La cotidianidad en cuarentena: ¿Cómo respondo existencialmente?

Daily life in quarantine: How do I answer existentially?


Durante este tiempo que llevamos en cuarentena, me he puesto a recordar cosas sencillas, cosas que hace algunas semanas parecían tan cotidianas y normales, pero que hoy se extrañan tanto… Curiosamente es lo más simple lo que extraño. Una caminata por el barrio, por ejemplo, ir al parque con mis hijos, abrazar a una gran amiga.

¿Cómo respondemos, desde lo personal, a estos tiempos de crisis? Desde el polo externo, hay una situación global que pide de nosotros una respuesta, como lo es por ejemplo, obedecer las medidas sanitarias; pero desde el polo interno también hay requerimientos…  la necesidad de cuidar, nutrir, proteger y valorar nuestra propia vida y la de nuestros seres queridos, manteniendo también nuestra autenticidad, nuestra intimidad, y la capacidad de relacionarnos y encontrarnos con otros (aunque sea de modo virtual). Por otra parte hay un contexto mayor, que se nos hace especialmente visible en estos momentos, y que nos abre la posibilidad de situarnos, de dar una respuesta y velar así por aquello que queremos sembrar y alimentar para ver crecer en el futuro.

Desde mi punto de vista, el Análisis Existencial es especialmente facilitador en momentos en los que para muchas personas reina la incertidumbre, el miedo y también en otros casos, la precariedad. Hay personas cesantes, personas que han perdido a sus seres queridos, y otros que han debido guardar cuarentena con sus agresores. La fuerza de la contingencia, por lo tanto, nos pone de manifiesto situaciones que ya todos conocemos, y otras tantas que parecen ser sin precedentes. La intención de este escrito es poder abordar estas condiciones actuales desde la estructura de las 4 Motivaciones Fundamentales (MF) que plantea el Análisis Existencial contemporáneo (Alfried Längle)[1].


[1] Para un mayor desarrollo sobre este tema, recomiendo el artículo “Las motivaciones fundamentales de la existencia” (Längle, 2000).


1ªMF

¿Qué significa poder-ser en el mundo? Si me hubiesen dicho hace un tiempo atrás “no vas a poder salir durante semanas, tus hijos no podrán ir al colegio, y tendrás que adaptarte a vivir en cuarentena”, habría contestado “no puedo”.  Frente a lo anterior tenemos varias posibilidades, podemos adaptarnos a esta situación, así como es, aceptarla; llevarla con dificultad, a cuestas, soportarla; o caer en reacciones de copying y dejarnos llevar por la fuerza de lo psicodinámico. Para poder elaborar estos cambios me parece importante hacernos la pregunta: ¿Qué es lo que sucede en realidad? ¿Cuál es la situación actual? Una vez habiendo visto la realidad, de modo fáctico, distingo que me es posible y qué no.  A su vez, desde el polo interno también me pregunto: ¿Qué puedo yo en este momento? La respuesta a esto puede ser un tanto más compleja. Porque responderla no tiene que ver únicamente con las condiciones que me presenta el mundo, sino con mis capacidades y mi apertura hacia nuevos contenidos. Y sin duda, para quien no se haya preguntado sobre sus propias capacidades, ni las haya visto, esta respuesta puede tardar en llegar. También puede ocurrir que hayamos considerado nuestras capacidades y que, en la actualidad, éstas no sean relevantes, o que necesitemos desarrollar otras nuevas. La apertura de uno mismo hacia nuevos contenidos pareciera ser esencial para ver qué es lo que puedo y no puedo hacer, y junto a ello, actualizarnos. Así mismo, distinguir las amenazas reales de las imaginarias, y confrontarlas, puede ser muy útil en estos momentos de incertidumbre. Por ejemplo, si mis preocupaciones se extreman, y temo por la vida de mis seres queridos, puedo volver a preguntar: ¿cuál es la situación actual, real, en este momento? ¿Están ellos seguros? ¿Estoy yo tomando todas las precauciones para cuidarme y cuidarlos a ellos? ¿Puedo hacer algo más? Y si no puedo hacer nada más, si efectivamente estoy tomando todas las precauciones necesarias, pero por ejemplo, otros no, entonces ya no depende de mí. Pero cómo actúo yo frente al temor y la ansiedad, eso sí depende de mí, pues solo puedo hacer lo que puedo hacer, en esta situación que se me presenta. No puedo hacer más, no puedo hacer menos, puedo lo que puedo, y lo demás lo suelto. Me entrego, y me abro. Confío.

2ª MF

¿Cómo conectamos con la vida en estos momentos? ¿Y cómo la nutrimos, qué valores seguimos procurando en el encierro, el espacio reducido y el distanciamiento social?  Personalmente, me considero una de las personas afortunadas. Afortunada por tener la familia que tengo, pues a pesar de que para todos es difícil este encierro, sigue habiendo mucha vida. Podemos reír, jugar y hacer las tareas del colegio y del hogar en conjunto.

Sé que hay personas que no tienen la misma suerte, personas que llevan semanas solas, que extrañan a sus familiares. Otras personas que deben salir y exponerse a diario porque sus empleadores así lo han determinado. ¿Cómo poder alimentar nuestra vida en situaciones tan diversas?
Frente a aquello que no podemos evitar ¿podemos mantener la relación con aquello que es valioso para nosotros, aun cuando las condiciones no son favorables? Sin duda, podemos seguir alimentando nuestra vida. Incluso en el recuerdo, hay una relación con aquello que no está presente. Pero de modo más a la mano aún, siempre está abierta la posibilidad de seguir relacionándonos, dándonos tiempo, y teniendo cercanía. Incluso si estamos solos. En una llamada, en el tiempo que me doy para hacer las cosas que me gustan: leer, escribir, ver una buena película. O crear, con ingredientes simples, una rica comida o postre. Y también, dejándome tocar por mis propios sentimientos. Y si tengo la fortuna de estar con mi pareja o mis hijos, puedo tomar este tiempo para realmente ver a mi familia, y fomentar así una relación más cercana, respetuosa y auténtica. Lo cual nos lleva a las temáticas de 3MF.

3ª MF

¿Estoy presente, realmente presente, en estas circunstancias en las que me encuentro hoy? ¿Cómo expreso mi persona, y cómo hago, a su vez, personal este momento que vivo ahora? Y si estoy con otros, en espacios reducidos, ¿cómo me va con los límites? ¿Los respeto, los pongo, me los respetan? Para poder hacer esto, es necesario antes que nada, ajustar nuestra mirada. Tomar una distancia lo suficientemente amplia para permitir que pase el aire entre nosotros, y entonces puedo ver al otro en eso que lo hace único. Pero es necesario hacer este ejercicio también con una misma para poder realmente verme, apreciarme, darme cuenta de esa mirada única y personal que me distingue de lo demás y me hace ser yo-misma.

Ver al otro en sus necesidades, en sus esfuerzos diarios, en su propio ser-persona, y vernos a nosotros mismos, permite conectar con la belleza[2] que se esconde en el encuentro de lo personal, y permite, aunque suene redundante, que pueda surgir algo así como el encuentro. En estos momentos en los que la fuerza de las condiciones externas se impone en nuestras vidas individuales, es necesario procurarse espacios de intimidad. Y este espacio no es un espacio físico (aunque claro que ayuda), es un espacio que nos hacemos intencional y personalmente. Para ello, algunos ejercicios de auto-distanciamiento que considero especialmente útiles son: escribir, poder reírse de uno mismo, contarle a alguien lo que nos pasa, o expresarnos mediante el arte o la música, cocinar, etc. Mediante estos ejercicios, y al tomar distancia, podemos apreciar, sopesar, medir, tratar a los demás y a nosotros mismos con justicia y respeto, puesto que vemos al otro en aquello que lo hace único, y respetamos ambos límites. De este modo nos delimitamos y nos distinguimos, permitiendo con ello que surja el encuentro. Reconociendo qué es lo que necesito y puedo procurarme, y cómo puedo contribuir a las necesidades de los otros, sin que por ello perdamos nuestra identidad en el camino.


[2] Respecto esto último, Längle plantea que “vivenciar lo que tiene valor en sí  (…) puede ser experimentado como bueno o bello y enriquecedor”. (Längle, 2008, p.17).


En la teoría puede parecer algo más sencillo que en la práctica. Es muy fácil considerar todo esto “en el papel”, mientras que en lo concreto hay muchas personas que conviven con sus agresores, o familias en situaciones de precariedad donde varias personas habitan en una misma pieza, y el tiempo, la salud y el dinero apremia. Y es cierto que esta parte de la realidad no podemos obviarla y pasarla por alto. Sin embargo, quisiera insistir en que no necesitamos ser “libres-de” para acceder a lo personal, ni para desenvolvernos con consciencia y presencia. No nace la persona una vez que estamos “libres-de” (este virus, nuestros abusadores, nuestra situación económica, este gobierno, este espacio pequeño, etc). Sino que, más bien, es nuestra posibilidad siempre latente el estar presentes de modo personal. Contamos siempre con nuestra libertad-para, incluso en casos donde no tenemos libertad-de. Lo cual nos lleva a las temáticas centrales de la 4ª MF.

4ª MF

¿Para qué me levanto en la mañana? ¿Por qué seguimos haciendo las tareas con mis hijos? ¿Cuál es el sentido de seguir manteniendo una rutina? ¿O de los cacerolazos en las ventanas? Y si enfermamos, ¿de qué serviría todo esto? Y es que aunque nuestros proyectos estén en pausa, no son inexistentes. Al contrario. Personalmente, tengo amigos y conocidos tomando cursos online, aprendiendo a cocinar, queriendo ejercitarse y cuidarse más de lo que lo hacían antes, personas que se van a mudar de ciudad una vez que termine todo esto, otras personas que se replantean sus relaciones de pareja, su rol de padre o madre, o que adquieren una nueva perspectiva sobre su propio quehacer laboral, o sobre su posición política. Personas que descubren y desarrollan nuevos talentos (como los posteos de Pan casero que toda la gente ha viralizado en estos tiempos de cuarentena).

El sentido se torna entonces concreto, existencial, vivido día a día. Y desde la contingencia, siguen así habiendo proyectos. Proyectos que no se quedan en meras ideas, si no que se traducen en una acción a la que llegamos por una previa toma de posición. Como veíamos en el punto anterior, independiente de la situación en la que estemos, es posible elegir de modo personal, ejerciendo entonces cada vez mi propio actuar frente a lo que se me presenta desde lo externo (Frankl, 2003). De modo que, cuando me cuido, no sólo por mí, sino también por otros, estoy actuando por una decisión que se inserta en un contexto mayor, donde encuentro a otras personas, y donde también veo valores que quiero seguir cuidando y fomentando hacia el futuro. Lo mismo cuando elijo seguir desarrollando una rutina de estudios con mis hijos, o cuando hago pan y me determino a seguir probando distintas recetas. Intento con ello transmitir a mis hijos que aún seguimos teniendo responsabilidades y proyectos.  Su educación va a seguir valiendo, lo mismo que el pan va a seguir estando en su mesa.


Bibliografía

Frankl, V. E. (2003). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.

Längle, A. (2000). Las Motivaciones Fundamentales de la Existencia. Seminario Buenos Aires. Recopilación realizada por Laura Mariel Buschittari Corregido y ampliado por Michèle Croquevielle. En:
https://www.icae.cl/wp-content/uploads/2019/07/Seminario-La%CC%88ngle-BsAs-LAS-MOTIVACIONES-FUNDAMENTALES-DE-LA-EXISTENCIA.pdf

Längle, A. (2008). Vivir con sentido: Aplicación práctica de la logoterapia. Buenos Aires: Lumen.

Constanza Iturriaga

Licenciada en Filosofía
Diplomado en Análisis Existencial

constiturriaga@gmail.com

Más sobre

Tags:
Artículos
Chile
Diálogo Existencial - Existential Dialogue
Nº 29 - 2019