explorar, en un doble diálogo personal, yo-mundo, yo-persona, las condiciones que permiten o impiden el sí al mundo, a la vida, a la persona y al futuro, necesario para la realización de una existencia plena, con la propia aprobación y en concordancia consigo mismo, en la unidad inseparable ser-en-el-mundo.

Alejandra Fonseca
Psicóloga Clínica
Alumna de Postítulo en Análisis Existencial
alejandrafonsecam@yahoo.com

Alejandra Fonseca

Psicóloga Clínica
Formación en Psicoterapia en Análisis Existencial
Santiago, Chile

ps.alejandrafonsecam@gmail.com

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Nº 4 - 2014
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